El pensador que advirtió la mutación del peronismo

Escribió sobre el peronismo desde sus orígenes hasta los años kirchneristas y publicó un libro imprescindible sobre el diario La Nación. El sociologo Ricardo Sidicaro, que murió el lunes pasado, dejó una obra fundamental para entender el presente. Qué decía.

04 de junio, 2025 | 00.05

El peronismo como fuerza política no existe más, repetía desde hace varios años. Lo que hay, aclaraba, es peronistas que pueden unificarse de una forma o de otra, que pueden estar más unidos o no, que tienen intereses propios de alcanzar posiciones de poder, pero no para hacer lo mismo. Iba bastante más allá de los nombres y pensaba que al peronismo le había pasado lo mismo que a otros partidos políticos que habían perdido la capacidad de representación de sectores sociales. 

Ricardo Sidicaro murió el lunes, el mismo día en que Cristina Fernández de Kirchner anunció su candidatura a diputada en los 19 municipios de la tercera sección electoral. Sociólogo de una inigualable trayectoria, investigador del Conicet y motor del Instituto Gino Germani de la Universidad de Buenos Aires, Sidicaro escribió libros fundamentales que educaron a varias generaciones de académicos y le dejaron un número notable de discípulos. Entre ellos, podrían destacarse los que abordaron a dos actores siempre enfrentados, “La política mirada desde arriba: las ideas del diario La Nación” y “Los tres peronismos: Estado y poder económico”. 

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Exiliado en Francia durante la última dictadura militar, Sidicaro advertía que el peronismo de las últimas décadas había dejado de ser un actor colectivo en los términos en los que lo había sido el viejo peronismo, un movimiento social y político con el que diferentes tipos de sectores se identificaban por razones distintas. “Ya no era más el peronismo de sus orígenes, que había sido un Partido-Estado muy sólido”, decía. En el epílogo a la última edición de “Los tres peronismos” que publicó la editorial Siglo XXI en 2010, el autor definió al peronismo de Néstor Kirchner como “el gobierno de un líder sin partido”, que encontró “en la desarticulación del sistema de partidos la oportunidad para actuar casi sin oposición”.

Para el sociólogo que acaba de morir, ese líder que fue Kirchner había tenido como apoyo principal a los gobernadores, un actor al que consideraba una confederación de partidos justicialistas provinciales. Era el tiempo en que el peronismo gobernaba 20 provincias; hoy le quedan entre 5 y 8, según como se las cuente. Para Sidicaro, el pacto trabajoso y no explícito del entonces presidente con los jefes provinciales era sencillo: no inmiscuirse en la discusión nacional a cambio de fondos para gestionar sus provincias. De ese ensimismamiento, solo redituable en el corto plazo, los gobernadores peronistas no volvieron más. En el pasado muy lejano, quedó la liga que durante la década del noventa se reunía en el Consejo Federal de Inversiones. 

“El hallazgo de Kirchner fue darse cuenta de que el peronismo estaba desestructurado y que podía decirle a cada uno lo que tenía ganas de escuchar. Él creó lo que yo suelo llamar una suspensión coloidal, que es una fórmula de química, un conjunto de actores que estaban en el mismo lugar pero que tenían muy pocas relaciones entre sí. Cuando llegó Kirchner, el neoliberalismo había entrado en la Argentina. El menemismo fue una forma de, como dirían en los años 40, de peronismo cipayo. Y eso no se revirtió. Kirchner tuvo capacidades como para reunir en torno suyo más fuerzas políticas que el peronismo. No tuvieron en ningún momento un programa, pero el viento de cola que venía de las buenas condiciones económicas le permitió mantener un cierto conglomerado. Creó una fuerza política, pero ya no era el peronismo, era otra cosa, era una suma en la que Kirchner se condujo inteligentemente, ofreciendo a cada uno lo que quería pedir”, me dijo Sidicaro en una entrevista radial que le hice en 2021. 

Bastante antes de la irrupción de Milei, Sidicaro sugería que el problema excedía por mucho al peronismo porque los partidos políticos, en el mundo entero, estaban dejando de ser representativos. Cuando le pregunté por las diferencias que había hacia el interior de la extraña unidad que se llamó Frente de Todos, Sidicaro me respondió: “La época actual ha perjudicado a todos los partidos, porque ¿quiénes son los votantes? Los votantes en realidad son individuos que piensan una cosa a la mañana, piensan en otra a la tarde y terminan pensando en otra a la noche. La globalización y las transformaciones de la modernidad hicieron sujetos que ya han perdido la idea de que son parte de una Nación. La globalización no solo borra las naciones, sino que también borra la existencia del Estado y la capacidad del Estado de gobernar. La posibilidad de hacer partidos consistentes en una sociedad fragmentada es prácticamente imposible. Eso está pasando en todos lados”.
 
El otro de sus ejes temáticos tenía que ver con las elites y el poder económico. Sidicaro decía que la Argentina no había creado nunca un empresariado nacional capaz de llevar adelante transformaciones estructurales de la economía y que los empresarios preferían fugar capitales antes que propiciar la reproducción ampliada del capital. “Ellos perciben que acá no hay Estado, no creen en este Estado y buscan protegerse con la moneda de otro Estado”. La doctrina Milei, que designa como héroes a los empresarios que fugan, los representa. Sidicaro murió a los 83 años pero quedan sus libros y los que aprendieron de él una mirada implacable y lúcida de leer la política.