El Obelisco porteño es uno de los puntos de atracción para turistas locales como internacionales. Muchos lo eligen para retratar su paso por la Ciudad de Buenos Aires o para convocar movilizaciones y encuentros espontáneos. Pero lo que no todos saben es que en uno de los barrios porteños se encuentra un monumento de características similares.
Es en el barrio de Coghlan donde se esconde un "Obelisco" entre casas bajas y calles tranquilas. Se trata de una torre poco conocida, a la que muchos vecinos llaman el “Obelisco de Coghlan”. Esta estructura de 35 metros de altura está ubicada en la calle Washington al 2900, se alza discretamente entre viviendas residenciales y árboles frondosos.
Aunque no es un obelisco en el sentido estricto, su figura alargada y solitaria evoca de inmediato al ícono porteño por excelencia. Su función original dista mucho del simbolismo monumental: fue construida como un faro de ventilación para la cloaca máxima, una obra de infraestructura clave para la ciudad. Hoy, sin embargo, se transformó en una de las postales más curiosas y menos conocidas de la capital.
Cómo nació Coghlan
El barrio de Coghlan nació en 1891, impulsado por la inauguración de la estación ferroviaria del mismo nombre. Su fundador fue el ingeniero irlandés Juan Coghlan, cuyo apellido dio origen al nombre del barrio. Desde entonces, la zona supo conservar una identidad residencial, con calles tranquilas, casas bajas y un ritmo pausado que contrasta con el vértigo de otras áreas de la ciudad.
El paisaje urbano de Coghlan está marcado por la presencia de plazoletas, árboles añosos y construcciones de estilo clásico. A lo largo de avenidas como Monroe o Tejar, los vecinos disfrutan de un entorno sereno, con espacios verdes y una arquitectura que remite a otras épocas.
Secretos por descubrir en Coghlan
La torre de ladrillos, que se alza entre Washington y Estomba, es apenas una de las tantas sorpresas que ofrece Coghlan a quienes se animan a caminarlo. No hay carteles ni señalética turística que indique su presencia: es un secreto a la vista, que sorprende al visitante desprevenido y enorgullece a los vecinos que conocen su historia.
En un barrio donde la historia convive con la vida cotidiana, esta curiosa torre refuerza el carácter único de Coghlan. Un rincón de Buenos Aires que invita a descubrir la ciudad desde otro lugar, donde la calma y los pequeños detalles construyen una identidad propia, lejos del ruido y las postales tradicionales.