Un destacado infectólogo y referente en inmunización suele afirmar que lo importante no son las vacunas, sino la vacunación. Por supuesto que es fundamental adquirir y distribuir los viales con esas fórmulas que previenen enfermedades. Pero de nada sirve la inversión y el esfuerzo logístico que involucra a decenas de miles de personas si no llegan a los brazos de la población. Y en ese sentido, los números de cobertura que registran los sistemas sanitarios locales y regionales son preocupantes.
Los últimos datos publicados por la Dirección de Control de Enfermedades Inmunoprevenibles, correspondientes a 2023 (https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/2019/05/nacion_cnv_2023_actualizado-18dic2024.pdf), indican que en la mayoría de las provincias las coberturas no alcanzan a entre el 80 y el 95% considerado indispensable para lograr la inmunidad colectiva y proteger a aquellos que no pueden vacunarse impidiendo la proliferación de agentes infecciosos.
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Por ejemplo, la vacuna contra la hepatitis B (virus que a largo plazo puede causar cirrosis y cáncer), sólo la recibió el 68,10% de los nacidos vivos; la BCG, el 73,81%; la que protege contra el rotavirus (que causa gastroenteritis); la primera dosis de la quíntuple/séxtuple (contra la difteria, el tétanos, la tos convulsa, la hepatitis B, el Haemophilus influenzae tipo b (que puede causar meningitis, neumonía y otras enfermedades invasivas) y la polio, el 80%; pero la tercera dosis, apenas el 68,79%; la segunda dosis de la antineumocócica (para prevenir meningitis y neumonía), el 75,04%.
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Datos preliminares de 2024, todavía no publicados, a los que tuvo acceso El Destape, indican que la cobertura contra el meningococo alcanzó a apenas del 75,07%, la de la quíntuple/séxtuple (3a. dosis), al 75.03%, y los de la 3a. dosis de la IPV (polio)/séxtuple, al 73,96%. Los números de los refuerzos son aún peores: la triple viral llegó al 46,35%; la de la polio/séxtuple al 47.26; la DPT (contra la difteria, tétanos y tos ferina) al 46,05%, la de la varicela, al 45.09%.
De acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), las coberturas están disminuyendo, en lugar de aumentar, en 14 países de la región (Argentina, Belice, Bolivia, Colombia, Honduras, Jamaica, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, San Vicente y las Granadinas, Suriname y Uruguay), y en 2021, el porcentaje de chicos y chicas con cero dosis se había duplicado con respecto a los cinco años previos llegando al 25%. En total, 2,4 millones de chicos y chicas tienen cero dosis y son subvacunados en América latina y el Caribe. Entre 2019 y 2021, 6,8 millones de ellos no se beneficiaron de la vacunación sistemática total o parcial en la región. Hace dos años, la entidad publicó un reporte que muestra la mayor caída en la cobertura de vacunación en 30 años.
Por eso, en la 23a. Semana de Vacunación de las Américas, que se celebra desde el 26 de abril al 3 de mayo, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) está llamando a recuperar y mantener al día los esquemas de vacunación para cumplir con la meta de eliminar más de 30 enfermedades transmisibles y sus afecciones relacionadas hacia 2030.
“Las vacunas son una estrategia esencial de salud pública que no solo previene enfermedades infectocontagiosas, o sus formas más severas, sino que tiene un impacto crítico en la morbimortalidad de las enfermedades, en la carga que estas representan para el sistema de salud y en las posibilidades de desarrollo socioeconómico de los pueblos –subraya Leda Guzzi, infectóloga y miembro de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI)–. Una sociedad con bajas tasas de vacunación, padecerá brotes frecuentes de enfermedades infectocontagiosas o endemias que implican un riesgo para la salud individual y colectiva, de enfermar gravemente o de una muerte temprana por una enfermedad evitable como el sarampión, por ejemplo. Su impacto tiene un espectro muy amplio que va desde el ausentismo escolar y laboral, en las formas leves (lo que tiene consecuencias directas en la productividad económica), hasta la mortalidad temprana de niños y personas jóvenes por enfermedades prevenibles. En el otro extremo de la vida, los adultos mayores que no reciben las vacunas apropiadas para su grupo etario, como por ejemplo la vacuna antigripal y la antineumocócica, tienen un mayor riesgo de sufrir infecciones respiratorias agudas graves que requieren internación y que tienen una elevada mortalidad, pero que además sobrecargan fuertemente el sistema de salud tanto en camas de terapia intensiva como de sala general. Ademas, exigen recursos humanos y materiales”.
