La nueva suba de los encajes que entrará en vigencia este martes, ante el temor de una mayor suba del dólar y la inflación, llevó la limitación que tienen los bancos para prestar a su nivel más alto en años, incluso teniendo en cuenta todo el período del gobierno anterior, de 2019 a 2023.
El fracaso de la licitación de deuda del miércoles pasado, en la que solo se renovaron el 61% de los vencimientos, hizo que el Ministerio de Economía debiera llamar a una nueva licitación de emergencia para este mismo lunes, en la que deberá convalidar tasas cómodamente por encima del 69% de TNA ofrecida solo cinco días atrás. Así, buscará absorber unos 6 billones de pesos en manos de los bancos y evitar que ese dinero esté disponible para irse al dólar y a la inflación.
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Pero, como complemento de esta medida, el Banco Central resolvió quitarle liquidez a los bancos por las malas, subiendo el último jueves los encajes (la parte de los depósitos inmovilizada en el BCRA y que por lo tanto no puede ser prestada al público) al 50%.
La medida empezará a regir este martes, un día después de la nueva licitación, y seguirá vigente hasta el 28 de noviembre, con lo cual el Gobierno busca garantizar que el tipo de cambio y la inflación se mantengan a raya hasta después de las elecciones.
En medio de la creciente desconfianza de los mercados, el escalonamiento de los encajes se aceleró precipitadamente. A mediados de julio pasado, el BCRA anticipó que el 1º de agosto los subiría del 20% (en el que se encontraban desde noviembre de 2024) al 30%. Sin embargo, la fuerte suba del dólar llevó a que finalmente pasaran al 45%, más que duplicándose en quince días, para volver a aumentar otros 5 puntos solo dos semanas después.
Los encajes, en niveles récord
Lo cierto es que la tasa actual de los encajes no solo es la más alta de la era Milei, sino que también resulta récord a largo plazo. Es, por lo menos, la más mayor en cinco años, ya que nunca en todo el período 2019-2023 este instrumento llegó a tener su nivel de hoy.
Fuentes que formaron parte de la administración de Miguel Pesce en el Banco Central recordaron que en esa época los encajes llegaron a un máximo del 40% y destacaron que, además, la mayoría de ellos eran remunerados a través de Leliq o de títulos públicos.
Incluso, señalaron que bajo la presidencia de Pesce había también una política de premios que permitía a los bancos acceder a una baja de los encajes, por ejemplo mediante un aumento de la cantidad de cajeros operativos, de las líneas de crédito a pymes y de la cantidad de sucursales en zonas desfavorables. Todas medidas de compensación que, aseguran las fuentes, fueron eliminadas por la administración de Santiago Bausili.
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Aunque el BCRA no dispone de una base de datos única con la variación histórica de los encajes, el economista Alejandro Krebs, de GERES, recordó que ni siquiera en la crisis de 2018 fueron tan altos como ahora, ya que entonces alcanzaron "solo" un 44%. Y añade que cifras más altas que el 50% se encuentran décadas atrás, como el 80% al que llegaron los encajes en 1982, año en que la inflación fue del 343%.
La tasa actual de los encajes "representa uno de los niveles más altos de las últimas décadas. Ni en los años 2019-2023, cuando se especuló con subas grandes, se había alcanzado este valor", coincidió Eric Paniagua, economista experto en finanzas de la consultora Epyca.
Este nivel récord de inmovilización de depósitos, contra los deseos del mercado, resulta muy curioso para un gobierno autodenominado libertario. Lejos de destruir al Banco Central, Javier Milei lo llena de cada vez más depósitos pertenecientes a la gente.
El alivio para los bancos viene dado por el carácter remunerativo de parte de los encajes que el mismo BCRA estableció el jueves. Sin embargo, se trata de una compensación marginal, ya que de los 50 puntos totales las entidades bancarias solo podrán remunerar tres. En otras palabras, el Gobierno que venía a instaurar el libre mercado terminó castigando a los bancos por no haber adherido sin miramientos a las tasas ofrecidas en la última licitación.
El crédito, por las nubes
El principal problema, advirtió Krebs, es que la fuertísima suba de los encajes de esta semana conlleva tasas para el crédito obviamente muy altas, de un 80%, calcula, para que los bancos puedan recuperar lo que pierden por la parte inmovilizada de los depósitos.
Claro que esta disparada del interés de los créditos no se da en un contexto de hiperinflación como en 1982 sino en uno de baja nominalidad, lo que evidentemente supondrá un enorme desaliento para las empresas. "La medida busca absorber liquidez y frenar la presión sobre el dólar, pero también implica encarecer el crédito y restar dinamismo a la economía real. En definitiva, es un instrumento ortodoxo en un contexto complejo: incrementa el apretón monetario para secar la plaza en el corto plazo, con la contra de tensionar al sistema financiero y limitar su capacidad de prestar", explicó Paniagua.
Es decir, tras la aceleración de la inflación de los últimos meses y el despertar del dólar, el Gobierno debió decidir entre recuperar un poco de actividad antes de las elecciones o hacer todo lo posible para que no se descontrole la suba de precios. Queda claro cuál fue la opción elegida.