Brasil dará un paso histórico en su programa espacial con el lanzamiento del cohete HANBIT-Nano, desarrollado por la empresa surcoreana Innospace, desde la base de Alcântara, en el estado de Maranhão. Este será el primer lanzamiento orbital con fines comerciales que se realiza en el país, que hasta ahora solo había efectuado cohetes suborbitales, los cuales no logran colocar satélites en órbita. La fecha clave es el próximo 17 de diciembre, si las condiciones climáticas acompañan.
Esta misión, llamada Spaceward 2025, es producto de una colaboración entre la Fuerza Aérea Brasileña (FAB) y la Agencia Espacial Brasileña (AEB). Representa un salto fundamental hacia la autonomía tecnológica y la soberanía nacional, permitiendo a Brasil ingresar al mercado de lanzamientos espaciales comerciales y potenciar su economía espacial a través de la aplicación tecnológica, científica y comercial.
La base de Alcântara es estratégica por su ubicación cercana al ecuador, lo que proporciona una ganancia de energía del 20-30% en comparación con otras bases internacionales, como Cabo Cañaveral o Kourou. Esto permite ahorrar combustible y lanzar cargas más pesadas en casi cualquier órbita terrestre. Además, su cercanía al océano Atlántico garantiza la seguridad de los lanzamientos, ya que la trayectoria no atraviesa zonas pobladas.
Este lanzamiento también es una oportunidad para dejar atrás la tragedia de 2003, cuando explotó el prototipo VLS-1 V03 en la rampa de Alcântara, causando la muerte de 21 técnicos e ingenieros y frenando el programa espacial brasileño durante años. Ahora, con el HANBIT-Nano, Brasil retoma su camino hacia la consolidación de un polo espacial moderno y competitivo.
El interés internacional en Alcântara es creciente, especialmente por parte de China, que busca usar esta base para lanzar satélites del programa sino-brasileño CBERS. Los satélites CBERS-5 y CBERS-6, previstos para 2028 y 2030, monitorearán la deforestación, incendios y clima en tiempo real. A cambio, China ofreció a Brasil cazas Chengdu J-10C, aunque esta propuesta genera preocupación por la ventaja estratégica que Pekín podría obtener sobre el territorio y sus recursos naturales.
Además, la participación china en proyectos científicos como el telescopio Bingo, instalado en Paraíba, también despierta alertas debido a la vinculación de la empresa CETC con el Ejército Popular de Liberación y su historial en tecnologías de doble uso, que incluyen vigilancia y espionaje.
El proyecto espacial de Brasil
Brasil enfrenta un desafío importante en materia de inversión pública en el sector espacial. Según la Confederación Brasileña de la Industria (CNI), el país destinó en 2023 apenas 47 millones de dólares a este rubro, lo que representa un 0,002 % del PIB y lo ubica penúltimo en el G20 en inversión pública espacial. No obstante, hay señales de recuperación con programas como Nova Indústria Brasil, que prevé invertir más de 21 millones de dólares hasta 2033 para aumentar el dominio tecnológico en aeroespacial y defensa.
En paralelo, la empresa pública FINEP lanzó licitaciones por casi 1.000 millones de reales para promover desarrollos en lanzadores, satélites de alta resolución y tecnologías de doble uso, buscando estimular el crecimiento del sector y la innovación local. Entre los proyectos nacionales en marcha sobresalen el Microlanzador Brasileño (MLBR), el VLM-AT para microsatélites y el cohete auxiliar RATO-14X, vinculado a vehículos hipersónicos. Estos avances son cruciales para sectores estratégicos como la agricultura de precisión, la meteorología y la conservación ambiental, que dependen cada vez más de recursos espaciales.
Un área de gran interés para Brasil es la agricultura espacial, que estudia cómo cultivar en condiciones de microgravedad y entornos extremos, clave para futuras colonizaciones lunares y marcianas. En 2023, Embrapa firmó una alianza con la AEB y la NASA para enviar semillas y plantas brasileñas al espacio, como parte del programa Rede Space Farming Brazil, con el objetivo de entender cómo la radiación y la gravedad afectan el crecimiento vegetal y acelerar la mejora genética para enfrentar el cambio climático.
El Ministerio de Defensa también actualizó su política espacial con el Programa Estratégico de Sistemas Espaciales (PESE) 2023, que busca garantizar autonomía y acceso seguro al espacio, además de integrar los sectores civil y militar para optimizar recursos y proteger la soberanía tecnológica.
La seguridad espacial es una preocupación creciente, sobre todo ante la proliferación de armas antisatélite (ASAT) y la acumulación de desechos en órbita que ponen en riesgo las operaciones espaciales. Brasil ha pedido a la ONU el cese de pruebas cinéticas ASAT y apunta a fortalecer su red de sensores terrestres para monitorear objetos espaciales y evitar colisiones, lo que representaría una contribución estratégica para la región y el mundo.
