El 9 de diciembre, un día antes de la reconfiguración del Congreso, el PRO mantendrá un encuentro clave, parte del debate interno sobre el futuro del partido. Hasta ahora, las señales indican la voluntad de reconstruir la fuerza y preservar la identidad, golpeada en estos dos años de gobierno de Javier Milei. La gran duda es la profundidad de esa reconstrucción y si será para acompañar a la administración libertaria o para sucederla.
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Ese martes de diciembre, el partido amarillo se reunirá en Asamblea General. El encuentro será virtual y no se esperan grandes definiciones. Se trata de un evento al que, por Carta Orgánica, la fuerza partidaria debe convocar al menos una vez al año y su llamamiento en el cierre del 2025 obedece, en mayor medida, a esa demanda.
La Asamblea es el máximo órgano partidario del PRO y el año pasado casi quedó en manos de Patricia Bullrich pero a último momento Mauricio Macri le arrebató ese lugar y la conducción quedó en el diputado Martin Yeza. Hoy por hoy, no hay presencia bullrichista en los lugares de conducción del espacio, aunque aún quedan afiliados amarillos.
Dentro de sus atribuciones, la Asamblea, además de nombrar las autoridades de distintos órganos partidarios, puede apercibir o suspender miembros “por desorden”. Un punto más que interesante en plena fuga de dirigentes propios, más después de la expulsión de Damián Arabia de la conducción. No sería el caso. También está habilitada a recibir informes parlamentarios, a poco de una disminución considerable de los diputados. Pero el motivo principal de la reunión es la obligación de “reunirse por lo menos una vez por año”.
Sin embargo, en cada una de las reuniones amarillas se espera que se cuele la discusión sobre el futuro del partido. Hasta ahora, las voces más resonantes fueron en línea con la necesidad de reconstruir el espacio y de tener un candidato a futuro. Pero ese rearmado puede servir para acompañar y plegarse al proyecto libertario, como pregonan algunos, o para pensar en superarlo, en generar una alternativa para cuando el modelo se agote.
La vocera de esta última posición es María Eugenia Vidal, que nunca estuvo de acuerdo con el pacto con La Libertad Avanza. La todavía diputada aseguró en una entrevista con Infobae que “es un objetivo partidario” tener un candidato propio en 2027, parte de las conversaciones existentes en el partido. De hecho, son charlas que se mantienen desde el proceso electoral, con la alianza con el gobierno vigente en nueve provincias. Un sector del PRO siempre prensó que, pasado el 26 de octubre, la discusión iba a pasar por ese lateral.
Según Vidal, el plantear una candidatura amarilla “no es una provocación a nadie” sino “una contribución al país”. La presidenta de la Fundación Pensar está convencida de que es necesario generar una alternativa a La Libertad Avanza que no sea el otro extremo, que no sea el kirchnerismo. Por eso, para ella sería una buena noticia que el macrismo vuelva a tener un proyecto con chances.
Para el PRO, la dificultad pasa por encontrar una forma de diferenciarse de su aliado de los últimos dos años, con quien comparte gran parte del programa de gobierno. En esa misión, la diputada marcó algunas cuestiones que, dentro del partido, consideran como valores positivos diferenciales. La capacidad de trabajar en equipo es una de ellas.
“No creo que una, o dos, o tres personas... o cuatro puedan hacer una transformación”, dijo Vidal en clara referencia al círculo chico cerrado de Javier Milei, sin apertrua a los socios ni voluntad de consenso. Un cuestionamiento que Mauricio Macri inauguró a principios del año pasado, cuando decidió romper el silencio post elecciones 2023 y apuntó contra el triángulo de hierro.
Otro de los puntos diferenciales es, según explicó, la creencia en que “la obra pública no es sinónimo de corrupción” sino que, en todo caso, lo es “el funcionario” y por lo tanto “podés hacer obra pública sin corrupción”. Para ella, es fundamental para que un país pueda crecer, para atraer inversiones privadas. Mencionó la necesidad de mantener las rutas, de tener puertos y aeropuertos operativos, con buenos accesos, una infraestructura vial óptima y otros puntos destacados.
