En uno de los paisajes más áridos del planeta, donde hoy casi no hay vida visible, un grupo de científicos encontró señales claras de un pasado completamente distinto. En el desierto de Atacama, al norte de Chile, fueron identificadas huellas fósiles de dinosaurios pequeños que caminaron por la zona hace más de 200 millones de años, durante el período Jurásico temprano.
El hallazgo no solo sorprende por el tamaño de las pisadas, algunas miden apenas unos centímetros, sino también por lo que revelan sobre la región: Atacama no siempre fue un desierto, sino un entorno con agua, sedimentos húmedos y condiciones aptas para sostener vida animal.
Las huellas corresponden a dinosaurios bípedos de pequeño porte, probablemente herbívoros u omnívoros, que se desplazaban sobre superficies fangosas. Ese barro, endurecido con el paso del tiempo y cubierto luego por nuevas capas de sedimentos, permitió que las marcas quedaran preservadas hasta hoy.
A diferencia de los esqueletos fósiles, que requieren condiciones muy específicas para conservarse, las huellas funcionan como fotografías instantáneas del comportamiento animal: cómo caminaban, si lo hacían solos o en grupo, a qué velocidad se movían y qué tipo de suelo pisaban.
Atacama, muy distinto al que conocemos
Uno de los datos más reveladores del descubrimiento es el contexto ambiental. Para que estas huellas existan, el terreno debía estar húmedo, lo que indica la presencia de lagunas, ríos o planicies inundables. Esto refuerza la idea de que, durante el Jurásico, la región tenía un clima mucho más templado.
El contraste con el Atacama actual, uno de los desiertos más secos del mundo, vuelve al hallazgo todavía más impactante: donde hoy hay polvo y sal, alguna vez hubo dinosaurios dejando marcas en el barro.
Los investigadores destacan que este tipo de registros ayuda a completar vacíos en el mapa paleontológico de Sudamérica. Las huellas pequeñas suelen pasar desapercibidas o deteriorarse con facilidad, por lo que encontrarlas en buen estado es poco común.
Además, aportan evidencia directa de la diversidad de dinosaurios que habitaban el continente, incluyendo especies de menor tamaño que no siempre quedan reflejadas en el registro fósil tradicional.
