Guillermo Berjeli fue condenado a la pena de prisión perpetua por el asesinato de su marido, Roberto Alfonso Aquiles Guzmán Jaque, en el 2020. Según reconstruyeron los investigadores, el hombre manipuló sueros durante su internación en un sanatorio privado de Recoleta para producir su muerte.
Los jueces Cinthia Oberlander, Adrián Pérez Lance y Juan Manuel Grangeat del Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional (TOCC) Nº5 lo consideraron autor del homicidio cuádruplemente agravado por el vínculo, por haber sido cometido con alevosía, por el suministro de veneno y por codicia. Si bien los argumentos se conocerán el 3 de junio, la decisión del Tribunal acompaña lo exigido por el fiscal general Juan Manuel Fernández Buzzi en su alegato el lunes.
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Para Buzzi, los médicos "no podían encontrar explicación y entonces sospecharon de la intoxicación con alcoholes", en referencia al cuadro que presentaba la víctima en sus días de internación. Según revelaron los médicos que lo atendieron, Guzmán Jaque era portador de VIH e ingresó al sanatorio con un cuadro de insuficiencia renal, desorientación y deterioro de la conciencia, pero estaba controlado, sin carga viral detectable.
Entre las pruebas halladas que determinan la intención de matarlo, se encuentran los análisis realizados durante la diálisis que dieron positivo en metanol. Además, el fiscal remarcó la presencia de cristales de oxalato de calcio en la orina de la víctima, compatibles con intoxicación por etilenglicol, algo que, para los forenses, es tomado como una "altísima probable" causa de muerte.
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Para la fiscalía, fue el propio Berjeli el que introdujo esas sustancias mediante la manipulación del suero, con el objetivo de asesinarlo. Sus argumentos van en línea con los videos de las cámaras del hospital, en donde se observa cómo el acusado intercambiaba el suero de su pareja por uno que llevaba en su mochila personal. Este accionar fue detectado en al menos 13 oportunidades, entre el 2 y 11 de enero de 2020, siempre solo y evitando ser observado por el área de enfermería.
Según la acusación, las razones del crimen dan cuenta de un "móvil económico", ya que buscaba heredar los bienes de su esposo, cuya familia pertenecía a "un alto nivel socioeconómico", con un inmueble en Santiago de Chile, un departamento en Villa Crespo valuado en 200 mil dólares y un fondo de inversión en su país natal por otros 100 mil.
Por su parte, Berjeli dice ser "totalmente inocente" y que no cometió el delito, mientras continúa detenido en el Complejo Penitenciario Federal de Ezeiza.
Los argumentos de la fiscalía
En los alegatos, el fiscal general Juan Manuel Fernández Buzzi destaca la prueba de las imágenes de la cámara del hospital, que considera "claras y elocuentes": "No hay dudas de que estaba haciendo algo que no se podía hacer. La secuencia termina explicando cómo se introdujo la sustancia tóxica en el cuerpo de la víctima",
El accionar del acusado posterior a su fallecimiento también dan indicios de su plan, según las palabras del fiscal. La víctima fue cremada 48 horas después de su muerte por orden del imputado y sin consular a la familia, por lo que las actuaciones no contaron con una autopsia sobre el cadáver para esclarecer qué sucedió.
Berjeli, al ver esas imágenes, se justificó con que llevaba esos sueros "bendecidos por un cura" y que practicaba una "imposición de manos" con fines de sanación. Para el fiscal, su testimonio es "incoherente, ilógico y autocontradictorio” y subrayó que Berjeli, como profesional de la salud, sabía lo que estaba haciendo y sus consecuencias.
“Berjeli es un profesional de salud, una persona instruida. ¿No tenía miedo de descolgar el suero y contaminar en ese momento? Es tan grosera la falla en su discurso que no es posible admitirlo como válido", manifestó el fiscal durante sus alegatos.
Para el fiscal, “no hay ninguna duda de que Berjeli estaba intoxicando a su marido porque quería causarle la muerte. Todo fue buscado, planeado y sabido”. Y agregó: “Mientras parecía que era un esposo atento y preocupado por su cónyuge, en realidad lo estaba matando”.
El caso se destapó por sospechas de la familia, quienes presentaron una denuncia por muerte dudosa. Para ese entonces, la enfermera ya había notado la presencia de ciertas anomalías en el suero suministrado a la víctima, lo que llevó a la revisión de las cámaras de seguridad.