Mariela Labozzetta, titular de la UFEM, a 10 años del primer Ni Una Menos: "Un Estado que niega la perspectiva de género es un Estado bobo"

La unidad fiscal especializada en cuestiones de género nació a partir del primer Ni Una menos y, desde entonces, aborda la dimensión completa de la violencia contra las mujeres. A pesar de reconocer la inacción del Estado actual, advierte que el país tiene "una fortaleza legal" para hacerle frente a la "agresión anarcocapitalista". Los balances y desafíos tras una década.

03 de junio, 2025 | 00.05

Uno de los efectos directos de la primera movilización con la consigna Ni Una Menos, el 3 de junio de 2015, fue la creación de la UFEM, la unidad fiscal especializada en cuestiones de género que desde entonces conduce Mariela Labozzetta. El objetivo de esta unidad fiscal es abordar desde el punto de vista de la política criminal la dimensión completa de la violencia contra las mujeres, en el ámbito íntimo y también en el público. ¿Cómo se investigan los hechos criminales cometidos por razones de género? ¿Cómo se los distingue? “Esa es nuestra tarea, así como también construir información criminal que nos permita evaluar y corregir los modos de litigio, de acceso a la Justicia, evitar la revictimización en los procesos penales…”, todos esos objetivos viene cumpliendo la UFEM según su titular que en los próximos días presentará el informe de estos diez años de trabajo en relación a la incidencia de los femicidios en el ámbito de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Los datos son relevantes y sirven para contrarrestar con información la agresión permanente sobre las políticas destinadas a la prevención y atención de la violencia por razones de género, como la amenaza de quitar del Código Penal la figura de femicidio o de asegurar, como lo hizo Patricia Bullrich, que los femicidios se bajan con “mano dura”.

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“Una política criminal que niegue la existencia de los femicidios es una política ciega. Porque ¿cómo va a realizar la prevención? ¿con más policías en las calles? No sirve si consideramos que más del 70 por ciento de los femicidios ocurren al interior de los hogares, sea en la casa de la víctima o la vivienda compartida”, dice Labozzetta a modo de ejemplo. Otro de los datos que contradice la eficiencia del lema que repite la ministra de Seguridad, “el que las hace las paga” es que más allá de la baja de los números de homicidios dolosos de mujeres durante 2024, según los datos de UFEM, en 2022, la baja fue del doble.

Además, al negar la mera existencia de los femicidios, Bullrich hace cuentas generales de homicidios dolosos, sin desagregar los crímenes por razones de género. Mariela Labozzetta, sin embargo, se niega al pesimismo: “El cuerpo legal de nuestro país es mandatorio para el sistema de Justicia y no es que se puede elegir entre tener en cuenta o no la perspectiva de género. Hay voces disidentes, sí, pero están muy fuera de la ley”.

- ¿Cuál es la definición que ustedes toman de femicidio para esta distinción?

- Hay un documento que se construyó desde el momento en que empezó a trabajar la UFEM, que reúne una serie de indicadores para detectar cuando un caso puede ser un femicidio.

Sin embargo, cerca de la mitad de los casos que nosotras conceptualizamos como femicidio, no se califican casi, se califican como homicidios agravados por el vínculo, homicidios por otra razón, entonces ahí es cuando volvemos sobre el expediente más allá de la caratula a los fines estadísticos.

- ¿Cuáles son esos indicios que marcan que un asesinato es un femicidio, al menos los más relevantes?

- La violencia cometida en el ámbito de la pareja es un indicador, la violencia sexual es un indicador, los modos de comisión del hecho, el ensañamiento con el que se produce el crimen, el modo de descartar el cuerpo. Cuando aparece un cadáver descuartizado en un basural, son indicios fuertes. No quiere decir que tengas certeza pero son indicios que te obligan a investigar el componente de género.

- ¿Y cuál es la base teórica para pensar que la forma de descartar el cuerpo o el ensañamiento te da la pauta de un femicidio?

- Eso se construyó, primero, en el Modelo de Protocolo Latinoamericano de Investigación de Muertes Violentas por Razones de Género que se elaboró en Naciones Unidas. A partir de ahí, elaboramos el propio, al igual que otros países. Y se realizó sobre la base de una tipología mucho más casuística que otra cosa. O sea, miraron hechos hacia atrás para poder determinar los indicadores que se repiten, teniendo como base que en principio, cuando hay una muerte violenta de una mujer, hay que empezar la investigación como femicidio. Después, en cada caso, es necesario analizar y decir si hay un componente de género. Hay algo en relación con el descarte de los cuerpos, por ejemplo, que se diferencia de los homicidios de los varones, pero es información que el investigador o la investigadora tiene que construir para probar el agravante.

