La gobernadora del estado de Nueva York, Kathy Hochul, confirmó que alcanzó un consenso con los legisladores locales para impulsar la aprobación de una ley que habilite el suicidio asistido en casos de enfermedades terminales. Según explicó, la iniciativa se fundamenta en los principios de "compasión y gracia”, con el objetivo de brindar una salida digna a quienes atraviesan un sufrimiento extremo e irreversible. La propuesta, que podría entrar en vigor a comienzos de enero, se aplicará únicamente a pacientes cuya expectativa de vida sea inferior a seis meses, lo que marca un límite claro en la aplicación de la norma.
En una columna publicada en el diario Times Union, Hochul defendió su postura y se diferenció de la iglesia católica local, que rechaza de manera tajante la medida. El cardenal Timothy Dolan y el obispo Hicks señalaron que la gobernadora estaría “abandonando a los ciudadanos más vulnerables” y advirtieron que la legalización del suicidio asistido podría enviar un mensaje peligroso al considerar aceptable la muerte voluntaria en lugar de reforzar el acompañamiento y los cuidados paliativos.
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El proyecto contempla requisitos estrictos para garantizar la transparencia y la seguridad del proceso. Entre ellos, se establece que el paciente deberá presentar una solicitud escrita ante dos testigos y su médico tratante. Además, se requerirá la confirmación de un médico forense que certifique que la expectativa de vida es menor a seis meses y la evaluación de un psicólogo que garantice la capacidad mental del solicitante. Como medida adicional, Hochul propuso incluir un plazo de cinco días de reflexión para que el paciente pueda reconsiderar su decisión antes de que se concrete la autorización definitiva.
Otros países que debaten la eutanasia
Este debate no es exclusivo de Nueva York. En Estados Unidos, estados como Oregón, California, Colorado, Vermont y Washington ya cuentan con leyes que permiten el suicidio asistido bajo condiciones similares, mientras que en otros países -como Canadá, Suiza y Países Bajos- la práctica está regulada desde hace años. Los defensores de la iniciativa sostienen que se trata de un derecho humano vinculado a la autonomía y la dignidad, mientras que los opositores insisten en que abre la puerta a abusos y contradice valores éticos fundamentales.
La discusión, que combina aspectos legales, médicos, religiosos y sociales, promete intensificarse en las próximas semanas. Si la norma se aprueba, Nueva York se sumará al grupo de estados que reconocen el derecho de los pacientes terminales a decidir sobre el final de su vida.
