El Banco Central y el FGS tienen en su poder prácticamente la mitad de la voluminosa deuda que emitió en pesos la administración de Javier Milei para cubrir el déficit financiero y mantener funcionando la bicicleta financiera o carry trade y que ahora el Gobierno quiere reestructurar, según versiones de voceros paraoficiales, con la intención de reiniciar un nuevo proceso de endeudamiento.
En conjunto, el BCRA y el FGS tienen el 49% del total de los bonos por 229 mil billones de pesos que están en circulación, según las estimaciones “basadas en múltiples fuentes oficiales y estimaciones propias” que hizo la consultora 1816. El 51% restante se lo distribuyen 26% los bancos públicos y privados y 25% Fondos Comunes de Inversión (FCI), compañías de seguro y fundamentalmente el manejo de la liquidez de las empresas y ahorristas.
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La estrategia de utilizar al Banco Central y el FGS para financiar las necesidades del Tesoro fue recurrente sin distinción de administración, solo que la gestión de Milei, el ministro de Economía, Luis Caputo, y el presidente del Banco Central, Santiago Bausili, siempre renegó y adjudicó a esta práctica el origen de la inflación en la economía argentina.
El BCRA tiene prohibido participar en las licitaciones primarias del Tesoro, por lo que su rol es sostener el valor de la deuda en el mercado secundario, lo que ejecuta haciendo compras, muchas veces al propio FGS, para que este pueda ingresar con los fondos en una nueva licitación. También por esta vía otorga liquidez a bancos oficiales que venden los títulos al BCRA en el mercado secundario y van con los pesos a comprar deuda en la emisión primaria. Es decir, con un mismo peso, se compran dos títulos: uno en efectivo en las licitaciones del Tesoro y otro vía canje con la tenencia que acumula el BCRA.
La Secretaría de Finanzas negocia mano a mano con el BCRA los canje de sus tenencias, por lo que va acumulando en su balance todos los títulos que compra en el mercado y luego canjea por los nuevos bonos. Esta estrategia se conoce como financiamiento indirecto del Tesoro y es la forma de evitar las restricciones que le impuso al Gobierno el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.
El BCRA también realizó financiamiento directo, vía la transferencia de utilidades contables generadas en 2024 y que se transfirieron este año por 11,7 billones de pesos, por lo que la administración libertaria utilizó todos los mecanismos de asistencia directa e indirecta.
El FGS informa en su balance trimestral que incrementó en 14,2% la tenencia de títulos públicos nacionales, a un monto global de 64,6 billones de pesos, pero no discrimina entre los bonos en pesos y los bonos emitidos en divisas, como los AL o GD.
Aún con la ayuda del BCRA y el FGS, el Tesoro tiene que enfrentar la renovación del resto de los vencimientos y para la licitación de esta semana tomó la decisión de limitar la posibilidad del mercado de suscribir instrumentos de corto plazo y quiere obligarlos a tomar deuda con vencimiento posterior a las elecciones legislativas de medio término.
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Ahora, además, trascendió que dentro de la idea del equipo económico está la de llevar adelante una “reestructuración voluntaria” de la deuda, que alcanzaría a esta mitad en manos del Banco Central y el FGS pero que aún planteada en esos términos debería ser asumida como un “default selectivo” por las calificadoras de riesgo, si mantienen el mismo criterio que en el pasado reciente.
La versión de la reestructuración la hizo circular a través de la red social X el economista Salvador Di Stefano, devenido en vocero económico del oficialismo, con diálogo directo con el presidente Javier Milei y el ministro Caputo: “Una deuda pública que va rumbo a una reestructuración voluntaria, para postergar en el tiempo los pagos de capital, y bajar la tasa de interés de mercado”, escribió el economista y que fue rescatado por el analista Carlos Maslatón, quien también en esa red social estimó como “muy valiosa manifestación del forista ultraoficialista Salvador Distéfano: nos habla ya de reestructuración de la deuda pública argentina. Algo sabe, se reúne con Milei seguido”.
La necesidad de reestructurar la deuda se origina en el alto volumen y corta duración, que expone al Gobierno a el estrés de enfrentar vencimientos donde debe convalidar suba de tasas o dejar liquidez en el mercado, que se vuelca a la dolarización, haciendo subir el precio de la divisa y generando expectativa de aceleración inflacionaria.
Además, por la intransigencia ideológica del presidente Milei que impide acumular reservas en el Banco Central, el Tesoro intentó apropiarse del stock de pesos invertidos en las Letras Fiscales de Liquidez y generó un descalabro en el mercado con una disparada de las tasas que siguen en niveles excesivamente altos en términos reales.
Las tasas de caución, donde las entidades buscan la liquidez, cerraron este martes en niveles récord de 73% de Tasa Efectiva Anual en el mercado de valores, donde operan minoristas, y de 113% de TEA en el Mercado Abierto Electrónico, donde operan las entidades financieras. También las tasas de las Lecap en el mercado secundario siguieron subiendo el martes y en instrumentos como la letra que vence esta semana rindieron 5,41% de3 Tasa Efectiva Mensual y de 3,97% para la que vence a fin de mes.
Con esas tasas y la novedad de licitar bonos atados a la tasa promedio de los depósitos a plazo fijos mayoristas superiores a 1.000 millones de pesos, conocida como TAMAR, este miércoles se conocerá la reacción del mercado a la oferta del Gobierno de postergar vencimientos para después de las elecciones y ahora con la versión de que se viene una reestructuración.