Sosegada por el resultado electoral bonaerense, la CGT reunirá este lunes su “mesa chica” ampliada para explorar una solución a su mayor urgencia: el formato de conducción que adoptará a partir del 5 de noviembre, cuando el Congreso de la central elegirá al reemplazo del actual triunvirato de secretarios generales. El encuentro, cuyo eje será la continuidad del formato de jefatura colegiada con tres líderes o bien, la vuelta a un liderazgo unipersonal después de 9 años, será el paso previo a la reunión del Comité Central Confederal, una suerte de parlamento sindical pautado para el jueves 18 de septiembre.
El convite será en la sede del gremio de estatales UPCN. Allí se pondrá en escena por última vez, en un ámbito controlado, la disyuntiva. Héctor Daer, el triunviro de mayor peso y referente de los “gordos” de los grandes sindicatos de servicios, sondeará la posibilidad de encumbrar en solitario a Jorge Sola, del sindicato del Seguro y actual secretario de Prensa de la CGT. Pujarán a favor de un nuevo trío Gerardo Martínez (albañiles, Uocra), que impulsa para ese formato a Cristian Jerónimo (empleados de la industria del Vidrio), Andrés Rodríguez (UPCN) y algunos de los postulantes a ocupar la tercera oficina reservada a secretarios generales.
Para esta última vacante fueron mencionadas al menos dos mujeres, Maia Volcovinsky (judiciales, UEJN) y Marina Jaureguiberry (Sadop, docentes privados). También se anotó otro dirigente del rubro docente como Sergio Romero (UDA), que alega a quien quiera escucharlo a favor de la experiencia con peso propio por encima de una aparente intención de mera renovación de nombres. Incluso el gastronómico Luis Barrionuevo sugirió mantener el cupo que detenta en el actual triunvirato a través de Carlos Acuña (estaciones de servicio) a través del referente de Carga y Descarga, Daniel Vila, vetado por Hugo Moyano por haberlo rivalizado (con éxito) por la representación de los trabajadores de los centros de distribución de Mercado Libre.
Hasta ahí las especulaciones más firmes que circulaban antes de las elecciones, cuando todas las señales eran coincidentes en cuanto a que no buscarían renovar sus cargos ninguno de los triunviros, Daer, Acuña ni Octavio Argüello (Camioneros). En los últimos días surgieron nuevas hipótesis. Una establece que Cristian Jerónimo sumó una bolilla negra de la Unión Tranviarios Automotor (UTA) por su patrocinio años atrás del dirigente opositor Miguel Bustinduy en momentos en que también lo apañaban los Moyano. Otra, que el patriarca camionero podría intentar que Arguello se mantuviera en la jefatura cuando hasta hace pocos días se daba por hecho su salida y que Hugo Moyano sólo reclamaría la Secretaría de Juventud para su benjamín, Jerónimo Moyano.
Una más: el nombre de Gerardo Martínez volvió a sonar como posible candidato de consenso. Así lo deslizó Barrionuevo y así lo desean espacios del Gobierno, que ven en el albañil y gestor de la política externa de la CGT un puente con el movimiento obrero peronista en momentos en que a los libertarios se les cierran todas las puertas. El mayor opositor a esa alternativa es el propio Martínez, sólo interesado en retener otro mandato la Secretaría de Internacionales de la CGT y en asegurarle a Cristian Jerónimo un lugar en el nuevo trío de jefes.
Si esas alternativas son verídicas o sólo destinadas a tensionar hacia adentro para asentar la alternativa más pacífica de un nuevo triunvirato, se empezará a develar el lunes. El mismo día también habrá margen para poner en común miradas sobre las elecciones. El diagnóstico mayoritario es que la CGT se benefició directamente de su alineamiento con el gobernador bonaerense, Axel Kicillof. Los sindicalistas le asignan al mandatario provincial la medalla de haberse impuesto a Cristina Fernández de Kirchner e incluso arriesgan que de ese modo logró atraer a votantes que no hubiesen tomado en cuenta la boleta de Fuerza Patria con la exmandataria como protagonista principal.
Lo esencial para los gremialistas, sin embargo, es la convicción de que Javier Milei dictaminó su propio fin de ciclo. Por un lado, por la obstinación de presentar la elección bonaerense como un plebiscito a su gestión cuando nadie planeaba presentarla así. Y otro tanto, por la certeza de que las alternativas económicas de La Libertad Avanza no ofrecerán en absoluto una recreación de la expectativa ciudadana. Señales, a su vez, que entienden los dirigentes concordantes con la clausura de cualquier intento de reforma laboral por parte del Gobierno en 2026, como habían advertido el propio Presidente y sus funcionarios más entusiastas, como el ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger.