A poco más de una hora y media de Buenos Aires, San Antonio de Areco se presenta como la Cuna de la Tradición y capital sentimental del universo gauchesco. Sus calles de casas bajas invitan a la caminata lenta, la costanera conduce al histórico Puente Viejo —el primero con peaje del país— y la plaza Ruiz de Arellano concentra bodegones donde los paisanos todavía se acomodan en la barra para un vermut.
No es solo un lugar para “ver gauchos” como en una postal turística: Areco respira tradición. Aquí, Ricardo Güiraldes escribió Don Segundo Sombra, inspirado en el resero Segundo Ramírez. Los museos y pulperías narran la historia de un pueblo que conserva intacto su vínculo con la pampa y el caballo, y que ofrece una experiencia auténtica para quienes buscan más que una escapada rápida.
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Cultura viva y orgullo gaucho
El Museo Gauchesco Ricardo Güiraldes, junto con la Pulpería La Blanqueada, es parada obligada para entender el ADN arequero. El Museo Las Lilas exhibe obras de Florencio Molina Campos, que inmortalizó la vida de campo en ilustraciones que hoy son íconos de la cultura popular. En paralelo, el taller y museo de la familia Draghi deslumbra con piezas de platería que viajan en el tiempo al siglo XIX.
Las calles también son escenario de fogones improvisados, guitarras que invitan al baile y ferias de artesanías donde los sogueros, talabarteros y ceramistas mantienen oficios heredados.
Comer bien: del bodegón al plato gourmet
Areco es sinónimo de buena mesa. En la costanera, la tradicional pulpería El Palomar y la parrilla La Porfiada comparten protagonismo con el refinado restaurante La Arcadia. A metros del río, el Almacén de Ramos Generales es un clásico que fusiona historia y sabor. Para cocina moderna, opciones como Mestizo, Rossita o Zarza ofrecen un giro creativo sin perder raíces.
Si la idea es comer rodeado de naturaleza, La Casa de los Fogoneros (en la Estancia La Cinacina) o Las Dueñas, sobre la Ruta 8, son imperdibles. Y para los más dulceros, La Olla de Cobre se lleva todos los aplausos con chocolates y alfajores que justifican la visita.
Dormir con encanto
La oferta de hospedajes va desde estancias históricas hasta hoteles boutique. La Madrugada, con solo tres habitaciones, combina elegancia inglesa y simpleza rural. El Ombú de Areco propone cabalgatas, paseos en sulky y shows folclóricos. Pampas de Areco suma spa y gastronomía de autor, mientras que Hotel Draghi ofrece el plus de un recorrido guiado por su museo de platería. Para una experiencia colonial, La Bamba de Areco cautiva con sus galerías y actividades campestres.