Atraso cambiario y pérdida de competitividad: el costo de producción medido en dólares subió 25% con Milei

Desde diciembre de 2023, el costo de producción industrial se encareció un 25% en dólares, lo que explica el mal desempeño de sectores productivos.

09 de julio, 2025 | 09.41

El Gobierno, principalmente el presidente Javier Milei y su ministro de Economía, Luis Caputo, asegura que no existe un tipo de cambio de equilibrio argumentando que es imposible conocer las condiciones estructurales actuales y futuras para poder establecer un valor. Eso podría entenderse en una serie larga histórica de datos, pero la comparativa del tipo de cambio real en un lapso de pocos años es más que válida, mal que le pese al mandatario anarco-capitalista. De hecho, apenas asumió consideró que el tipo de cambio estaba atrasado y lo devaluó un 53 por ciento –duplicó el precio del dólar—y desde entonces lo mantiene como ancla inflacionaria. En consecuencia, desde que asumió, el costo de producción industrial se encareció un 25 por ciento en dólares, lo que explica el mal desempeño de varios sectores productivos y la pérdida de competitividad.

Según el último informe del Instituto de Economía (INECO) de Universidad Argentina de la Empresa (UADE), en abril de 2025, producir en Argentina era un 25 por ciento más caro en dólares y 110 por ciento en pesos corrientes respecto a diciembre de 2023. Los costos de producción que más aumentaron en ese período, según el informe, fueron el salario y el combustible: en dólares, subieron 59 y 54 por ciento respectivamente; en pesos corrientes, 171 y 163 por ciento. Estas subas responden a que el termómetro que se utiliza para la medición, el dólar, se presenta como el bien más barato de la economía y toda comparación da positivo. De hecho, el salario perdió en ese lapso si se lo compara con su poder de compra.

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El índice costo-dólar

El Índice de Costo de la Actividad Productiva (ICAP) de la UADE se ubicó en abril último en 91 puntos (términos reales), 7.237,9 (pesos corrientes) y 134,4 (dólares). “Sólo el valor real está por debajo de enero de 2016. Aunque los costos han subido desde diciembre de 2023, siguen siendo más bajos que en el pico registrado en noviembre de 2023. Las condiciones financieras mejoraron gracias a la caída del Riesgo País y de la tasa de interés activa”, señaló el informe de la Universidad.

En dólares, los costos aumentaron sostenidamente desde julio de 2020 hasta su pico en noviembre de 2023, influenciados por la pandemia y la guerra entre Rusia y Ucrania. Comparado con abril de 2017, el combustible es 16,9 por ciento más caro; la construcción, 18,7 por ciento y la logística, 18,2 por ciento más. “Los salarios están 13,1 por ciento más bajos en dólares y la energía, un 2,9 por ciento menos”, agrega.

Los sectores industriales más perjudicados desde diciembre de 2023 fueron Productos de metal (-15,5 por ciento), Caucho y plástico (-12,5 por ciento) y Minerales no metálicos (-12,3 por ciento), mientras que los sectores con mayor crecimiento fueron Otros equipos, aparatos e instrumentos (36 por ciento), Maquinaria y equipo (23,4 por ciento) y Muebles y colchones (23,3 por ciento). Comparado con abril de 2017, solo tres sectores industriales superaron sus niveles: vehículos automotores (4,8 por ciento), alimentos y bebidas (5,2 por ciento) y refinación del petróleo (6 por ciento).

“Los aumentos generalizados en los costos de producción continúan representando un desafío considerable para la industria. Estos incrementos afectan negativamente la rentabilidad, dificultan la planificación a largo plazo y limitan la capacidad de inversión y expansión de las empresas”, detalló el informe de la UADE. 

Frente a este escenario, se vuelve imprescindible avanzar hacia una competitividad estructural que no dependa exclusivamente de ajustes cambiarios. Esto implica diseñar e implementar políticas orientadas a la reducción sostenida de los costos operativos, así como a la mejora de la productividad y eficiencia en todos los niveles del aparato productivo.

Competencia desleal

“La cercanía del tipo de cambio al piso de la banda reduce su impacto inflacionario, pero aumenta los problemas de competitividad. Dado que es muy difícil bajar impuestos sin afectar el equilibrio fiscal, la solución es que los impuestos que erosionan la competitividad sean sustituidos por impuestos que no lo hacen”, señaló un informe del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA).

Actualmente el dólar, en torno a los 1.300 pesos, ya se alejó bastante de ese piso pero el tipo de cambio real sigue estando apreciado. Desde el punto de vista de la producción nacional a este nivel de tipo de cambio se intensifican los problemas de competitividad. Es decir, las dificultades que se enfrentan para exportar y competir con los productos importados persisten.

“Este conflicto de objetivos deriva en un conflicto de políticas públicas. Por un lado, las entidades empresarias piden bajar la presión impositiva para mejorar la competitividad. Por el otro, el Gobierno plantea que el espacio para bajar impuestos sin comprometer el equilibrio fiscal es muy acotado. En una perspectiva de corto plazo las posiciones son irreconciliables. Consecuentemente, generan desgastantes controversias”, agregó IDESA.

El último documento del Centro de Estudios de la Unión Industrial Argentina (UIA) evidencia que, al interior de la industria continúa la heterogeneidad sectorial debido, entre otros factores, a una mayor competencia frente a la importación de bienes terminados. Si bien en mayo se observó una suba de exportaciones de manufacturas, las mismas comenzaron a mostrar una desaceleración respecto a meses previos, junto con un aumento de las importaciones de bienes de consumo, en particular a través de courier, aprovechando el dólar barato.

A través del segundo relevamiento del año realizado por el CEU de la UIA, se conoció que el 31,1 por ciento de las empresas registró caídas en sus exportaciones, mientras que solo el 15,2 por ciento indicó subas. Un 11,4 por ciento dejó de exportar, principalmente, por problemas de competitividad y costos (57,8 por ciento) o factores cambiarios (31,3 por ciento).