Hace un año, el Obispo de Quilmes dispuso el apartamiento de las funciones del sacerdote Franco Lutens después de que se conocieran las denuncias por abuso sexual que habían hecho al menos tres jóvenes y que relataron ser víctimas desde que eran menores de edad. Fue entonces cuando el cura dejó la iglesia María Virgen Madre del Pueblo de Berazategui y fue trasladado a una vivienda que fue allanada en las últimas horas y donde quedó formalmente detenido acusado de abuso sexual gravemente ultrajante agravado; abuso sexual con acceso carnal en concurso real reiterados, agravado por haber sido cometido por ministro de culto.
La investigación a cargo de la fiscal Bárbara Velasco determinó que las tres víctimas, dos hombres y una mujer, fueron atacados sexualmente por el cura cuando eran adolescentes y esos abusos se extendieron entre 3 y 4 años a cada uno. Los ataques, pudo determinar la investigación, se iniciaron dentro del templo donde el párroco ejercía sus funciones y se trasladaban luego a distintos espacios que el denunciado compartía ocasionalmente con las víctimas y donde, describió la investigación, aprovechaba su rol como sacerdote y también la cercanía ya que era considerado “como un familiar” por alguna de sus víctimas. Así, explicaron los investigadores, cometió los abusos aprovechando el estado de vulnerabilidad de sus víctimas y de su condición de consejero pastoral.
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Las tres víctimas que denunciaron al sacerdote son acompañadas por la ONG Sobrevivientes de Abusos Eclesiásticos en Argentina que incorporaron a la denuncia varias amenazas que recibieron los denunciantes desde distintos perfiles de redes sociales falsos, pero pese a estas denuncias, las víctimas del cura Lutens no tienen ninguna protección policial ni judicial. Además, desde la ONG señalaron que “existen más víctimas” y aseguraron que el párroco estudió psicología “porque eso lo ayudaba para sus abusos y le brindaba herramientas que utilizaba para perfeccionar su modus operandi". Además, destacaron que recién ahora que la causa tiene mayor visibilidad las víctimas “sienten algo de alivio”.
Por su parte, en un breve comunicado, el Obispo de Quilmes Carlos Tissera lamentó profundamente el sufrimiento de las personas afectadas y puso a disposición al Equipo Diocesano para la Protección de Menores y Adultos Vulnerables, para acompañarlas junto con sus familias. Además, desde el obispado destacaron que hace más de un año apartaron del cargo al sacerdote denunciado y lo instalaron en la vivienda de la localidad de Ranelagh donde finalmente fue detenido.
Para la acusación, una de las víctimas declaró que fue atacada por tres años desde que tenía 16 y era monaguillo de la iglesia. Otra de las víctimas, denunció que fue víctima durante más de 10 años y que los ataques sexuales se dieron no sólo en lugares vinculados a la iglesia donde ejercía Lutens sino también en distintas viviendas donde se quedaba el cura. La tercera de las víctimas contó que los abusos se dieron durante más de 4 años y comenzaron cuando tenía 14. En este último caso, se investiga si un familiar de la víctima consentía esos ataques sexuales. Por su parte, el sacerdote se negó a declarar y su defensa está a cargo de un defensor oficial.