El relato oficial ha conseguido imponer la idea de que el plan de Milei ha logrado el orden macroeconómico. Para evitar confusiones iniciales, la tasa de inflación está en tendencia a la baja por la aplicación de dos potentes anclas antiinflacionarias (dólar y salarios) y la estabilidad en el mercado cambiario conseguida con un acelerado endeudamiento en dólares no deben ser evaluados como parte de un orden macroeconómico.
Menos todavía cuando son dos variables “traumas para la sociedad argentina” que están siendo reprimidas en forma obscena con el exclusivo objetivo de mejorar las chances electorales del oficialismo. No debe denominarse “orden” cuando éste es una ficción.
En estos meses, el concepto “orden macroeconómico” se ha repetido varias veces, incluso entre observadores críticos del gobierno de Milei, ignorando la evolución de variables importantes, que lo desmienten:
- La desocupación en el primer trimestre del año marcó 7,9%, el registro más alto desde el fin de la pandemia y, además, el empleo continúa girando hacia modalidades de mayor precariedad. El desempleo en el conurbano es más elevado: 9,7%.
- El mes pasado hubo un alza acelerada de las importaciones (29,4% interanual) con un recorrido negativo de las exportaciones (caída de 7,4% interanual), que está licuando el superávit del comercio exterior. El saldo positivo fue de apenas 608 millones de dólares, contabilizando una fuerte caída en comparación con el superávit de 2654 millones de dólares en el mismo mes del año pasado.
- Once meses consecutivos de déficit de la cuenta corriente, o sea, la economía gasta más dólares de los que genera o ingresan del exterior.
- El Banco Central no puede acumular reservas en forma genuina, y sólo los anabólicos de la emisión de deudas en dólares permiten mantenerlas en umbrales mínimos para evitar el colapso.
- La recaudación impositiva de los últimos dos meses ha registrado una caída en términos reales.
- Entre noviembre de 2023 y marzo de 2025, se perdieron 13.862 empresas con empleados declarados.
- En el mismo período, se destruyeron 210.971 puestos de trabajo registrados en unidades productivas. El economista Christian Buteler eleva la cifra a 548.400 al incluir monotributistas sociales, basado en datos del Sistema Integrado Previsional Argentino.
- Los saldos impagos de tarjetas de crédito subieron a un 2,8% en marzo, el nivel más alto en tres años, mientras que la morosidad en los préstamos personales trepó al 4,1%, el mayor porcentaje en nueve meses según datos del Banco Central.
- La cantidad de cheques rechazados alcanzó en abril su nivel más elevado desde la pandemia de hace cinco años, superando los 64.000 en términos absolutos, con una tasa de rechazo del 1,3% respecto del total de cheques compensados.
- El atraso cambiario es innegable: el tipo de cambio real multilateral, en junio, elaborado por el Banco Central, es uno de los más bajos desde el fin de la convertibilidad en diciembre de 2001.
- A partir de los datos del Sistema Integrado Previsional Argentino, el poder adquisitivo de los trabajadores asalariados registrados en el sector privado se contrajo un 4,0% en el primer cuatrimestre del año.
- La consultora Scentia informó que el consumo masivo en supermercados y autoservicios bajó un 0,9% en mayo respecto al mismo mes del año anterior, cuando en ese mayo había caído 9,9% interanual.
Estas doce variables económicas relevadas reflejan el descalabro de la economía de Milei. La enumeración puede ser más engorrosa por lo extensa si se incluyen las diferentes crisis sectoriales, quiebras, declaración de default de deuda de empresas. Con este detallado panorama general de la economía, ¿cuál es el orden macroeconómico del que hablan economistas y voceros oficialistas?
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El ministro de Economía, Luis Caputo, con el presidente Javier Milei. Ambos socios del actual fiasco económico.
El frente fiscal es una ficción.
La idea del orden macroeconómico es una sentencia repetida por economistas ortodoxos, que el Presidente descalifica como “mandriles”, por otros obsecuentes que están lanzados a fortalecer la propaganda oficial, y no pocos heterodoxos que, si bien hacen observaciones sobre las formas, convalidan un estado de situación económica deplorable.
La concepción de orden macroeconómico, con respaldo de analistas en la mayoría de los medios de comunicación, es bastante peculiar. Elogian el superávit fiscal primario, cuando se sabe que se consigue sin hacer obras públicas -medida que es insostenible-, apropiándose de recursos correspondientes a las provincias, desfinanciando decenas de programas y presupuestos de Salud, Educación y Asistencia Social, y deprimiendo el gasto previsional. O sea, es un superávit fiscal inconsistente por la represión en el gasto público, con escasas posibilidades de mantenerlo.
A la vez, el superávit fiscal financiero es un dibujo contable, puesto que se contabiliza sin anotar una parte de los intereses de la deuda en pesos, que se capitaliza.
Las cuentas fiscales cierran con ajustazo.
El Instituto Argentino de Análisis Fiscal analizó la ejecución presupuestaria base caja del Sector Público Nacional no Financiero de mayo, destacando que los ingresos totales tuvieron una variación real interanual negativa de un 14%. Esto obedece a que los ingresos tributarios cayeron en términos reales un 14,5% interanual (retroceso de Ganancias de 44%) y al descenso de los ingresos no tributarios de un 6% real interanual. El gasto primario, por su parte, registró una baja real interanual del 2%.
