La construcción modular se está imponiendo como una alternativa eficiente y moderna frente al tradicional uso del ladrillo y cemento. Con un sistema en seco que combina estructuras de acero galvanizado y paneles prefabricados, este método promete reducir los tiempos de obra a la mitad y bajar los costos hasta un 60 por ciento en comparación con la construcción tradicional.
El costo promedio para construir con esta técnica oscila entre US$1100 y US$1500 por metro cuadrado, según especialistas. Además, las viviendas pueden estar terminadas en apenas 90 días, un dato que cobra importancia en un contexto donde los precios de construcción acumulaban un aumento del 94 por ciento desde octubre de 2023.
El tiempo de obra se acorta a la mitad respecto del sistema tradicional. Al hacerse modular en fábrica, no hay días perdidos por lluvia ni imprevistos en terreno, y el precio se mantiene cerrado durante todo el proceso. Esta previsibilidad es clave para quienes buscan evitar sorpresas en el presupuesto.
Más allá de la rapidez, la construcción en seco aporta importantes beneficios en eficiencia energética y sustentabilidad. El steel framing puede reducir los costos de calefacción y aire acondicionado hasta en un 60 por ciento respecto a la construcción tradicional. El sistema también minimiza el impacto ambiental, al generar menos residuos y emisiones de gases de efecto invernadero.
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Cuáles son los materiales que se usan para la construcción modular
Los materiales más usados incluyen perfiles de acero galvanizado para la estructura, aislantes térmicos como lana de vidrio y poliestireno expandido, y placas de yeso o fibroyeso para interiores y exteriores. La tecnología EIFS, que combina aislantes con terminaciones reforzadas, permite lograr alta eficiencia energética sin encarecer la obra.
Además, la construcción en seco permite ganar más metros habitables gracias a paredes más delgadas, que miden entre 14 y 15 cm frente a los 35 o 45 cm del ladrillo.
La proporción de costos entre mano de obra y materiales también cambia: en el sistema tradicional suele ser 50-50, mientras que en la construcción en seco la mano de obra representa solo entre un 30 y 40 por ciento, lo que hace que la técnica sea más atractiva en un contexto de aumento salarial e importaciones abiertas.
Más allá del ahorro y la velocidad, este método implica un cambio de paradigma en la planificación y diseño de viviendas. Permite unidades adaptables, ampliaciones sencillas y precios estables frente a la inflación o volatilidad económica.
