El asesinato de Fernando Báez Sosa sigue generando conmoción a casi seis años del crimen que estremeció al país. Nuevos detalles sobre los minutos posteriores al ataque revelan el tono de frialdad con el que los rugbiers comentaron lo sucedido a través de audios y mensajes en sus teléfonos. Uno de ellos fue determinante para la investigación: la palabra “caducó”.
La noche del ataque en Villa Gesell
Fernando Báez Sosa, de 18 años, había llegado a Villa Gesell el jueves 16 de enero de 2020 junto a sus amigos del Colegio Marianista y su novia. El plan era disfrutar unos días de vacaciones, pero la madrugada del 18 de enero marcaría uno de los episodios más trágicos de los últimos años en Argentina.
Aquella noche, el grupo decidió ir a bailar al boliche Le Brique, un clásico del centro geselino. Ingresaron cerca de la 1:40 de la madrugada, aprovechando promociones y pases que les habían facilitado. Sin embargo, dentro del local se produjo una discusión entre los jóvenes del grupo de Fernando y otro conjunto de diez muchachos de entre 18 y 20 años, oriundos de Zárate, la mayoría jugadores de rugby del Club Náutico Arsenal.
A las 3:30, la situación se descontroló. Hubo empujones, golpes y gritos, hasta que los empleados de seguridad expulsaron a ambos grupos del boliche. Las cámaras del lugar registraron cómo los rugbiers eran retirados a la fuerza, con Máximo Thomsen mostrándose especialmente alterado.
La brutal agresión y el video que cambió la causa
En la vereda de enfrente, Fernando Báez Sosa y sus amigos creyeron que el conflicto había terminado. Sin embargo, mientras conversaban en círculo, los rugbiers se reagruparon. Desde atrás y sin previo aviso, Ciro Pertossi lanzó el primer golpe que derribó a Fernando. En segundos, entre siete y ocho agresores comenzaron a golpearlo sin cesar mientras estaba en el suelo.
El ataque, registrado por las cámaras de seguridad y por el propio celular de los agresores, mostró la violencia extrema con la que actuaron. Testigos y amigos de Fernando coincidieron en que el grupo se ensañó con él, sin darle posibilidad alguna de defenderse.
El video se corta cuando Lucas Pertossi decide unirse a la golpiza. Esa grabación fue clave para la reconstrucción de los hechos y para desmentir la versión de la defensa, que sostenía que no hubo intención de matar.
El mensaje que reveló la conciencia del crimen
Minutos después del ataque, el grupo de rugbiers se comunicó a través del chat de WhatsApp llamado “losdelboca3”. Allí, alrededor de las 5 de la mañana, Lucas Pertossi envió un mensaje que marcaría un antes y un después en la causa: “Estoy acá cerca donde está el pibe y están todos ahí a los gritos, está la policía, llamaron a la ambulancia… caducó”.
Con esa frase, los jóvenes confirmaban entre ellos lo ocurrido. El contenido del chat fue incorporado al expediente judicial y sirvió para refutar uno de los principales argumentos de la defensa, que afirmaba que los acusados no sabían lo que había pasado después del enfrentamiento.
Tras enviar ese mensaje, los diez integrantes del grupo se reunieron nuevamente y, según la investigación, se dirigieron a un local de comidas rápidas donde compartieron una comida antes de regresar a la casa en la que se hospedaban.
Las pruebas que marcaron el rumbo del juicio
El audio y los mensajes de WhatsApp fueron pruebas fundamentales para demostrar la coordinación y posterior conocimiento del crimen por parte de los rugbiers. Los peritajes determinaron que, lejos de la confusión o el arrepentimiento, los jóvenes sabían perfectamente lo que habían hecho.
El asesinato de Fernando Báez Sosa no solo quedó registrado por cámaras y testigos, sino también por las propias palabras de los agresores. La expresión “caducó” se convirtió en uno de los elementos más escalofriantes del expediente y en un símbolo de la crueldad con la que actuaron aquella madrugada en Villa Gesell.
A casi seis años del hecho, los ocho condenados cumplen sus penas en una cárcel bonaerense, mientras la sociedad y la familia de Fernando Báez Sosa siguen reclamando justicia y una sentencia firme por un crimen que marcó a toda una generación.
