A 3 años de su última visita al país (Estadio River Plate, 2022), Guns N’ Roses coronó su regreso a la Argentina con un show final arrollador en el Estadio de Huracán, producido por DF Entertainment, Ake Music y Mercury Concerts. En el marco de su gira mundial “Because What You Want & What You Get Are Two Completely Different Things”, la banda liderada por Axl Rose desplegó una vez más su arsenal de himnos para hacer vibrar a sus fans con toda la fuerza del hard rock.
Durante casi tres horas, Guns N’ Roses entregó un show demoledor sostenido por una discografía que definió el pulso del rock durante más de cuatro décadas. Clásicos inoxidables, potentes gemas ocultas y baladas épicas se encadenaron en un recorrido vertiginoso en el que Axl Rose al frente y los fundadores Slash y Duff McKagan volvieron a encarnar esa alquimia única que los convirtió en leyendas.
Una performance sólida de principio a fin, donde el despliegue musical tuvo puntos altísimos donde también se lucieron Richard Fortus en guitarra, el pianista Dizzy Reed, y la potencia del debutante Isaac Carpenter en batería. Como no podía ser de otro modo, la bienvenida al show fue con “Welcome to the Jungle”, con una descarga inmediata de adrenalina, seguida por “Mr. Brownstone” (Appetite for destruction), “Chinese Democracy” (Chinese Democracy) y “Bad Obsession” (Use Your Illusion I), que tejieron el primer tramo con fuerza y actitud y sentando las bases para un recorrido por todos los álbumes. Le siguieron “It’s So Easy”, “Slither” y “Pretty Tied Up”, en una secuencia que revivió facetas varias del universo Guns N’ Roses.
Los covers sumaron carácter y emoción: “Live and Let Die” del grupo de Paul McCartney Wings encendió al público, mientras que “Never Say Die” y “Sabbath Bloody Sabbath” mantuvieron vivo el homenaje a Ozzy Osbourne, que desató una verdadera ovación entre los presentes. También resonaron “New Rose” y “Knockin’ on Heaven’s Door”, clásicos que ya son parte del ADN del grupo.
Un cierre épico
Después del clímax de “Civil War”, los Guns todavía tenían unos últimos gustos para el público. Slash brilló en un solo demoledor que desembocó en el estallido colectivo de “Sweet Child o’ Mine”. “November Rain”, con Axl al piano, elevó el clima a un nivel ceremonial, y las canciones emotivas como “Street of Dreams” mantuvieron la intensidad a flor de piel. Para el cierre, la banda se guardó artillería pesada: “Nightrain” puso a todo el estadio en movimiento y “Paradise City” lo coronó con una explosión de riffs, fuegos y aplausos, cerrando dos noches inolvidables en Buenos Aires.
