El pasado 25 de julio, Brenda Torres (24) fue brutalmente asesinada y descuartizada en la provincia de Córdoba. Meses después, el fiscal de la causa dictó la prisión preventiva para los dos hombres acusados de cometer el brutal caso. Ambos enfrentan la posibilidad de una condena a prisión perpetua.
Gustavo Martín Lencina (53), alias “Carpi”, y Christian Alexis Aranda (38) continuarán detenidos en la cárcel de Bouwer imputados por homicidio agravado por mediar violencia de género (femicidio). La decisión fue tomada por el fiscal de instrucción, Horacio Vázquez, a tres meses del horroroso hallazgo de los restos de la víctima.
El caso salió a la luz cuando un sereno encontró restos humanos dentro de una bolsa de consorcio en un descampado del barrio Chateau Carreras, mientras que sus extremidades aparecieron en bolsas en distintos puntos de la zona. La pesquisa llevó a los investigadores a allanar una casa de la misma zona, donde vivían Lencina y Aranda. En el patio de la vivienda se encontraron más restos de la víctima enterrados, y los dos hombres fueron detenidos de inmediato.
La joven, oriunda de la localidad de La Calera, fue encontrada con su torso y cabeza enterrados. La fiscalía detalló que las heridas punzantes que presentaba la víctima (entre tres y seis puñaladas en el tórax) fueron realizadas cuando estaba con vida. Además, obran otras pruebas como la sangre hallada en una habitación y un baño de la casa, marcas que son compatibles con una muerte violenta.
Una vez cometido el crimen, “los imputados Lencina y Aranda, con intención de deshacerse del cadáver, desmembraron el cuerpo, separándolo en diversas secciones para facilitar su ocultamiento”, dijo el fiscal Vázquez. En ese plan, enterraron parte del cuerpo en la misma casa. Otras partes fueron metidas en bolsas y abandonadas en la calle, pero parte del cuerpo de la joven nunca fue encontrado.
Femicidio en Córdoba: extrema vulnerabilidad de la víctima e investigación
Brenda era una víctima atravesada por múltiples factores: alejada de su familia, la joven vivía en la calle y además había caído en una profunda adicción a las drogas. El fiscal Vázquez entiende que Lencina y Aranda se aprovecharon tanto del contexto de “extrema vulnerabilidad” de la mujer.
El funcionario entiende que los dos hombres actuaron en un “contexto de violencia de género basado probablemente en el trato sexual y el consumo de estupefacientes”. La sospecha es que, entre el 20 y el 24 de julio, Brenda llegó a la casa donde residían los acusados en calle Hornero 574, a metros de la Circunvalación y cerca del Tropezón, en la Capital cordobesa. La casa era de los padres de Lencina. Cuando estos murieron, este se quedó viviendo allí y le alquilaba una pieza a Aranda.
Sobre el día del crimen, el fiscal señaló que “con intención homicida y obrando de consumo” uno de los imputados golpeó a Brenda con el puño o con un objeto contundente. “En ese contexto, ejerciendo todo su poder en relación con una víctima mujer a la que intimidaban y trataban con violencia, aprovechando su superioridad física y haciendo uso de la misma, utilizando presumiblemente un elemento punzo-cortante -que no pudo ser identificado, probablemente un cuchillo con hoja de unos tres centímetros de ancho-, uno o ambos imputados le asestaron varias puñaladas”, puntualizó.
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Lencina y Aranda, quienes se ganaban la vida como guardias de seguridad informales y eran conocidos como “tío y sobrino” aunque no son familiares entre sí, negaron los hechos y se abstuvieron de declarar. Sin embargo, Aranda luego admitió todo y llegó a afirmar que habían asesinado a la mujer a golpes y puñaladas, según información de La Voz.
Además de esta confesión inicial, la causa cuenta con otras pruebas que complican a los acusados, como rastros forenses, filmaciones y búsquedas incriminatorias en Internet, entre ellas “anatomía del cuerpo humano”. Los peritajes psiquiátricos determinaron que ambos comprenden la criminalidad de sus actos, por lo que son imputables y seguirán sometidos al proceso penal mientras la causa avanza hacia la etapa de juicio.