Todos alguna vez tuvimos miedo de toparnos con un pollito a la hora de cocinar un huevo. En esta oportunidad, lo aparentemente imposible sucedió. Y es que una mujer en China compró varios maples de huevos, se fue de vacaciones, y en su regreso se encontró con 70 pollitos piando en su cocina.
La señora Jiang vive en la ciudad de Qingdao, provincia de Shandong, al este de China. Un día, luego de estar dos jornadas fuera de su casa, regresó y se topó con que 50 pollitos habían nacido de los 90 huevos que compró en el mercado. Como si esto fuera poco, a ese número se le sumaron otros 20 animalitos amarillos y emplumados.
¿Cómo puede ser esto posible?
Lo sucedido con la señora Jiang no significa que ahora vaya a ocurrir cada vez que compremos huevos. Se trata de un caso casi único, en el que se combinaron las condiciones climáticas de Qingdao y un "traspapelado" de huevos, ya que el alimento que comúnmente se consume no está fertilizado, es decir, los que llegan son de las gallinas "ponedoras" y no las que van a tener cría.
Por qué los huevos que comemos no se convierten en pollitos
Los huevos que llegan a la mesa de la mayoría de los hogares provienen de gallinas ponedoras, aves criadas específicamente para producir grandes cantidades de huevos. Sin embargo, a diferencia de lo que muchos creen, esos huevos no están fertilizados.
Esto ocurre porque en las granjas destinadas a la producción de huevos de consumo no hay gallos presentes. La gallina pone un huevo cada 24 a 26 horas, independientemente de que exista fecundación. Por lo tanto, los huevos que se venden en supermercados o verdulerías son huevos sin embrión, imposibles de transformarse en pollitos.
En cambio, para que un huevo pueda desarrollar vida es necesario que la gallina conviva con un gallo. En ese caso, el huevo puede estar fertilizado y, bajo condiciones adecuadas de incubación, dar lugar al nacimiento de un pollito. Estos huevos fértiles suelen destinarse a criaderos o granjas de producción avícola, y no a la venta masiva para consumo humano.
En pocas palabras, la diferencia radica en que los huevos comunes de supermercado nunca darán origen a pollitos, mientras que los huevos fértiles de criaderos sí pueden hacerlo si se incuban en el ambiente correcto. Por lo que, lo sucedido con la señora Jiang es un caso único y casi irrepetible.