En pleno barrio de Retiro se levanta la Casa Basavilbaso, también conocida como Mansión Estrugamou, una de las propiedades más imponentes y caras de Buenos Aires. Construida en los años veinte, fue testigo del esplendor de las élites porteñas, que buscaban dejar huella con construcciones fastuosas y cargadas de simbolismo. A lo largo del tiempo, la casona no solo se convirtió en un ícono arquitectónico, sino también en escenario de relatos y rumores que la rodearon de un halo de misterio.
Pero lo que realmente despierta la curiosidad de porteños y visitantes no es solamente la opulencia de sus paredes, sino las historias que circulan sobre lo que oculta bajo tierra. Desde hace décadas, distintas versiones aseguran que la Casa Basavilbaso habría estado conectada con otro edificio de la familia en la zona de Arroyo y Esmeralda a través de un túnel secreto. Nadie logró confirmar su existencia, y tampoco hay registros oficiales, pero la insistencia de la leyenda la transformó en una de las historias urbanas más repetidas de Retiro.
Hoy, la propiedad está valuada en unos 10 millones de dólares, lo que la convierte en una de las mansiones más caras de Buenos Aires. Más allá de su valor material y de su relevancia histórica, lo que mantiene viva la fascinación por la Casa Basavilbaso es ese halo de intriga. Sus pasillos silenciosos, su conexión con el esplendor del pasado y la posibilidad de un pasaje oculto bajo sus cimientos la convierten en un verdadero emblema de lujo, memoria y misterio en la ciudad.
Una arquitectura y diseño dignos de admirar
El diseño de la mansión estuvo a cargo de los arquitectos Eduardo Sauze y Auguste Huguier, quienes se inspiraron en el academicismo francés y en la elegancia barroca. La fachada de piedra París, los techos altos, las escaleras monumentales y los pisos de roble esloveno hablan de un estilo que buscaba impresionar y marcar distancias sociales.
En su interior, los salones de recepción y la sala de música convivían con lujosos dormitorios y baños revestidos en mármol, todo con la intención de combinar ostentación y refinamiento. Incluso una escultura de hierro con la inscripción “Val D’Osne 58 b-Voltaire París”, declarada de interés cultural, refuerza el vínculo directo con la tradición artística europea.