Qué es la tanofobia y cómo reconocer sus síntomas

La tanofobia cada vez es más común entre las mujeres.

19 de junio, 2025 | 19.49

En un mundo que celebra los días soleados y las actividades al aire libre, hay personas para quienes la luz del sol no representa placer sino angustia. Se trata de quienes padecen tanofobia o heliofobia, una fobia poco conocida pero muy limitante: el miedo irracional y persistente a la exposición solar.

La tanofobia es un trastorno de ansiedad caracterizado por un temor excesivo al sol o a la luz solar. A diferencia de quienes simplemente prefieren la sombra o se cuidan del sol por salud, quienes sufren esta fobia experimentan un nivel de ansiedad que interfiere en su vida cotidiana: desde evitar reuniones al aire libre hasta cambiar de hábitos laborales o aislarse socialmente.

Según la psicóloga Ana Asensio, este miedo afecta principalmente a mujeres y puede llegar a condicionar rutinas enteras. “Son personas que se aíslan y llevan una vida más nocturna”, señaló, y advirtió que la clave para saber si se trata de una fobia es identificar si el miedo afecta nuestra calidad de vida diaria.

Por qué aparece la tanofobia

Aunque el sol aporta beneficios como la vitamina D, su exposición excesiva también puede tener consecuencias negativas como quemaduras o riesgo de cáncer de piel. Cuando esta información se transforma en obsesión o está asociada a eventos traumáticos (como una insolación grave en la infancia), puede derivar en tanofobia.

Entre las posibles causas se encuentran:

  • Ansiedad generalizada o predisposición a desarrollar fobias
  • Fotofobia u otros trastornos relacionados
  • Mensajes alarmistas sobre los peligros del sol
  • Experiencias traumáticas pasadas

Cuáles son los síntomas de la tanofobia

Los síntomas pueden variar entre personas, pero suelen incluir manifestaciones emocionales, físicas y conductuales. Algunos de los más comunes:

  • Ansiedad o ataques de pánico: taquicardia, dificultad para respirar, opresión en el pecho, mareos o náuseas al exponerse o incluso al pensar en exponerse al sol.
  • Miedo persistente: el temor se mantiene durante más de seis meses y no disminuye con la lógica o la explicación racional.
  • Evitación activa: la persona organiza su vida para evitar el sol, incluyendo el uso extremo de protector solar, ropa cubritiva, sombrillas y anteojos incluso en interiores.
  • Aislamiento social: puede haber una renuncia a eventos diurnos, paseos al aire libre o compromisos laborales que impliquen estar bajo la luz solar.

Qué hacer en caso de padecer una fobia 

Cuando se padece una fobia, lo más importante es reconocer que no se trata de una simple incomodidad o preferencia, sino de un miedo irracional y persistente que puede afectar la calidad de vida. El primer paso es aceptar el problema sin juzgarse, ya que minimizarlo o negarlo solo lo vuelve más difícil de afrontar.

A continuación, es recomendable buscar apoyo profesional, especialmente de un psicólogo especializado en trastornos de ansiedad o terapias cognitivas. Estas terapias ayudan a identificar el origen del miedo, cambiar los pensamientos negativos asociados y aprender a manejar las reacciones físicas y emocionales.

También es útil incorporar técnicas de relajación, como la respiración profunda, la meditación o el mindfulness, que permiten calmar el cuerpo frente a situaciones desencadenantes. En algunos casos, la exposición gradual y controlada al objeto o situación temida, con acompañamiento terapéutico, puede ser una herramienta clave para perder el miedo.

Hablar con personas de confianza sobre lo que se siente también puede ayudar a aliviar la carga emocional. Finalmente, es importante tener paciencia: superar una fobia lleva tiempo, pero con los recursos adecuados, es posible recuperar la tranquilidad y volver a disfrutar de una vida más libre.