En octubre pasado, la Justicia de Córdoba condenó a prisión perpetua a Alejandro Quinteros por el femicidio de su ex pareja y madre de su hijo, Valeria Gancedo. A poco más de un mes de la sentencia y a exactamente dos años del crimen, se conocieron los fundamentos que lo llevarán a pasar sus días en la cárcel de Bouwer.
Gancedo tenía 36 años, era madre de un niño de cinco y había desaparecido a fines de noviembre de 2023. La mujer había nacido en Santiago del Estero, pero se había trasladado a Oncativo para vivir con Quinteros, quien fue el único detenido en el caso por su desaparición y asesinato.
El femicida había montado un plan macabro para que nadie sospechara de que Valeria estaba muerta. La última vez que su familia, oriunda de Añatuya, supo algo de ella fue el lunes 27 de noviembre de 2023. Esa noche, la víctima envió una foto de Quinteros al grupo de la familia y también les comentó que no renovaría la orden de restricción que había caducado hacía algunos días.
El 29 de noviembre de 2023 -dos días después de la imagen- el hijo de la pareja cumplía años y la hermana de la mujer, Melisa, insistió en hablar con el niño, pero jamás pudo concretar la comunicación. “La llamé para saludar al nene, me cansé de llamar y de mandar audios y nada”, relató la mujer a El Doce en ese entonces. Y siguió: “En un momento me respondió ‘Hola, me cansé de llamarte’ y le dije que jamás me había llegado una llamada de ella. Seguí llamando y no me atendió”. Se hizo la noche de ese miércoles y Melisa no pudo hablar ni con la víctima ni con su sobrino.
Para ese entonces, a la mujer le llamaba la atención la actitud de su hermana y una extraña decisión la puso en alerta: Valeria iba a festejar el cumpleaños del nene el fin de semana, pero de repente les avisó que viajaría a su provincia. En un mensaje les avisó que llegaría a las 22, pero se hicieron la 1 y jamás arribó. Fue entonces que Melisa contactó a su cuñado, quien no mostró preocupación. De esta manera, decidió comunicarse con una amiga de su hermana para que hiciera la denuncia.
La familia de Valeria salió rumbo a Oncativo y cuando llegaron se enteraron de que las amigas y conocidas también habían recibido mensajes llamativos y con distinta información sobre el supuesto viaje. El plan de Quinteros había quedado al descubierto: intentó engañar a todas las personas que preguntaban por Valeria. Después de algunas horas acorralado en la comisaría de la localidad aquel viernes 1° de diciembre, confesó que el cuerpo estaba en un campo en Impira.
Perpetua para el femicida Quinteros: cuáles fueron los fundamentos de la Justicia
En un juicio abreviado, el hombre confesó todos los hechos que se le adjudicaron y aceptó el delito de homicidio triplemente calificado por el vínculo, por alevosía y por el contexto de violencia de género. Para el camarista Sebastián Romero, el femicida ejerció violencia “en todas sus formas” contra Gancedo. En ese sentido señaló que fue física, psicológica, sexual, económica y simbólica. “La humilló y la maltrató de manera grave, sistemática y creciente, hasta llegar a la expresión más extrema de la violencia de género: el femicidio”, destacó.
La Justicia entendió que Quinteros creó un plan para terminar con la vida de su expareja, que incluyó sedación con droga, y tras matarla “el accionar no cesó”. “Por el contrario, luego de ello envolvió y enterró el cuerpo de la víctima en un campo de difícil localización. Posteriormente y durante unos días, usó el teléfono celular, respondiendo comunicaciones en su nombre para confundir a sus familiares y personas de su entorno, que la buscaban con desesperación”, sostuvo.
En los fundamentos indicaron que “la conducta violenta del acusado, como así también el daño y el peligro causados, se propagaron hacia las personas cercanas a la víctima”. Entre los más afectados, se destacó a su pequeño hijo que estuvo al momento de la sedación y vivió en un ambiente de violencia, manipulación y miedo, según reflejó un informe psicológico.
“Sucedió también con otros familiares y personas allegadas a la víctima, que la acompañaron durante la relación, la ruptura del vínculo e inclusive estuvieron presentes en la sala de audiencias, cuando se realizó el juicio”, señaló Romero. Y el camarista agregó: “Esas personas debieron sufrir, además, la incertidumbre y el engaño provocados por el acusado, que ocultó el cuerpo de V. y empleó su teléfono para distraer la búsqueda”.
