El pueblo de 8 habitantes que queda en medio de La Pampa y ofrece una verdadera experiencia rural

Se trata de una de las localidades más pequeñas en relación con la cantidad de habitantes. Llegó a tener más de 1500 habitantes con el funcionamiento del ferrocarril en la zona.

01 de diciembre, 2025 | 18.37

Existe un pueblo a menos de 700 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires que tiene tan solo 8 habitantes permanentes y es ideal para conocer en una escapada de verano. Es uno de los destinos rurales alejados del turismo masivo y permite relajarse en pareja o familia.

Se trata de Naicó, una de las localidades más pequeñas de La Pampa en cuanto su población, ya que no son más de tres familias. Cuando el ferrocarril funcionaba en la zona, y previo a varios cambios sociales y económicos, la cantidad de residentes era de más de 600 personas, y podía extenderse a 1500 si se contabilizaba a los trabajadores golondrinas.

Con las distintas oleadas de éxodos quedaron de recuerdo a algunas instituciones en pie, y otras aún conservan sus paredes semiderruidas. Este pueblo, que está a 45 kilómetros en auto de la capital provincial, llegó a tener un mínimo de tres habitantes, pero según datos actualizados a 2024 el número creció a ocho.

La historia de Naicó, el pequeño pueblo de La Pampa

Si bien existen varias versiones, Naicó significa "agua o manantial que baja" en mapuche, y ya era conocido así en 1882. El pueblo se encuentra en el departamento Toay, municipio de Ataliva Roca, y se puede llegar por la ruta 35 hacia el sur, desviando a la derecha en el mojón 297 y tras 14 kilómetros de tierra.

Según la reconstrucción de la historia que realizaron desde la Secretaría de Turismo de La Pampa, se estima que hubo ocupación humana en la zona hace 3000 años. Los primeros habitantes habrían sido cazadores del Holoceno tardío y luego por ranqueles y mapuches.

El territorio también destaca por ser uno de los escenarios donde se dio la llamada Campaña del Desierto, que a fines del siglo XIX desplazó a los pueblos originarios y comenzó la actividad agrícola, que duraría varias décadas.

Por su ubicación geográfica, en pleno bosque de los caldenes, Naicó despertó la inmigración de hacheros del norte argentinos al enterarse de necesidad de trabajadores para deforestar. También se convocó a europeos a formar las primeras colonias agrícolas.

El caldén es un árbol nativo del centro argentino y está presente en el escudo de La Pampa. De acuerdo a registros de aquellas épocas, con el transporte de maderas a toneladas, hubo una sobreexplotación de los recursos y sin el cuidado del medio ambiente. Hoy, esa misma área forma parte de las especies autóctonas protegidas.

Dos pueblos en uno

Recién en 1912 el pueblo se fundó como colonia agrícola, pero sus orígenes se remontan mucho antes. Durante la campaña de Julio Argentino Roca, Enrique Godoy se desempeñó como teniente coronel y en 1879 recibió órdenes de ocupar Naicó.  Inmediatamente, tomó posesión de las tierras, que en gran parte fueron vendidas a extranjeros y latifundistas de Buenos Aires. 

En 1897 había llegado el ferrocarril, y en paralelo se constituyó la población e inició la construcción de casas, comercios, almacenes de ramos generales, panadería y herrerías. También apareció en la historia del pueblo el vasco Fortunato Anzoátegui, que había llegado a Uruguay en 1903 y fue residente de Buenos Aires. Adquirió tierras en 1970 e impulsó la explotación forestal en cercanías a la estación y se le atribuyó la llegada de 70 familias de colonos rusos. En 1911 fundó el fundó el pueblo Ministro Lobos, en honor al ministro de agricultura del presidente Roque Sáenz Peña, Eleodoro Lobos.

Durante ese tiempo convivieron dos localidades en una, ya que en ese entonces se referían a la localidad como Ministro Lobos Estación Naicó: en Ministro Lobos estaba la comisaría y la escuela; y por Avenida Libertador se llegaba a Naicó, donde se encontraba la estación.

La división duró hasta 1949. El pueblo adquirió forma de letra "T", y los vecinos reclamaban la apertura de calles, pero los grandes propietarios se negaban a dejar espacio para los caminos vecinales y se veía perjudicado el traslado de productos hasta la estación.

El despoblamiento

Con el cierre del ferrocarril se dio la segunda ola de inmigración hasta llegar a un despoblamiento de la localidad. Sin embargo, la comunidad que se quedó tuvo iniciativas de distinta índole para no dejar morir el pueblo. Según el archivo histórico, hay pruebas documentales de los folletos de la cooperadora de la escuela, que hacía almuerzos populares, organizaban matinés, y todos los eventos posibles para reunir dinero y mantener los servicios vigentes.

También hubo colectas para conseguir una máquina de escribir para el destacamento policial o un auto para la patrulla. También intentaron mantener la tradición de celebrar una misa cada 15 días con un cura que iba especialmente para ello. Tras el vaciamiento del pueblo, los edificios se vieron afectados por el impacto de los temporales, el vandalismo, robos e incluso usurpaciones.

Hoy quedan en pie la estación de tren con sus columnas originales del 1800 y el puesto de la policía rural de La Pampa. Una de las últimas novedades del pueblo es el Hostal Naicó, que abrió sus puertas en 2018 para contribuir con el impulso del turismo rural.