“Estamos teniendo brotes de enfermedades que considerábamos completamente controladas, como la fiebre amarilla y las tos ferina, casi tan contagiosa como el sarampión –dijo esta semana María Luisa Ávila, presidenta de la Sociedad Latinoamericana de Infectología Pediátrica, durante un webinario sobre el tema–. Como decía Ciro de Quadros [una de las figuras centrales en la erradicación de la poliomielitis en América Latina y el Caribe]: ‘El virus o la bacteria siempre va a encontrar a no vacunados’. En la Argentina, hubo un brote importante de tos ferina en 2021 y en 2023, con dos muertes cada año. En México, hubo 749 casos en los primeros meses de 2025; el año anterior, 57. En la la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, al 7 de abril de este año, se confirmaron 24 casos de tos ferina, comparado con cero casos en 2024. La tos ferina es una infección respiratoria altamente transmisible causada por la bacteria Bordetella pertussis, que se caracteriza por ataques intensos de tos que pueden poner en riesgo la vida, especialmente en lactantes y niños menores de cinco años. Otras enfermedades, como la poliomielitis, también se presentaron en los últimos años después de décadas de control y eliminación en la región. En 2022, Estados Unidos registró un caso en el estado de Nuevo York y Perú notificó en marzo del mismo año un confirmado de polio. Ambos, en pacientes no vacunados. Debemos hacer un llamado a padres, madres y cuidadores para que los esquemas de vacunación de sus pequeños estén actualizados. De otra forma, no lograremos revertir las cifras”.
En 2021, la cobertura de la primera y tercera dosis de la vacuna contra difteria, tétanos y tos ferina en las Américas alcanzó su nivel más bajo en 20 años, con 87% y 81% respectivamente. En la Argentina, en 2023, según la Dirección de Control de Enfermedades Inmunoprevenibles/DiCEI (hoy debilitada porque se prescindió del 40% de su personal), la cobertura de la primera y tercera dosis de la vacuna contra difteria, tétanos y tos ferina alcanzó niveles subóptimos de 81% y 69% respectivamente en menores de un año.
Entre las causas de este descenso en las coberturas se mencionan la baja percepción de riesgo (debido al propio éxito de las inmunizaciones hace décadas que no se ven las enfermedades que previenen), las barreras al acceso (en especial, en poblaciones alejadas de los centros urbanos), los desafíos logísticos, de transporte y almacenamiento, la falta de campañas públicas…
Para Rodrigo Restrepo, director ejecutivo de Medical Impact Colombia, que también participó en el webinario, hay tres ejes fundamentales sobre los cuales trabajar para volver a mejorarlas: movilización de la comunidad, construcción de confianza y colaboración con instituciones públicas. Entre las estrategias que sugiere poner en práctica incluye recurrir a líderes comunitarios o religiosos, maestros y testimonios personales; establecer colaboraciones con asociaciones comunitarias y medios; impulsar acciones de vigilancia ciudadana y observatorios de monitoreo; organizar jornadas de vacunación con actividades atractivas. Restrepo agrega, además, que hay que reclamar presupuesto adecuado y sostenido, e impulsar leyes para la vacunación universal y gratuita.
“Hay que ir casa por casa, si es necesario, para recuperar esquemas incompletos”, dijo Jaqueline Domínguez, también de Medical Impact Colombia, durante la misma reunión.
Y concluye Guzzi: “Por supuesto que la consecuencia más fácilmente comprensible [de la baja en las coberturas] es la del riesgo de reintroducción de enfermedades que se consideraban eliminadas. Como el sarampión, por ejemplo, que de hecho ya está sucediendo. O la poliomielitis, ambas con peligro de mortalidad y secuelas. Pero para tomar dimensión de lo que significa, tal vez convenga revisar los efectos positivos de la vacunación. Por ejemplo, gracias a la vacuna, desde 2006 no hay casos de difteria, desde 2007 no hay trasplantes hepáticos por hepatitis en el país ni casos de tétanos neonatal. Desde 2009 no hay casos de síndrome de rubéola congénita (enfermedad infecciosa que padecida durante el embarazo puede ser muy grave para el feto, costarle la vida o dejar secuelas gravísimas). Gracias a la vacunación materna con la triple bacteriana acelular que se incluyó en el calendario nacional se redujo un 82% la morbimortalidad de los lactantes por tos convulsa en el primer año de vida, ya que esta permite que los anticuerpos de la persona gestante se transfieran pasivamente a través de la placenta y de la leche materna al recién nacido que es un inmunodeprimido natural. También se redujo un 52% la internación de menores de cinco años por neumonía bacteriana”.
Fuentes que participaron en otro encuentro, esta vez realizado en el Ministerio de Salud de la Nación local, refieren que la intención de las actuales autoridades es transferir los programas de vacunación a las provincias, algo que los especialistas no aconsejan. "Tener un Ministerio de Salud Nacional te permite implementar estrategias coordinadas con una organización central –explica el infectólogo e investigador Gonzalo Pérez-Marc–. En la Argentina hay muchas provincias en las que los recursos son muy escasos. Entonces, transferirles esta responsabilidad, si bien en teoría podría funcionar, en los hechos termina generando inequidades. Aunque algunas tienen programas muy aceitados, a otras no llegan los recursos a los que más los necesitan. Por ejemplo, la campaña de la vacunación contra el virus sincicial respiratorio en embarazadas, que para ser el primer año tuvo una cobertura nacional bastante buena, del 62,5%, en algunas provincias alcanzó apenas un poco más del 40%. Si se les transfiere la obligación de ocuparse de todo, probablemente tendrían coberturas mucho menores, en mi opinión".
Según un estudio realizado con motivo de los 50 años del Programa Ampliado de Iinmunización (PAI) y publicado en The Lancet en 2024, a lo largo del último medio siglo la vacunación salvó 154 millones de vidas, el equivalente a seis por minuto. La inmensa mayoría (101 millones) eran lactantes.