Las articulaciones son una de las partes del cuerpo que más se desgastan con el correr de los años y por eso los adultos mayores suelen tener dolores en las mismas. Para evitar que esto suceda o reducirlo, se pueden seguir una serie de hábitos desde la juventud que llevan poco tiempo y son fáciles de llevar a cabo.
Prevenir los problemas de articulaciones mediante conductas saludables es fundamental para mantener una buena movilidad a lo largo de la vida. Actividades como realizar ejercicio de bajo impacto, mantener un peso adecuado, estirar con regularidad y fortalecer los músculos que rodean las articulaciones ayudan a reducir la presión y evitar lesiones. Además, incorporar una alimentación rica en antioxidantes, omega-3 y vitaminas contribuye a disminuir la inflamación y a proteger el cartílago, lo que favorece un funcionamiento articular más eficiente y duradero.
Con el paso del tiempo, las articulaciones tienden a desgastarse porque el cartílago -el tejido que actúa como amortiguador- se va deteriorando de manera natural. Este proceso se acelera por factores como la edad, el sedentarismo, el sobrepeso, los movimientos repetitivos y antiguas lesiones mal recuperadas. A medida que el cartílago pierde elasticidad y grosor, los huesos comienzan a rozarse con mayor facilidad, provocando rigidez, dolor y menor rango de movimiento. Por eso es tan importante adoptar hábitos preventivos que ayuden a cuidar estas estructuras antes de que aparezcan los síntomas.
Hábitos para prevenir el dolor de articulaciones
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Hacer actividad física regular: Ejercicios de bajo impacto como caminar, nadar o andar en bicicleta fortalecen músculos y protegen las articulaciones sin sobrecargarlas.
- Realizar estiramientos diarios: Mantienen la flexibilidad, mejoran el rango de movimiento y evitan tensiones que pueden generar molestias.
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Cuidar la postura: Sentarse y pararse correctamente evita que ciertas articulaciones trabajen de más y se inflamen con el tiempo.
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Elegir calzado adecuado: Un buen apoyo del pie mejora la alineación corporal y reduce impactos dañinos al caminar o correr.
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Mantener una buena hidratación: El agua ayuda a conservar el cartílago lubricado, evitando rigidez y desgaste prematuro.
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Mantener un peso adecuado: Reduce la presión sobre rodillas, caderas y tobillos, disminuyendo el desgaste y el riesgo de dolor crónico.
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Incorporar alimentos antiinflamatorios: Pescados, frutas, verduras y semillas ayudan a reducir inflamaciones que afectan a las articulaciones.
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Evitar movimientos repetitivos: Hacer pausas en trabajos manuales o frente a la computadora previene tensiones continuas en las mismas zonas.
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Fortalecer la musculatura: Trabajos de fuerza suave mantienen articulaciones estables y menos propensas a lesiones.
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Descansar lo suficiente: Un sueño adecuado permite que el cuerpo regenere tejidos y reduzca inflamaciones que afectan al movimiento.
