Una vez más, Israel no cumplió con su compromiso de alto el fuego y atacó una combi con diez palestinos, entre ellos tres niños, que estaban regresado a su hogar, en el barrio de Zeitún, para inspeccionar en qué estado había quedado su edificio. También se registraron, en la semana, ataques israelíes en Jan Yunis, al sur de la franja, y en Shujayea, al oeste.
El ejército israelí admitió el ataque con artillería contra la combi y lo justificó con el argumento falaz de que fue en legítima defensa. Israel dice estar autorizado a eliminar lo que considere “amenazas inmediatas” y advirtió que seguirán operando así, más allá del acuerdo del “Plan de 20 puntos” del presidente Donald Trump, avalado por los líderes de Egipto, Qatar y Turquía. El argumento es tramposo en todos los aspectos.
1) ¿Puede considerarse “legítima defensa” el ataque de uno de los ejércitos más poderosos y mejor equipados del mundo a una combi donde hay niños? Según la Defensa Civil de Gaza uno de los chicos está herido y los otros dos desaparecidos. Sin incluir este caso, el Ministerio de Sanidad de Gaza reportó el viernes que, desde el “cese de hotilidades”, ya se han contabilizado al menos 27 palestinos muertos y 143 heridos, por ataques israelíes.
2) El ejército argumenta que la combi estaba muy cerca de la “línea amarilla” como se conoce la zona a donde tuvo que retirarse el ejército israelí por el “Plan de 20 puntos”. No obstante, el plan establece que el cese de hostilidades es en toda la Franja de Gaza y que rige también en la zona donde se encuentra el ejército.
Como denuncia la relatora especial de Naciones Unidas sobre Palestina, Francesca Albanese: “otra vez asistimos a la interpretación de Israel de lo que es ‘cese del fuego’, es decir, ‘ustedes cesan y yo hago fuego’".
Como si esto no fuera suficiente, Israel tampoco permite la entrada de ayuda humanitaria en la cantidad necesaria y no ha cumplido con el compromiso de abrir la frontera con Egipto en las dos direcciones, así como tampoco el de permitir la entrada de las maquinarias para remover los escombros. Israel argumenta que no permitirá más ayuda humanitaria si Hamás no cumple con su parte y devuelve los cuerpos de los rehenes israelíes fallecidos. Y acá se produce un círculo vicioso peligrosísimo.
Hamás ha liberado a 20 rehenes vivos, pero solo una parte de los muertos ya que, según alegan, muchos de los cadáveres se encuentras bajo los escombros o desaparecidos. Si Israel no permite la llegada de maquinaria y no se remueven las ruinas difícilmente podrán hallarse los cuerpos y, si no se encuentran los cuerpos, Israel tiene la potestad de acusar a Hamas de no cumplir con el acuerdo.
Mohammed Nazzal, integrante del buró político de Hamas, habló con la prensa desde Qatar. Nazzal aseguró que la organización armada no busca retener los restos de los rehenes fallecidos y pidió asistencia a Turquía o a Estados Unidos para poder excavar y recuperar los que faltan.
Torturas
Otros delitos, como torturas, violaciones sexuales y demás crímenes contra los derechos humanos, podrían también pesar sobre el ejército de Israel. Esta semana, las imágenes que mostraban el estado de los prisioneros palestinos cuando eran liberados (lisiados, fracturados, magullados, etc) eran aterradoras. La noticia impactó a nivel internacional si bien hubo pocos medios que la difundieron.
B’Tselem, centro de información israelí para los derechos humanos, denunció decenas de casos, incluso de personas que habían sido detenidas sin cargos, lo que se conoce como “detención administrativa”. Según la ONG, esas personas que no han cometidos delitos son detenidas para presionar a sus hijos o familiares. “Las cárceles israelíes equivalen a una red de campos de tortura. Así de atroz es la situación. La tortura contra los palestinos se convirtió en una práctica habitual en las prisiones”, afirmó a la prensa Yuli Novak, directora de B’Tselem.
