Pocas figuras del crimen argentino alcanzaron el estatus mitológico de Yiya Murano. Su caso, mezcla de novela policial y sainete porteño, recorrió los tribunales, los cafés y hasta los programas de chimentos de los años ochenta. Prestamista de barrio, manipuladora y con una sonrisa impecable, envenenó a tres mujeres de su círculo íntimo para borrar sus deudas. Fue detenida en 1979, condenada en los años siguientes y liberada 13 años después, beneficiada por el régimen del “dos por uno” que reducía las penas efectivas.
Murano murió en 2014, sola, en un geriátrico del barrio porteño de Belgrano, pero su nombre sigue resonando como sinónimo de veneno, traición y cinismo.
Los crímenes que estremecieron a Monserrat
Corría febrero de 1979 cuando tres mujeres —Nilda Gamba, Lelia “Chicha” Formisano y Carmen Zulema “Mema” del Giorgio de Venturini— murieron en circunstancias casi idénticas: dolores de estómago, té compartido con Murano y certificados de defunción apresurados que evitaban la autopsia.
La mujer, que les debía dinero a las tres, aparecía siempre cerca de las escenas, al ofrecer cuidados o gestiones “por cariño”. El hallazgo de cianuro en el cuerpo de su prima destapó el escándalo y marcó su caída. La prensa la bautizó “la envenenadora de Monserrat”, un apodo que convirtió el horror en mito popular.
De Ezeiza a la libertad: la condena y la polémica salida
Murano fue detenida el 27 de abril de 1979 en su departamento de la calle México. Pasó por el penal de Ezeiza, donde incluso sufrió una operación en la cabeza después de un desmayo. En 1982 fue absuelta por un juez, pero tres años después, en 1985, volvió a ser condenada por los homicidios.
Pese a la gravedad de los cargos, solo cumplió trece años de prisión efectiva, beneficiada por el sistema del “dos por uno”, que duplicaba los días de detención preventiva sin condena firme. Salió en libertad a fines de los ochenta y, según versiones de época, envió una caja de bombones a los jueces que firmaron su liberación, un gesto tan macabro como coherente con su leyenda.
De la crónica policial al mito cultural
Su historia fue llevada a la televisión, al teatro y a los documentales. En 2008, Mujeres Asesinas (Canal 13) retrató su caso con un tono de tragicomedia que revivió el interés por su figura. Para muchos, Murano condensó el lado oscuro del ascenso social porteño de los setenta: la apariencia respetable, el dinero fácil, el veneno detrás de la porcelana.
