Milei, el dólar y la devaluación: ¿Será antes o después de octubre?

El déficit de la cuenta corriente, el récord de gasto turístico en el exterior y la fragilidad del superávit comercial exponen la inconsistencia del plan económico. El FMI por ahora no presiona, pero el mercado se prepara para una devaluación que Milei intenta postergar al menos hasta después de las elecciones. 

29 de junio, 2025 | 00.05

El interrogante que empezó a recorrer el mundo empresarial y entre financistas es simple y contundente: ¿será antes o después de octubre?

El evento que genera esta inquietud temporal se refiere a un eventual ajuste del tipo de cambio. La mayoría no tiene dudas de que sucederá, sólo aparece la especulación de cuándo será y cuál será la intensidad de la cobertura cambiaria por el temor a una fuerte devaluación. 

El antes o el después corresponde a la fecha de las elecciones legislativas de medio término. Muchos de los miembros de estas fracciones del poder económico prefieren que cualquier acontecimiento traumático en el mercado de cambio sea luego de la apertura de las urnas.

Más que el resultado general de todo el país que surja de las urnas, el objetivo principal de Javier Milei apunta a anotarse el triunfo en la provincia de Buenos Aires, misión que esta apoyada por gran parte del establishment.

Esto tiene que ver con los deseos políticos del poder económico y financiero, que hoy son más potentes que la demanda de ordenamiento del sector externo. Sin embargo, la fragilidad expuesta, con datos oficiales, para el primer trimestre de este año, neutraliza la simpatía política hacia Milei cuando tienen que evaluar qué hacer con su propio capital.

La estrategia política del oficialismo está basada en mantener bajo control dos variables clave: la cotización del dólar y la tasa de inflación. Para ello, requiere sostener el atraso cambiario con reservas alimentadas por anabólicos de deuda externa. La experiencia indica que es un sendero insostenible en el tiempo. 

Aquí aparece el interrogante inicial que está llenando de nubarrones el horizonte cercano del mercado cambiario. Por lo pronto, el FMI tiene su propia respuesta: no exigirá ningún ajuste disruptivo antes de las elecciones porque, como se sabe, su titular, Kristalina Georgieva, es una de las líderes de la campaña electoral de Milei.  

durante el primer trimestre de 2025, la balanza de pagos mostró un deterioro significativo en la cuenta corriente, que arrojó un déficit de 5191 millones de dólares.

El desequilibrio de la cuenta Servicios ascendió a 4502 millones de dólares en el primer trimestre de 2025, según el Indec.

Los dólares se van por la canaleta del turismo al exterior.

Los datos oficiales de la Balanza de Pagos, del primer trimestre de este año, encendieron luces de alerta en el ecosistema de analistas de la city: el sector externo está en rojo furioso, con tendencia a una mayor profundización del desequilibrio en lo que resta del año. 

Para los lectores de El Destape no es una novedad. Se han estado informando de la dinámica peligrosa de esta zona crítica del plan económico de Milei desde hace bastante, cuestión que ha sido minimizada en forma reiterada por quienes exponen el discurso económico convencional, hasta que la realidad los hace colisionar con sus anteojeras ideológicas.

El Indec informó que, durante el primer trimestre de 2025, la balanza de pagos mostró un deterioro significativo en la cuenta corriente, que arrojó un déficit de 5191 millones de dólares. Este monto contrasta con el leve superávit de 176 millones registrado en el mismo período del año anterior.

La diferencia de más de 5300 millones de dólares en relación con el primer trimestre del 2024 se explica, en gran parte, por el deterioro del intercambio de servicios, que duplicó su déficit y superó en un solo trimestre todo lo que acumuló en 2024. 

El desequilibrio de la cuenta Servicios ascendió a 4502 millones de dólares. Dentro de esta categoría, el rubro viajes al exterior contabilizó una pérdida neta de 3464 millones de dólares, un nivel récord para un periodo similar, según el Indec. El aumento de los gastos del turismo en el exterior coincide con la agudización del atraso cambiario. 

Entre los economistas no es un secreto que el ministro Luis Caputo sabe poco de macroeconomía.

Dentro de la cuenta Servicios, el rubro viajes al exterior contabilizó una pérdida neta de 3464 millones de dólares, un nivel récord histórico, según el Indec.

Caputo dice que no es importante el rojo en la cuenta de dólares.

Cuando gobiernan los fundamentalistas del ajuste fiscal se menosprecia el déficit de cuenta corriente. Para cubrir este agujero del sector externo, se aumenta el endeudamiento en dólares, atajo para estabilizar transitoriamente la cotización del tipo de cambio, como está sucediendo en el actual plan liberal-libertario.

Entre los economistas no es un secreto que el ministro Luis Caputo sabe poco de macroeconomía. Entonces no le pueden exigir comentarios con cierta rigurosidad respecto al descalabro de las cuentas externas. No se ocupan de señalarlos más por simpatía política que por otra cosa, y otros no lo hacen por temor a la violencia discursiva de Milei acompañada del hostigamiento del ejército libertario en redes sociales. 

En su exposición en el Congreso Somos Pymes, en la Rural, Caputo afirmó que el saldo negativo en la cuenta corriente de la balanza de pagos “es algo absolutamente razonable y hasta sano para una economía que está creciendo al 6%”.

El saldo negativo de casi 5200 millones de dólares tiene poco que ver con el rebote de la economía, en la comparación interanual, luego de la fuerte caída del 5,1% del primer trimestre del 2024, como consecuencia de la megadevaluación del 13 de diciembre de 2023. El déficit externo se explica por el acelerado atraso cambiario, que provocó un boom del turismo en el exterior. 