El intercambio de rehenes y prisioneros seguirá siendo uno de los temas más espinosos. Israel no ha autorizado la liberación de cuadros palestinos populares como Marwan Barghouti, quien no es de la línea radical de Hamas y a quien se lo considera un líder capaz de lograr la unidad entre las distintas facciones palestinas.
Barghouti también ha sido ferozmente torturado. El miércoles pasado, la Oficina de Prensa de Prisioneros Palestinos denunció que el líder de Al Fatah tenía varias costillas fracturadas y que había sido golpeado hasta quedar inconsciente.
También buena parte de los 90 cadáveres de palestinos devueltos a Gaza por las autoridades israelíes con mediación de la Cruz Roja mostraban señales de haber sido torturados y asesinados. El miércoles 15 los médicos del hospital Nasser, en Jan Yunis, declararon que les fue imposible identificar los cadáveres que les había entregado la Cruz Roja, dado el deterioro de los restos. Muchos de ellos tenían los ojos vendados, estaban esposados o tenían marcas de haber sido ejecutados a balazos en la cabeza.
Trump: “No tendremos más remedios que matarlos”
Hace dos días, en Gaza, Hamas emitió un comunicado llamando a los garantes y mediadores extranjeros a que cumplieran con su función fiscalizadora e hicieran seguimiento de lo pactado. Entre los reclamos más urgentes están: la ayuda humanitaria básica (alimentos, agua, medicinas, etc) y la reconstrucción de viviendas y hospitales. También reclamaron la prometida “junta de paz” o “Comité de Apoyo Comunitario” que deberían integrar 15 “tecnócratas independientes” (palestinos, estadounidenses y otras nacionalidades) para administrar el enclave, estabilizarlo y fiscalizar la retirada de la tropa israelí.
Pero la situación tiende a agravarse más que a descomprimirse. Trump presiona para pasar a la segunda parte del plan que incluye la entrega de armas por parte de Hamas (“desmilitarización”); el despliegue de una fuerza internacional de estabilización y un plan de reconstrucción con apoyo de las naciones árabes. Para Hamas, mientras no haya una acción concreta que garantice su situación en Gaza no habrá desarme. Está claro que son las armas las que legitiman su existencia militar, política y simbólica.
El frustrado Premio Nobel de la Paz, Donald Trump, echando leña al fuego de la guerra, escribió el martes 14 en su red Truth Social: “Si Hamas no entrega las armas se las quitaremos. ¿Cómo lo haremos? No tengo que explicarlo, pero si no acceden al desarme, nosotros los desarmaremos. Ocurrirá rápido y quizás con violencia. Ellos saben que no estoy bromeando”.
Entre tanto, como han informado varios medios, en las primeras horas del cese de hostilidades, Hamas tomó represalias y llevó a cabo varias ejecuciones sumarias contra grupos palestinos rivales, acusados de traición o espionaje a favor de Israel. Horas después Trump publicó otro mensaje violento: “Si Hamás continúa asesinando gente en Gaza, lo cual no estaba en el acuerdo, no tendremos más remedio que entrar y matarlos. ¡Gracias por su atención a este asunto!”. Y más tarde dijo a la CNN; “Israel volverá a esas calles en cuanto yo lo diga. Si Israel pudiera entrar y darles una paliza, lo haría”.
¿Qué significa, entonces, este “cese del fuego”? ¿Cuánto tiempo podrá la comunidad global tolerar sin reaccionar esta flagrante violación a las normas internacionales? ¿Será que en lugar de un genocidio masivo se ha pasado a la fase del “genocidio por goteo”? Hace un mes, Francesca Albanese, de la ONU, habló del “genocidio invisible” e informó que las víctimas palestinas podrían superar las 680.000 personas, más de la mitad niños y niñas. ¿Habrás más?
La brutalidad de las palabras de Trump nos dice cuál es el nuevo orden que quiere exigir ahora el imperio: “O la obediencia ciega o la condena a muerte”. Gaza es el laboratorio.