Chilecito no es solo un punto geográfico en el corazón de La Rioja, sino un destino vibrante donde la historia, la naturaleza y la calidez de su gente se combinan para ofrecer al visitante una experiencia única. A tan solo unas horas de la capital provincial, esta ciudad invita a descubrir sus múltiples facetas, en un recorrido ideal para disfrutar en familia, en pareja o en soledad, permitiendo conectar con lo más auténtico de la identidad riojana.
El día puede comenzar en el corazón cultural de la ciudad: Ágora, la única librería de Chilecito. Allí, entre libros que van desde los últimos best-sellers hasta joyas de autores regionales, el visitante puede elegir un recuerdo literario para llevarse a casa. Dentro del mismo espacio, Moly, su encantadora cafetería, ofrece un desayuno perfecto para cargar energías: variedad de repostería fresca, excelente café y opciones sin gluten, ideales para todo tipo de visitantes. Un rincón que combina el placer de la lectura con el sabor de los mejores productos locales.
Durante este fin de semana largo, la experiencia se potencia con la peatonalización de las calles Castro Barros y Adolfo E. Dávila, transformadas en un paseo vibrante con puestos de artesanos, gastronomía regional y música en vivo. Este escenario ofrece una oportunidad inmejorable para sumergirse en la vida cotidiana chileciteña, interactuar con los productores locales y descubrir objetos únicos de la cultura riojana.
La jornada continúa con uno de los íconos visuales de la ciudad: El Cristo. La escalinata que conduce a la cima regala una de las postales más imponentes de Chilecito. Desde lo alto, los cerros se funden con la ciudad, creando un paisaje de postal que invita tanto a la contemplación como a capturar imágenes imborrables. Junto al Cristo, una muestra de cactus autóctonos sorprende a los visitantes, mostrando la diversidad natural del entorno.
El viaje en el tiempo prosigue con el Cable Carril, testimonio vivo de la historia minera riojana. Considerado una de las obras de ingeniería más ambiciosas del mundo en su tiempo, sus estaciones dos y tres, fácilmente accesibles en vehículo, permiten admirar maquinaria original y entender el sacrificio de los mineros que forjaron este capítulo fundamental de la economía provincial. El Museo del Cable Carril complementa la experiencia, con objetos y fotografías que reviven la memoria de aquella época de esplendor minero.
Al llegar el mediodía, el cuerpo pide una pausa gastronómica, y Ferrito es el lugar indicado. Este tradicional bodegón chileciteño ofrece un menú que celebra la cocina riojana con platos típicos preparados con esmero. Carnes asadas, guisos regionales y una cuidada selección de vinos locales acompañan la propuesta, consolidando a Ferrito como un verdadero festín para los sentidos.
La tarde propone un recorrido histórico por Samayhuasi, la finca que perteneció a Joaquín V. González. Este prócer riojano, de gran influencia en la vida política e intelectual del país, transformó su hogar en un espacio de reflexión, que hoy funciona como museo. Caminar por sus habitaciones perfectamente conservadas permite descubrir la dimensión de su legado, mientras que los jardines ofrecen un remanso de paz para quienes disfrutan de la naturaleza.
Para cerrar el día, Epale brinda el broche de oro. Este espacio, que combina cafetería, restaurante y bar, ofrece un ambiente relajado, ideal para compartir una merienda al atardecer o una cena distendida. Sus sándwiches y pizzas son ampliamente recomendados, mientras que sus opciones sin gluten garantizan la inclusión de todos los comensales. La decoración cálida, la música ambiente y el servicio atento hacen de Epale un sitio al que uno siempre quiere regresar.