El índice Merval de las acciones de la bolsa porteña se desplomó este lunes 6,2% en dólares, soportando una corriente de salida de capitales que combina la decepción de los inversores por la decisión de MSCI de mantener al país en la categoría “standalone” y la incertidumbre política a partir de la detención de la ex presidenta Cristina Fernández. El clima interno se impuso sobre el contexto internacional, que pese a la escalada del conflicto bélico en Medio Oriente logró revertir la suba inicial del petróleo y cerrar por debajo de los 70 dólares el barril, con mercados que operaron mixtos, con bajas en Europa y subas en Wall Street.
La incertidumbre electoral en un esquema macroeconómico endeble, que solo se sostiene basado en la apuesta a la orientación de la gestión del presidente Javier Milei y el ministro Luis Caputo pero con resultados macroeconómicos frágiles y sin ninguna mejora en un tema clave como es la acumulación de reservas, se combinó con la decisión del MSCI de no modificar la calificación del país.
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MSCI (Morgan Stanley Capital International) anunciará este martes si pone de nuevo al país en revisión para recalificar el próximo año, pero mientras tanto, la decisión de mantener a la economía local como mercado “standalone” disparó órdenes de venta de fondos que se habían anticipado a ingresar esperando que una mejor calificación haga subir el valor de los activos. Standalone, o mercado independiente, es una calificación que refleja problemas regulatorios, políticos de un país y muy poco atractivos para el inversor internacional.
Ese dato técnico terminó por ser determinante frente a lo que ya se percibe como un proceso electoral con alta dosis de incertidumbre sobre la capacidad del oficialismo libertario de validar una mayoría que le dé nuevo impulso a su agenda de desregulación y reformas económicas.
La detención efectiva de la ex presidenta Cristina Fernández no actúo señal a los mercados del “fin del populismo” como se lo plantearon los estrategas de la persecución política y, por el contrario, disparó los temores del mercado a una reorganización del peronismo que le devuelva competitividad electoral detrás de figuras como el gobernador bonaerense Axel Kicillof o una nueva figura todavía no explorada.
Ese temor se potencia por la falta de resultados económicos, en un modelo que se vino sosteniendo a fuerza de la apuesta de los grandes grupos económicos acompañados por los principales fondos de inversión al plan de Milei y Caputo.
Este esquema macroeconómico descansa sobre la confianza en la capacidad del Gobierno de llevar adelante su agenda, ahora comprometida por el desafío en el Congreso que se apresta a sancionar otra ley de mejora de los haberes previsionales y de los gobernadores, que en su conjunto impulsaron una ley para coparticipar el impuesto a los combustibles y el saldo no utilizado de los Adelantos Transitorios (ATN).
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Sin resultados macroeconómicos sólidos y sin poder mostrar ninguna mejora en un tema clave para el mercado como lo es la acumulación de reservas genuinas, vía compra de divisas del Banco Central en el mercado de cambio y no con nuevo endeudamiento, los temores políticos se potenciaron y en el mercado se dejó de ver qué pasa en el mundo o cómo puede influir una guerra.
Eso explica que los activos argentinos sean los más castigados y que se sostenga la salida de capitales. El lunes se operaron casi 820 millones de dólares en el mercado de bonos y de ese total 351 millones de dólares fueron en operaciones CCL, el instrumento elegido para la salida de capitales.
Esa presión para salir se reflejó en una leve suba de los dos bonos más demandados, el AL30 y el GD30, del orden del 1% en dólares y del 2% en pesos, lo que hizo subir el tipo de cambio financiero.
El Tesoro consolidó este lunes la operación de compra de bonos AL30 y GD30 que estaban en poder del BCRA y que pasarán a “deslistarse” es decir, destruirse. Esa operación bajará el monto a liquidar de amortización y renta el próximo 9 de Julio, por unos 400 millones de dólares.
Ese día, el Tesoro ahora tendrá que desembolsar unos 4.000 millones de dólares que irán a inversores locales y extranjeros y que si repiten el comportamiento del último pago, en enero pasado, no los reinvertirán en activos argentinos y simplemente se los llevarán.