- Este mismo año, desde el Ministerio de Justicia, se habló de derogar la figura del femicidio, sin embargo no es una palabra que exista en el Código Penal.

- En el artículo 80 del Código penal  se modificó el inciso 11 para incluir esa figura describiéndola como un agravante cuando un varón mate a una mujer mediando violencia de género. No lo llama femicidio, pero lo describe. Antes, en el inciso 4to, estaban descriptos los crímenes de odio, pero se agregaron las causales: odio religioso, racial, odio a la identidad de género o a la orientación sexual. Todo esto fue a consecuencia de la movilización feminista por Ni Una Menos.

- Hay una disputa por los datos de femicidios, sobre todo porque desde el gobierno nacional se habla de que bajaron desde 2024 aludiendo a que eso se corresponde con su lema “el que las hace las paga” y por tanto el disuelto Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad u otras políticas de prevención son inútiles.

- En el informe que vamos a presentar esta semana están los datos. Por ejemplo, en 2017 la tasa de homicidios de mujeres a nivel nacional es de 5,3 % y los femicidios representan  el 1,12%. En 2024 los homicidios en general bajan a 3,8% y los femicidios bajan a 0,95%. Lo que vemos es que los femicidios bajan mucho menos. Esto surge de la Oficina de la Mujer de la Corte Suprema que, a diferencia de la UFEM, no mira cada expediente. Sirve como información de tendencia. Lo que surge es que hay algo de estabilidad en el en el número de femicidios.

- ¿A qué se debe esta estabilidad de los crímenes por razones de género?

- En principio que las políticas para modificar la violencia por razones de género son a largo plazo. Eso es acá y en el mundo entero. Por otra parte, también cabe dar vuelta las preguntas: ¿por qué se eliminaría el agravante por violencia de género? Hay otros muchos agravantes en el Código Penal que se siguen produciendo y nadie dice que son inútiles. ¿Vas a eliminar la figura del robo porque los robos se siguen cometiendo?

- Además la figura del femicidio te permite mirar los datos, como en el informe que están presentando.  A diez años del Ni Una Menos, es necesario recordar que una de las demandas de esa movilización masiva fue tener datos más claros para la elaboración de políticas públicas.

- Sin dudas, o sea, en toda América Latina existen figuras diferenciadas de feminicidio. Y la primera razón es una razón de visibilidad, es decir, le ponemos nombre a esto y además lo agravamos especialmente porque hay una razón de política criminal. Queremos prestar la atención a esto porque es sostenido, porque es generalizado, porque se produce una manera estable. Pero a la vez, hay algo de particular que aparece en el informe: el 80% de los femicidios se producen en lugares íntimos, o sea, en hogares, de la víctima o del victimario, en hogares convivientes . Y además, el 80% son cometidos por parte de conocidos.

Entonces, un Estado que tiene una política securitaria neutra, que niega la perspectiva de género es una política medio ciega porque no está viendo que los datos ofrecen una realidad distinta. Estamos ante un Estado bobo. Porque todo el tiempo hablan de sacar policías a la calle para parar los homicidios, pero los femicidios no suceden en su enorme mayoría en el espacio público. En sus términos, están gastando mal los recursos públicos. Porque estamos hablando de un fenómeno que está arraigado de una manera mucho más histórica y profunda en el tramado social. Es necesario encararlo desde la prevención.

- ¿Crees que la agresividad del gobierno contra las políticas de prevención de femicidios y otras formas de violencia por razones de género alcanzan para desarticular lo que se construyó en los últimos diez años?

- Yo tengo una mirada muy positiva sobre lo que se consiguió en estos diez años y no se trata de un optimismo tonto. Puede haber ahora un discurso regresivo en relación a modificaciones que fueron muy potentes en el sistema de justicia y hay que ser conscientes de que ningún derecho es para siempre per se y hay que seguir sosteniéndolos. Pero tenemos gente formada y que se sigue formando con perspectiva de género, hay protocolos de investigación que obligan a los fiscales, tanto a nivel nacional como provincial, a investigar con perspectiva de género. Argentina tiene una fortaleza y una estructura legal como para sostenerse frente a la agresión anarcocapitalista. Hay una Constitución Nacional que tiene incorporada, con jerarquía constitucional a la CEDAW, que es la convención de la eliminación de todas las formas de discriminación contra las mujeres. Y después hay otra convención que es la de Belén do Pará, que es la convención regional, que si bien no tiene jerarquía constitucional, es una convención supralegal a la cual el Estado argentino está obligado. Ese esquema normativo es mandatorio para el tema de judicial. Y sí, habrá voces disidentes, pero están muy por fuera de la ley, nacional e internacional.