El abuso sexual en las infancias es un tema históricamente silenciado y bloqueado en la conversación pública y, sobre todo, mediática. Sin embargo, en los últimos días vimos que el tema ocupó un lugar central, pero por las causas equivocadas. Lejos de condenar o visibilizar la situación de abusos, ciertos medios eligieron darle un lugar desmesurado a un supuesto caso de falsa denuncia. A todas luces, un oportunismo de las organizaciones que justifican pedófilos y persiguen a las madres protectoras. Solo para tener una idea, según el informe 2024 de ONU Mujeres apenas 1% son denuncias falsas en casos de abusos sexuales. Un número insignificante.
Sigamos un poco más con la evidencia científica: de cada mil situaciones de abuso, sólo cien se denuncian y una recibe condena. Vamos de vuelta: de cada mil situaciones de abuso sexual a niñeces solo una termina en condena y un acto de justicia reparadora. La inmunidad y la impunidad reinan.
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Hoy los sectores más rancios y violentos de la derecha argentina levantan las banderas de las falsas denuncias, pero en realidad levantan las banderas de la pedofilia y los abusadores. Desde la diputada Lemoine hasta la senadora Losada con sus proyectos para condenar a las mujeres que denuncian, pasando por la destrucción de las políticas públicas que prevenían, asistían y acompañaban estos, podemos observar una voluntad política de blindar a los pedófilos y abusadores al mismo tiempo que se persigue a las mujeres, se desalienta que busquen justicia y criminaliza su práctica.
Como señala ELA en su informe Herramientas para el acceso a la justicia con igualdad: “Darle centralidad a las denuncias falsas es una forma de desacreditar a las mujeres y sembrar sospechas donde hay miedo. Denunciar no es gratis: implica exponerse, perder trabajo, romper vínculos y enfrentarse al sistema”.
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El gobierno de Javier Milei legitima y propicia los ataques a las mujeres y disidencias. Ataques deliberados, sistemáticos, planificados, continuos, sostenidos en el tiempo. Las feministas, las madres protectoras, las luchadoras sociales y las periodistas críticas, entre otras identidades, fuimos elegidas como enemigas de turno.
A la vez que le da al gobierno una narrativa para su supuesta batalla cultural, intenta desmantelar nuestras conquistas y restaurar un orden patriarcal, machista y misógino. Es la reacción conservadora, pero también es el orgullo herido del patriarcado.
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Hablar de falsas denuncias es legitimar y legalizar los abusos sexuales. No hay otra forma de decirlo. No hay otra causa atrás. No hay otra motivación. Es oportunismo político para que el silencio y la violencia se propaguen en las redes de abuso que se han extendido en sectores de la política y sectores del Poder Judicial. Ese mismo Poder Judicial que es patriarcal y clasista, es también adultocéntrico.
Hablar de falsas denuncias es callar a las niñeces y condenarlas a los abusos. Es restaurar la lógica de los secretos familiares, la humillación, el silencio y el dolor destruyendo las subjetividades de esos niños y niñas que sufren los abusos.
Si a los medios les interesan los abusos sexuales les recomendamos que cubran los casos que quedan impunes, que le den voz a las madres protectoras y que muestren cómo funciona un complejo e histórico entramado que posterga causas, desalienta la lucha y desestima denuncias en favor de los abusadores.
¿Saben cuál es la noticia? La impunidad. El sistema de impunidad que protege a los abusadores. Una noticia de todos los días que no sale en ningún lado.
Hoy con la coartada de las falsas denuncias buscan poner a los abusadores como víctimas. Invierten la lógica, revictimizar a los niños y niñas, persiguen a las madres protectoras y ubican al victimario como una supuesta víctima. Nada de eso podemos permitir que suceda. Ningún abusador es ni será jamás una víctima. Y debe dar cuenta de sus actos frente a la justicia.
Además, estamos en un momento clave: se está por definir quién va a ocupar el cargo de defensor o defensora de niñeces y adolescencias. Un cargo que hasta febrero de este año tuvo Marisa Graham y que ahora los sectores que defienden pedófilos impulsan sus propios candidatos relacionados con falsas denuncias.
Hoy vemos cómo se erosionan los derechos que logramos con organización feminista y popular, pero también cómo la conversación pública es tomada por los discursos anti-feministas que, al fin de cuentas, no es otra cosa que discursos y prácticas contra la justicia social, contra la igualdad que genera igualdad, contra los proyectos de vida, contra la justicia reparadora, contra un mundo más justo y más digno.
Feministas siempre.
Feministas más que nunca.