No laves nunca más el pollo: los peligros y por qué te podés intoxicar

Algo que parece inofensivo, puede ser altamente peligroso. Te contamos por qué no hay que lavar el pollo.

08 de octubre, 2025 | 20.18

Algo que parece tan inofensivo como lavar un pollo, puede terminar en graves consecuencias. Esta práctica tan habitual en las cocinas, es altamente peligrosa según los expertos. Y es que poner bajo agua esta ave cruda, puede derivar en una intoxicación alimentaria. A continuación te contamos por qué.

Por qué es peligroso lavar el pollo

La Agencia de Normas Alimentarias del Reino Unido (FSA, por sus siglas en inglés) advirtió hace años que lavar el pollo crudo bajo la canilla puede propagar bacterias peligrosas, como la campylobacter, a través de las gotas de agua que salpican el entorno.

Al lavar el pollo se puede caer en una intoxicación alimentaria.

Esa contaminación puede alcanzar las mesadas, los cubiertos, la ropa o incluso otros alimentos. De esta manera, la bacteria puede llegar fácilmente al organismo, por ejemplo, si después se usa el mismo cuchillo o tabla sin lavar.

Según la FSA, casi la mitad de las personas en Reino Unido (44%) aún lava el pollo crudo, en muchos casos porque creen que así eliminan la suciedad o los gérmenes. Sin embargo, el lavado no solo no elimina las bacterias, sino que las dispersa.

La campylobacter es una de las bacterias más comunes que causan intoxicaciones alimentarias en todo el mundo. La infección, conocida como enteritis por campylobacter, puede provocar síntomas como diarrea, fiebre, dolor abdominal y vómitos.

En algunos casos, sobre todo en niños, personas mayores o con defensas bajas, puede derivar en complicaciones más graves, como síndrome de intestino irritable o síndrome de Guillain-Barré, una enfermedad que afecta el sistema nervioso.

Cómo eliminar realmente las bacterias del pollo

“El pollo naturalmente tiene bacterias, y la única forma segura de eliminarlas es cocinándolo bien”, explica el profesor de Microbiología Uelinton Pinto, del Centro de Investigación en Alimentos de la Universidad de São Paulo.

Para garantizar que quede libre de microorganismos, el interior de la carne debe alcanzar al menos 70 °C. Una forma de verificarlo es con un termómetro de cocina, que permite medir la temperatura sin adivinar si está “bien cocido”.

Si aun así querés enjuagar el pollo, hacelo con mucho cuidado, sin abrir demasiado la canilla y evitando salpicaduras en la bacha o en cubiertos cercanos.

Asi que, si bien lavar el pollo puede parecer algo completamente inofensivo e, incluso, una práctica segura para combatir las bacterias, la realidad es que termina siendo aún más perjudicial que dejar la carne como la compramos. Al igual que con todos los alimentos, lo fundamental es cocinarlos bien.