Puede ser que Caputo se haya confundido con el aumento de las importaciones, que viene asociado al crecimiento de la economía, pero esta cuenta es la balanza comercial; no la balanza de pagos. 

El panorama es bastante inquietante puesto que también se está evaporando el superávit comercial: las importaciones están subiendo a paso redoblado, destacándose el alza de vehículos de transporte de pasajeros (en mayo pasado, +160% interanual) y de bienes de consumo (+75%).

¿Cuál fue el destino de un ministro de Economía y su plan económico cuando ignora las señales de alerta del sector externo?

el FMI tiene la respuesta: no exigirá ningún ajuste disruptivo antes de las elecciones porque, como se sabe, su titular, Kristalina Georgieva, es una de las líderes de la campaña electoral de Milei.

Aprender a sumar y restar.

Javier Milei se jacta de saber sumar y restar, cualidades que él grita que no tienen cada uno de los que cuestionan su programa económico. Sin embargo, asegura, sin ruborizarse, que no existe riesgo de crisis cambiaria porque se está registrando superávit fiscal. 

Sin ánimo de poner nervioso al Presidente, es necesario que alguien le comente que es un error, si bien es habitual en el mundo de la ortodoxia rústica, mezclar la disponibilidad de pesos y de dólares en el análisis de las cuentas públicas.

La confusión en la que no pocos economistas se enredan mezclando cuentas en pesos y en dólares no deja de sorprender. Sostienen que la existencia del superávit fiscal -sin considerar la sustentabilidad- inmuniza a la economía de una crisis externa. 

Aunque parezca obvio, es necesaria la aclaración: por un lado, existe el desafío del equilibrio y/o el financiamiento del déficit de las cuentas en pesos, y por otro, aparece la otra misión económica complicada de relajar la restricción externa, o sea, la escasez relativa de dólares. 

En términos cambiarios, el saldo fiscal positivo alivia -no las anula- las presiones de demanda de dólares en la plaza local, pero no tiene influencia relevante sobre las cuentas externas, que poseen una dinámica distinta casi sin importar lo que sucede con las cuentas fiscales.

El nivel del tipo de cambio, la evolución de los montos y los precios de las exportaciones, como así también de las importaciones, el ingreso de inversiones extranjeras directas y de cartera de inversión, y el movimiento de la cuenta Servicios -destacándose el rubro Turismo-, son igual o más importantes que la cuestión fiscal para avanzar en la estabilidad de la economía bimonetaria argentina.

El problema de Milei es que le faltan dólares.

El discurso que permite encandilar a muchos refiere a la reducción del gasto público, con la utilización de la motosierra de Milei que no fue sobre la “casta”, sino contra los jubilados, la obra pública, las finanzas de las provincias y las universidades públicas.

La contracción monetaria acompañada del ajuste fiscal es la fórmula elegida, según el plan liberal-libertario, para mantener estable el mercado cambiario y, por lo tanto, tener bajo control la tasa de inflación. Esto último se debe al ancla del tipo de cambio y no por la poda del gasto público, abierta contradicción entre el decir y el hacer del gobierno de Milei.

En este torbellino de confusiones y contradicciones, el equipo económico insiste con la idea de que si el Tesoro ajusta sus cuentas podrá adquirir todos los dólares que necesite. Esto es lo que difundió el Ministerio de Economía: el Tesoro empezó a comprar “bloques de oferta de dólares” para mostrar al mercado que puede ser comprador dentro de la banda cambiaria y, como señal, que le empieza a dar importancia a la acumulación de reservas internacionales, sin esperar que el tipo de cambio se ubique en el piso de la banda, como aspiraba Milei.

En la city aparece la especulación de cuándo será el ajuste y cuál será la intensidad de la cobertura cambiaria por el temor a una fuerte devaluación.

Subir la tasa de interés para desalentar la cobertura cambiaria preelectoral.

La restricción monetaria impulsada por el Banco Central, aunque aquí también hay una distancia sideral entre la postulación y la realidad, define un mercado con escasez de pesos disponibles para desalentar la demanda de dólares.

La falta de liquidez se reflejó en la última licitación de deuda en pesos, que cubrió cerca del 60% de los vencimientos, dejando una abundante masa de dinero disponible en los bancos. Para capturar estos fondos, el Tesoro tuvo que pagar tasas de interés del 40% anual, por encima de la tasa de inflación estimada y mucho más elevada que la tasa de devaluación esperada. 

Para los próximos meses se espera una recuperación de la demanda real de dinero, donde los bancos siguen creciendo en crédito en pesos y achicando sus excedentes de liquidez. A esa expansión de la demanda real de dinero se le suma la necesidad estacional que surge, primero, por el pago de impuesto (mayo y junio), para luego venir del lado del pago de aguinaldos y vacaciones. La jugada especulativa del presidente del Banco Central, Santiago Bausili, es tener un mercado financiero poco líquido en pesos, con tasas reales altas para evitar un salto en el tipo de cambio.

Estos factores son los que están incidiendo en el actual equilibrio cambiario con tasas de interés en alza. Es el movimiento especulativo conocido: como existen cada vez más jugadores de la city que empiezan a evaluar que el tipo de cambio tiene margen para subir, buscan un premio mayor para mantenerse en pesos (tasas de interés más altas).

En esta instancia, irrumpe nuevamente el interrogante del comienzo: ¿será antes o después de octubre? Dependerá de la velocidad e intensidad de la cobertura cambiaria que haya previa a las próximas elecciones nacionales legislativas.