Marcelo Subiotto: la película que filmó con su esposa, cómo será su personaje en el spinoff de El Marginal y qué piensa sobre el ataque de Milei al cine argentino

El actor Marcelo Subiotto es uno de los protagonistas de El Mensaje, nueva película de Iván Fund, que puede verse en salas de cine de Argentina.

29 de julio, 2025 | 18.00

Marcelo Subiotto está pasando un gran momento profesional. Además de su destacada trayectoria en teatro independiente y oficial, el actor conoció las mieles de la popularidad mundial en los últimos años gracias a la película Puan, de Benjamín Nashtat y María Alché, y la serie El Eternauta, de Bruno Stagnaro basada en la novela gráfica de Héctor Germán Oesterheld. Y en la actualidad es uno de los protagonistas de El Mensaje, un drama místico que también cuenta con su esposa, la actriz Mara Bestelli, en un rol protagónico. En la película de Iván Fund, el matrimonio compone a los tutores de una niña que posee el don de comunicarse con los animales. ¿Magia o oportunismo?

En un mano a mano con El Destape Marcelo Subiotto habla de su nueva película, actualmente en salas de cine, adelanta cómo será su personaje en la serie de Netflix En el Barro y reflexiona sobre el valor de la cultura en un momento de ajuste, desprestigio y desfinanciación impulsado desde el Gobierno Nacional.

Trabajás seguido con tu esposa, Mara Bestelli….

- Nos conocimos trabajando en una obra de Daniel Veronese, en Espía a una mujer que se mata, una versión de Tío Vania, y nos llevamos muy bien en el trabajo porque tenemos una mirada muy similar con respecto a cómo abordar las cosas y una comunicación bárbara. Y esta película que hicimos con Iván, quien ya nos dirigió en Piedra Noche, nació en las sobremesas de casa. Con Iván tenemos una relación casi de familia.

En El Mensaje no se sabe si la conexión con los animales que tiene la niña protagonista es magia o ficción, pero está muy presente en la trama el juego con la inocencia por lo inesperado. ¿Lo mágico es un tema que te convoca?

- Sí, la ilusión y la creencia… que también son las temáticas básicas de El Mensaje. Los tutores de la protagonista viven de una manera muy frágil y la gente que se acerca a ellos lo hace por una necesidad de creencia. Creo que ese es un tema complejo y súper humano, es algo que no podemos tocar, que no puede estar medido científicamente, es algo antipositivista y por lo tanto -para el tiempo en que uno vive y para nuestra contemporaneidad- no deja de ser algo que puede rozar incluso lo espiritual, en términos de pensar que hoy estamos acá y en algún momento no sabemos.

¿En algún momento de tu vida estuviste en ese lugar de necesitar creer en algo?

- Cuando uno necesita creer no es consciente de su necesidad, simplemente cree. Y me parece que nosotros estamos muy habituados a eso, sobre todo quienes nos dedicamos a la actuación, al arte, a hacer películas u obras de teatro. Hay una creencia en lo que hacemos y una convicción. No son datos empíricos ni fácticos, hay algo del orden humano que está muy involucrado.

Y del orden de lo místico…

- Sí, se trata de generar una experiencia que por un rato te saque de la realidad a la que estamos obligados a vivir y te abra otra dimensión para espiar otras cosas.

El cine argentino está pasando instancias críticas, pero en paralelo tu carrera viene en ascenso y con reconocimiento mundial desde la película Puan. ¿Cómo transitás este momento personal?

- Los actores tenemos una profesión que no guarda ningún tipo de lógica: podés estar en el momento de crisis más grande de un país y estar trabajando un montón, así como en un momento de mayor producción y no tener trabajo. Sí es cierto que tanto Puan como El Eternauta son dos producciones audiovisuales que me permitieron una popularidad mucho más grande de la que tenía en mi trabajo. A su vez, creo que las dos hablan de la época, te diría que Puan es una película a la que la coyuntura política le definió el género.

Se adelantó a la coyuntura política.

- Cuando leí el guion de Puan era una distopía, cuando se estrenó en los cines era realismo y cuando llegó a las plataformas -que coincidió con la movilización por las universidades públicas- ya era un documental.

Con El Eternauta pasó algo muy similar, aunque ya de por sí es un material con mucho peso político por la historia de Oesterheld y su desaparición. La serie es un mensaje contradictorio a las políticas que se impulsan hoy desde el poder: El Eternauta habla de construir con el otro. Es un principio que no estaría formando parte del discurso de este Gobierno de extrema derecha.

El giro que propuso Bruno Stagnaro con Lucas, tu personaje en El Eternauta, es muy bueno. En la novela gráfica es un personaje menor, con rasgos de cobardía, cuyo arco termina en las primeras páginas y en la serie es todo lo contrario.

- Exacto. Bruno quiso trabajar sobre Lucas un arco de crecimiento personal que el resto de los personajes no tienen. Cuando todos responden a las situaciones que se van generando, Lucas es más esquivo y no tiene vocación de liderar, sino que más bien acompaña como puede. De hecho, en los primeros capítulos es uno de los que no quiere salir de la casa. Sobre el final de la temporada toma una decisión fundamental que lo involucra personalmente y que está en función a los valores de la lealtad y la amistad, muy presentes en El Eternauta.

Muchas cosas que sucedieron con El Eternauta no tenía ni idea que iban a pasar. Las repercusiones excedieron por todos lados y una de las que más me alegró fue que se triplicaron los llamados a Abuelas por el tema de la restitución de nietos. Ser parte de eso es algo que genera mucho orgullo.

Un villano con rasgos de Mengele: cómo será el personaje de Marcelo Subiotto en la serie En el Barro, el spinoff de El Marginal

Lo próximo en lo que te vamos a poder ver es la serie de Netflix En el Barro. ¿Viste El Marginal?

- Sí, vi El Marginal. La primera temporada con Juan Minujín me pareció muy interesante y duro. En el Barro es un spinoff centrado en la actriz Ana Garibaldi, que es Gladys, la viuda de Mario Borges (personaje que encarnó a lo largo de cinco temporadas el fallecido actor Claudio Rissi).

¿Cómo es tu personaje en la serie?

- Es un personaje oscurísimo, bastante siniestro. Es un médico del personal de la cárcel, muy sádico con las presas. Tiene algo de Mengele. Lo que busco cuando hago estos villanos tan crueles es tratar de comprender su psiquis, de manera tal que no los compongo desde lo que juzgo de sus comportamientos. Trato de entender cuáles son los mecanismos que funcionan en el personaje para comportarse de esa manera. Y después siempre busco analogías que me permitan encontrarme en esos lugares de oscuridad, para darle un cierto verosímil. Obviamente que si es un asesino serial no voy a encontrar nada porque no soy un asesino serial, pero tal vez me fijo en experiencias raras que no me gustaron o aspectos, aunque sean pavos, que me den herramientas para lograr un tipo de cercanía que haga más creíble la composición.

“Si perdemos la capacidad de subsidiar el cine argentino, de acá a 10 años no vamos a tener más películas”

¿En qué año empezaste a actuar?

- A finales de los ‘80. En principio me acerqué mucho al clown y después entré en la Escuela Municipal de Arte Dramático y cursé ahí unos años hasta que me volqué a trabajar en la línea del teatro antropológico. Me formé en los ‘90 haciendo muchas obras en el teatro independiente y con un movimiento de actores que no estábamos seguros de si íbamos a trabajar alguna vez en cine y televisión. Era una época en la que estaban en auge los grupos de teatro y los proyectos colectivos con estéticas que asumían cierta ética. Hacer una obra no era solamente para que la gente diga si le gustó o no le gustó, sino que buscábamos dar una opinión en el mundo, salir a interpelar y a discutir. 

¿Y en qué momento te diste cuenta que la actuación podía ser una profesión que te permitiera mantener tu economía?

- Siendo muy joven me propuse trabajar en un universo que tenga que ver con la actuación o no hacerlo más. Y me lo tomé en serio. Hice de todo para lograrlo: teatro en la calle, trabajé con zancos, en boliches, en fiestas, di clases, hice todo lo que tuviera una relación con la actuación y lo convertí en posibilidad económica.

Marcelo Subiotto en su personaje de El Mensaje, de Iván Fund.

¿Sentís que se perdió la idea de hacer teatro o arte para discutir o dar una opinión sobre algo?

- No, yo siento que cambió el mundo y entonces cambiaron los paradigmas y las fronteras se fueron borrando. Eso no está mal, porque también eran fronteras muy prejuiciosas y dogmáticas, y para un actor no hay nada peor que eso. Cuanto más abierto es el campo de acción, más interesante se vuelve la actuación.

Hoy el campo de acción es cada vez menor, si se tiene en cuenta la desfinanciación a la cultura impulsada desde el Gobierno Nacional…

- Esa es la parte que más duele, es triste. Los ataques a la cultura y la educación no te hacen más que ver un horizonte bastante embrutecido. Cuando se presentó Puan en el festival de cine de San Sebastián y tuve la suerte de traer una Concha de Plata, que es un premio muy importante, volví a Argentina y estaban instalados los discursos de “hacen cine con la nuestra, robando” y eso fue muy triste, porque con el equipo de la película veníamos contentos a mostrar lo que nuestro cine había ganado y de golpe nos encontramos con rechazo y menosprecio a la actividad. De todas maneras, creo que eso está teniendo menos espacio.

Por la presión popular. Un buen ejemplo es cuando el Gobierno trató de cerrar el cine Gaumont y la gente no lo permitió.

- Absolutamente. Cuando empezó el problema de bajar los presupuestos para cultura aparecieron discusiones válidas y que comparto que tienen que ver con que el cine es una industria que genera mucho trabajo. Pero además de eso, la cultura tiene otro valor fundamental que es, justamente, la posibilidad de presentar y representar narrativas que no son a las que estamos acostumbrados a ver por los medios masivos de comunicación o por una plataforma, que responde a ciertas lógicas del mercado porque tiene que vender y porque tiene que tener un buen rating. Esas narrativas se tienen que construir en espacios culturales que el Estado debe fomentar. 

Y no solo eso: si perdemos la capacidad de subsidiar el cine argentino -porque hacerlo bien es muy difícil- para que los jóvenes puedan encarar sus proyectos independientes, de acá a 10 años ya no vamos a tener más películas. Porque, ¿cómo hace un pibe que sale hoy de una escuela de cine con 20 años para filmar una película?, ¿cómo consigue una productora, actores, cámaras para poder trabajar?

El Mensaje, de Iván Fund, puede verse en el MALBA los domingos 27 de julio y domingo 3 de agosto a las 20, en el Cineclub Hugo del Carril (Córdoba) desde el 31 de julio al 6 de agosto, en el Cineclub América (Santa Fe) desde el 7 de agosto, y en el Cine El Cairo (Rosario) desde el 14 de agosto.