El ajuste en el gasto, entonces, se profundizó en este mes por menores erogaciones en infraestructura, transferencias a universidades, subsidios energéticos, y el gasto de capital se mantuvo en mínimos históricos.
Como resultado, el superávit primario en mayo de 2025 tuvo una caída real del 49% interanual.
Durante los primeros cinco meses del año, los ingresos totales descendieron un 2,3% real interanual, mientras que el gasto primario creció un 5,6% real interanual. Así, el superávit fiscal primario del periodo enero-mayo bajó un 34%.
El frente monetario-cambiario es inestable.
Un pilar del orden macroeconómico, el fiscal, es una ficción. El otro, el monetario-cambiario, acumula una sucesión de alteraciones en su orientación que no permite evaluar que sea ordenado.
Al principio, el equipo económico postuló que la cantidad de dinero se mantendrá constante, medida por la evolución de la Base Monetaria Amplia, cuando las estadísticas del Banco Central revelan que siguió subiendo. Ahora, esta regla monetaria fue dejada de lado, pasando a definir un régimen basado en la tasa de interés.
En tanto, el ajuste del tipo de cambio era mensual del 2% y luego del 1%, para pasar a un sistema de banda cambiaria. La acumulación de reservas no era prioritaria y ahora, con las últimas modificaciones del régimen monetario-cambiario, se convirtió en un factor importante. Una muestra de ello es que el Banco Central estableció seis meses de permanencia en el mercado local de inversiones del exterior, para después eliminar esta restricción a los capitales especulativos.
Puede tener diversas calificaciones el pilar monetario-cambiario del esquema macroeconómico, menos que colabore en su orden.
Los maquillajes del fiasco económico de Milei.
El plan económico de Javier Milei-Luis Caputo es un desquicio sólo maquillado por una tasa de inflación exageradamente reprimida (atraso cambiario y ancla salarial), y por la simulación de la estabilidad del mercado de cambio a partir de un creciente endeudamiento en dólares.
Es notable cómo se ha construido la narrativa liberal-libertaria sobre el orden macroeconómico. Cuándo el plan especulativo con destrucción del entramado productivo haya desbarrancado, ¿cuál será el disfraz que vestirán sus publicistas?
En un artículo anterior en El Destape se advirtió que, cuando los planes económicos de ajuste regresivo empiezan a evidenciar agotamiento, la reacción de los ejecutores siempre ha sido la misma: culpar a los políticos por impulsar demandas “populistas” y, a la vez, apuntar a los políticos acusándolos de buscar el fracaso de la gestión.
Javier Milei y la claque que lo acompaña en sus desmesuras no son la excepción. Con una economía real que está crujiendo e ingresos devaluados de la mayoría de la población, responden con esta excusa conocida que, en realidad, expone la debilidad de un programa económico que no brinda los resultados prometidos.
Adivinen: ¿Quién será señalada como la culpable del fracaso?
Pocas dudas existen de que, luego de la innoble condena judicial confirmada por la Corte Suprema, Cristina Fernández de Kirchner será la elegida por el establishment y sus voceros para cargar sobre sus espaldas la responsabilidad de un fracaso ajeno.
En estos meses se ha insistido en el temor de financistas y empresarios por un eventual regreso de CFK y del kirchnerismo al poder, definiendo que la suerte del plan de Milei se juega en las elecciones de medio término, en octubre.
Esta es la razón principal para ocultar, en forma deliberada, la fragilidad de la situación económica, detallada arriba, y fingir optimismo frente al crítico panorama fiscal, monetario-cambiario y de la economía real.
El triunfo libertario despejará el horizonte del capital, que, de este modo, no se sentirá amenazado con el retorno del “populismo”. La derrota, en cambio, pondrá el proyecto oficial en suspenso.
Las crisis estallan por la fragilidad externa; no por resultados electorales.
Este análisis determinista en términos políticos ignora la dinámica propia que adquiere la economía argentina, cuya característica principal es la de ser bimonetaria, con una elevada deuda externa y escasez de dólares.
El saldo de la balanza comercial es el síntoma más evidente de la vulnerabilidad del experimento liberal-libertario: los primeros cinco meses de 2025 finalizan acumulando un superávit comercial de apenas 1883 millones de dólares, contra los 8862 millones de dólares del mismo período del año pasado, casi un 80% menos.
A esta altura, resulta notable la ignorancia exhibida sin pudor por la mayoría de los integrantes del poder económico y sus amanuenses acerca de cuáles han sido las fuentes principales de las crisis económicas recurrentes de la economía argentina.
Es necesario recordarlas para evitar desorientaciones analíticas: no han sido generadas desde el sistema político, puesto que la derecha ha ganado elecciones pero luego desbarrancó, porque la raíz del fracaso de estos ciclos políticos se encuentra en el desequilibrio económico, precipitado, fundamentalmente, desde las cuentas del sector externo. Extrema fragilidad que hoy está exhibiendo el experimento económico de Milei.
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