La Valenti está a días de tocar en The Roxy, el 12 de diciembre, y aún en videollamada transmite ese vértigo y esa euforia que acompañan los instantes previos a un nuevo salto. Está afinando detalles del vestuario, ajustando capas del personaje y negociando con el tiempo. Literalmente, dice, “me traje todas estas cosas, algunas las quiero usar, otras no”, mientras rememora su primera gira europea. El mundo de La Valenti siempre es un pequeño laboratorio teatral.
La charla deriva rápido hacia su primer tour en el otro lado del continente. La pregunto cómo le fue y suelta una risa que mezcla agotamiento y triunfo: “Estuviste bastante tiempo afuera”, digo. “Un montón”, responde. Y recién ahí empieza a dimensionarlo. El plan fueron 40 días, de los cuales 30 fueron de trabajo. “Hicimos 12 shows. Un show día por medio. Fue muy intenso, pero estábamos súper preparados”.
Viajó con Nan, su cómplice musical. Juntos llevaron tres formatos distintos: La Capitana, el show grande; Corazón Acústico, su criatura vulnerable y folklórica; y un tercer invento: un live set + DJ set electrónico que improvisaron para una ocasión especial. “Lo hicimos una sola vez, pero funcionó”.
La gira no solo fue trabajo, fue también una prueba de convivencia musical. “Nos reforzó un montón como pareja de laburo. Nos conocimos mucho en la cotidianeidad”, dice, con ternura inesperada. Pero hubo algo más profundo: un quiebre. Un momento de desbloqueo.
Fue en Bilbao, en el marco del BIME Pro, una de las ferias de música independiente más importantes. Competencia feroz, horarios superpuestos, salas que podían estar repletas o vacías. “Habíamos ido a shows increíbles donde había 20 personas. Teníamos miedo”. Y entonces pasó. “Fue uno de los mejores shows de La Valenti… de siempre”, dice, todavía sorprendida. “Terminamos y sentimos que habíamos logrado algo. Como subir de nivel”. Un triunfo íntimo, de esos que no llevan premio pero cambian la historia.
En Madrid, Barcelona y Bilbao hubo público local, algo que ella no esperaba. “Yo pensé que iban a ser todos argentinos, pero no. Había muchos locales. En Barcelona se agotó en el día. Y fue en una de las salas del Apolo. O sea… donde toca Bob Dylan”. Lo dice sin exagerar. “Mi cara al lado del cartel del Apolo”, sonríe.
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De la Capitana al Corazón Acústico: el universo expandido de La Valenti
La Valenti está construyendo un universo entero, una mitología personal. La Capitana, Corazón Acústico, sus canciones electrónicas, el folklore, el pop. Todo convive, pero no de manera caótica, sino que de forma viva. “Este año descubrimos que Corazón Acústico es como el sueño de La Capitana. Un espacio onírico, vulnerable. Sí o sí es para llorar”, explica. En esa parte del show, el personaje aparece con la cara blanca y una pollera hecha de un vestido de novia. “La prenda caracteriza ese momento. Quiero que haya cosas del mundo que las veas y te remitan a algo que ya conocés”.
Ese es su plan para The Roxy, que el personaje evolucione en escena. “Se va a ir sacando capas", cuenta. El 2025 la encontró unida musicalmente a Santi Muk en una reversión íntima y preciosa de Volver al sur. Y se vienen más. La idea es que sus canciones puedan existir en la voz de otros. Como un desprendimiento. ¿Un disco con todas esas reversiones? “No sé. Por ahora los saco sueltos. Capaz alguno más. Y después quiero hacer un EP de electrónica”. La versatilidad no le preocupa, la define. El 12 se sube al escenario y vuelve a ser muchas cosas a la vez: capitana, folclorista, bailarina ritual y criatura electrónica.
