El Papa Francisco en vida realizó duras críticas al gobierno de Javier Milei. En varios discursos, se refirió expresamente a la situación social y económica de Argentina, denunciando la represión de la protesta y cuestionando la negación de la justicia social. Sus declaraciones generaron una fuerte reacción en el gobierno argentino, marcando distintos episodios de tensión entre el Pontífice y la administración libertaria.
Las palabras del Papa cobran especial relevancia debido a su habitual reserva para referirse a políticas nacionales de manera tan directa. En esta ocasión, Jorge Bergoglio denunció el uso del "gas pimienta de primera calidad" para reprimir manifestaciones y reivindicó la lucha de los movimientos populares. Además, arremetió contra la meritocracia, una de las bases ideológicas del gobierno de Milei, y denunció la acumulación de riqueza como una práctica nociva.
Su discurso también incluyó una dura advertencia sobre la corrupción en la política, relatando el caso de un ministro argentino que habría pedido una coima a un inversor extranjero. "El diablo entra por el bolsillo, no lo olviden", advirtió el Papa, en una declaración que resonó en el contexto de las recientes denuncias por irregularidades en el gobierno argentino.
Las críticas del Papa a la situación social en Argentina
Francisco se había referido a la creciente precarización de la clase media argentina y cuestionó cómo las políticas económicas actuales afectan a los sectores más vulnerables. "Si los movimientos populares no reclaman, no gritan, no luchan, no despiertan conciencias, las cosas van a ser más difíciles", alertó, instando a la organización social para enfrentar la crisis.
A su vez, criticó la exaltación de la acumulación de riqueza como una virtud, sin mencionar directamente a Milei, pero en clara oposición a su visión de la economía. "Acumular no es virtuoso, distribuir, sí", afirmó. En este sentido, también remarcó que "tierra, techo y trabajo son derechos sagrados", reforzando su respaldo a los sectores populares que luchan por mejores condiciones de vida.
Otro de los puntos destacados de su discurso fue la relación entre la corrupción y la presión de los grandes grupos de poder sobre la política. "La cobardía lleva a muchos políticos a cambiar sus convicciones por sus conveniencias", lamentó, en una aparente referencia a la reciente votación legislativa en Argentina, donde algunos diputados habían cambiado su postura en favor del oficialismo.
La respuesta del gobierno de Javier Milei
Tras las críticas del Papa, el vocero presidencial, Manuel Adorni, salió rápidamente a responder, intentando minimizar el impacto de las declaraciones del Pontífice. En la misma línea, el Jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, también marcó distancia con las palabras de Francisco, reflejando la tensión creciente entre la Iglesia y la administración libertaria.
Las palabras del Papa también reavivaron el debate sobre el rol de la Iglesia en la política argentina y su relación con el gobierno de Milei. Si bien el Pontífice no mencionó al presidente por su nombre, sus críticas fueron interpretadas como una respuesta directa a las políticas del oficialismo. "Esto no es comunismo, es el Evangelio", aclaró Francisco, anticipando las posibles reacciones de sus detractores.
En un contexto de crisis económica y social, las palabras del Papa Francisco resuenan con fuerza en Argentina. Su defensa de los derechos sociales y su llamado a la organización popular contrastan con la visión individualista del gobierno de Javier Milei, generando un nuevo capítulo en la compleja relación entre la Iglesia y el poder político en el país.