Es bastante común que algunos alimentos cambien de tamaño a medida que van adquiriendo cierta temperatura como es el caso de las verduras de hojas verdes pero en otros es un dolor de cabeza. Dependiendo del tipo de cocción que se elija es probable que la carne se achique de una manera más que considerable y que la porción a consumir sea demasiado pequeña.
Para algunos expertos de la cocina es un verdadero desafío lograr que los alimentos conserven su forma, sus jugos, calidad y sabor a medida que se van cocinando. Esto demanda una serie de técnicas que se van perfeccionando con la simple acción de prueba y error. La experiencia permite encontrar el punto justo para que una comida salga de la manera esperada.
"A ver si tiene cojones de encogerse ahora", expresó Vaqu333, como figura su usuario de X (Ex Twitter). La imagen muestra a una persona que decidió sujetar un churrasco con broches de ropa para evitar que se achique. Algo que ya sucedió con otra porción que se encuentra sobre un plato. "Si no quieres que se encoja puedes probar con no rostizando la carne al punto de la incineración", señaló un usuario en los comentarios.
La observación que le realizaron es una acertada porque el uso de un fuego elevado genera que las proteínas presentes dentro de la carne se contraigan de manera más rápida, expulsen mayor cantidad de líquidos y se reduzca el tamaño de la porción. Es por ello que se aconseja cocinar con una temperatura media o baja para retener la humedad, además de que no se queme lo que uno pretende consumir.
En algunos casos, la cocción lenta es ideal porque asegura que la carne se encuentra en un perfecto estado en cada una de sus extremidades. También existe una manera indirecta en la que primero se sella el churrasco con un fuego alto durante un minuto y luego se procede a bajarlo para que el interior vaya cocinándose de a poco.
Fin del misterio, no es sangre: cuál es y cómo se llama el líquido rojo que se desprende de la carne a punto
Hay un gran debate presente en las redes sociales sobre cuál es el punto que debe tener la carne para ser consumido. Algunos prefieren que disponga de un color más tirando hacia el rojizo y otros rechazan de manera profunda este estado y señalan que se trata de sangre, además de que le falta tiempo de cocción.
Lo cierto es que el líquido que se desprende no es sangre. La carne que consumimos es tejido muscular y como tal contiene una importante cantidad de agua. La mioglobina es la proteína encargada de darle ese color rojo a la carne y acaba tiñendo también al agua que conforma el tejido", expresan desde la web del Consejo Mexicano de la Carne. No obstante, se recomienda que la carne debe alcanzar una temperatura de 65 o 70 grados para que el calor elimine la presencia de bacterias.