El sindicalismo dejará expuesta este miércoles la disyuntiva que atraviesa la mayor parte de las organizaciones: negociar con el Gobierno o confrontar. La primera alternativa, elegida por la conducción mayoritaria de la CGT, se verá desafiada por una manifestación de gremios industriales, del transporte, estatales y de otros rubros junto a organizaciones sociales que marcharán al mediodía hacia el Ministerio de Desregulación para protestar contra la “motosierra” de Federico Sturzenegger. Será, también, una muestra a cielo abierto de los modelos en disputa frente al proceso de renovación de autoridades en la central obrera previsto para noviembre.
La movilización tendrá un triple objetivo porque además de rivalizar con Sturzenegger y mostrar músculo ante la CGT, varios de los sindicatos resueltos a confrontar lo harán con un ojo puesto en la interna peronista y como apoyo implícito a Cristina Fernández tras la confirmación de su condena y el arranque de su cumplimiento en prisión domiciliaria. Se trata, de hecho, del sector que presionó sin éxito sobre la central mayoritaria para que convocara a un paro nacional de actividades luego de la resolución de la Corte Suprema.
El Frente de Lucha por la Soberanía, el Trabajo Digno y los Salarios Justos que se presentará en sociedad este miércoles reúne a un núcleo de sindicatos industriales liderados por la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) y los mecánicos del Smata, junto a otras organizaciones de carácter estratégico como la federación de trabajadores Aceiteros (Ftciodyara). También, los que integran los dos sellos principales de organizaciones del transporte (la CATT y la Ugatt) tanto terrestre, ferroviario, fluvial y aéreo, de pasajeros y de cargas. Además figuran gremios estatales, de la educación y de la comunicación (como el de televisión, Satsaid, y prensa, Sipreba), entre otros.
El conglomerado es heterogéneo y su principal punto de acuerdo es el malestar con la actual jefatura de la CGT, enfocada esta semana en su participación en el Consejo de Mayo creado por Javier Milei con una agenda que incluye, como tema prioritario, una nueva reforma laboral. La jefatura de la central acordó esta semana acudir a la cita con su principal negociador, Gerardo Martínez, aunque bajo la premisa de no ceder a los planteos de una flexibilización más de las normas laborales. Incluso con diferencias internas, los grupos de los “gordos” de los grandes gremios de servicios y los “independientes” de diálogo permanente con todos los gobiernos coinciden en la imposibilidad de sostener una dinámica de confrontación con el Gobierno, al que le asignan todavía un apoyo popular incluso en las filas de sus propias organizaciones.
En el grupo disidente, en tanto, conviven varias corrientes: la más radicalizada es la que encabeza Daniel Yofra, de los aceiteros, que este martes reivindicó la herramienta de la huelga como decisiva para poner un freno a los planes de Milei. “Cuando nos organicemos les vamos a pasar por arriba a todos, incluso a la CGT”, desafió el líder aceitero en un almuerzo organizado por la federación que preside en un hotel del centro porteño. El dirigente confirmó la presencia de su gremio en la movilización de este miércoles y dijo que coincidirá con la de los jubilados: “si la Policía reprime la enfrentaremos; nos comeremos los palos como se los comen los viejos todos los miércoles”, advirtió.
Con más cautela pero también resueltos a elevar la tensión con el Gobierno figuran los gremios mayoritarios del segmento fabril. La UOM y el Smata, que tienen una sintonía casi plena con Cristina Fernández, empujaron la constitución del frente confrontativo y la marcha a Desregulación. No obstante descartan en lo inmediato impulsar medidas de fuerza asimilables a huelgas. En esos gremios explican que un paro de actividades no sólo es difícil de sostener para trabajadores poco dispuestos a perder días de salario sino también en un contexto donde el Gobierno invita a las empresas productivas a reconvertirse a la importación y a deshacerse de personal.
Por la mañana, antes de la marcha, la Confederación de Sindicatos Industriales (Csira) que lideran Smata y UOM realizarán un congreso en el gremio de los mecánicos para presentar tres documentos: uno, de carácter político que apuntará a la proscripción de Cristina y a la interna del peronismo. Otro, de raíz técnica, abordará los datos de la industria de la era Milei bajo la dirección del exministro de la Producción Matías Kulfas y de la economista Julieta Loustau. El tercero será una encuesta realizada entre los 36 sindicatos industriales con datos lapidarios como una pérdida de 96 mil empleos fabriles en lo que va de la gestión libertaria y la desaparición de 1123 compañías del rubro.
Otro de los sectores que marcharán este miércoles son los gremios del transporte, quizás el grupo más dispar. Los más confrontativos son los sindicatos marítimos resueltos a hostigar a Sturzenegger por sus medidas de desregulación de la marina mercante. También, los aeronáuticos, asediados por la administración libertaria desde el arranque de la gestión. De hecho los pilotos de APLA anunciaron un paro de actividades para el arranque de las vacaciones de invierno.
Pero también integran el grupo los Camioneros de Hugo Moyano, el sindicato que lleva tres trimestres consecutivos de paritarias a la baja respecto de la inflación y con aumentos alineados con el 1% mensual que exige Luis Caputo. Como reveló El Destape, buena parte de la obediencia exhibida por el mayor de los Moyano tiene que ver con la crisis de su obra social, manejada por su esposa, Liliana Zulet.
Mientras que la central de transportistas Ugatt representa, tal vez, el espacio más estrafalario de los integrados al grupo disidente. La lideran el maquinista de trenes Omar Maturano (La Fraternidad), un récordman en el arte de convocar y levantar huelgas, y el colectivero Roberto Fernández (UTA), que se especializó en hacer coincidir paros nacionales de la CGT con conflictos propios en los que el Gobierno dictó la conciliación obligatoria y logró la circulación de ese transporte público de pasajeros clave. Para ambos, marginados de las mesas de decisión de la central obrera, es vital mantener espacios de presión que les permitan negociar con el Ejecutivo la distribución de subsidios necesarios para el pago de salarios a choferes y conductores ferroviarios.