Bajo el sol del mediodía en la calle principal de Ireneo Portela, una de las pocas asfaltadas, no hay nadie. No hay autos, no hay bicis, ni vecinos caminando ni a caballo; el pueblo de la provincia de Buenos Aires donde ganó la lista de diputados de la izquierda, único lugar en toda la elección del 7 de septiembre, pareciera haber decidido pausar el día y dejar que los visitantes imaginen cómo se vive tras las persianas del apodado soviet bonaerense. Esos 500 habitantes tomaron una decisión política que no es casual; la historia del pueblo se mezcla con la del Che Guevara, la máxima expresión de la izquierda y de Argentina en el mundo.
Ubicado a 165 kilómetros de Capital Federal, el pueblo forma parte de Baradero, cabecera del partido. El acceso es por la ruta 9, y luego un desvío en la ruta provincial 35 por un camino desbordado de flores amarillas llamadas colza, que serán cosechadas recién en noviembre. Curvita y contra curvita aparece un cartel al costado del camino que señala la llegada: “Bienvenidos a Ireneo Portela”. Si bien es un pueblo de casas bajas, hay varios silos que se erigen en el cielo azul, altos y marrones, que dan cuenta de que el pueblo es puramente rural. Incluso, en un extremo, se pueden ver los campos que pertenecieron a la familia del revolucionario, los Guevara Lynch, que aún se trabajan bajo otro patrón.
Elecciones históricas para todos
En Ireneo Portela la lista de diputados del Frente de Izquierda y de Trabajadores - Unidad (FITU) sacó el 25,00 %, mientras que Fuerza Patria un 24,32 y Unión Liberal el 21,62 %. Juan Ramos, ganador de las elecciones para concejales y cabeza de lista del partido vecinal Baradero 400 años, destacó que fue en más de un sentido “una elección histórica en la provincia de Buenos Aires, que una vecinal rompió todo el esquema monopólico de los partidos tradicionales".
Su agrupación ganó con el 35% del electorado, unos 2.000 votos de diferencia a la lista del intendente Esteban Sanzio, que cosechó derrotas por todos lados. Ramos explicó que los resultados se deben a que el intendente logró "capitalizar el descontento de los vecinos", y aseguró que “Baradero está deteriorado, con obras mal hechas y sin controlar". El pueblo chico tiene un infierno grande que contar, y esta vez se hizo escuchar en los grandes medios.
La Izquierda Diario, entre otros, se hizo eco del resultado en el pueblo y celebró que gracias a ello el FITU alcanzó “valores históricos”. Según el medio, el pequeño pueblo de la zona con solo 500 habitantes se convirtió en una excepción, ya que en sus elecciones se superaron a las fuerzas principales, rompiendo con la dominación electoral del peronismo y el liberalismo en el resto de la provincia. Otros medios nacionales hicieron eco de la noticia e intentaron explicar cómo es que el triunfo se dio en un lugar que tiene un monumento con la bandera de Cuba en su única y principal plaza.
Diego Gallardo, profesor del pueblo, reconoce que hay una impronta socialista y una comunidad que, si bien es de fuste peronista, da lugar a la identidad contraria a la derecha, sea cual sea. El docente detalló que la historia del pueblo comenzó con la llegada del tren, la línea Belgrano, un 15 de enero de 1906. La locomotora rugió sobre las vías de Ireneo Portela y dejó establecida la fecha como el punto de inicio. Con fecha de fundación y un ramal que daba acceso al resto del país, los pocos locales dieron inicio a su historia.
"Fue la familia Lynch la que, por su influencia sociopolítica, hizo que se trazara un rectángulo con sus distintas calles", explicó y aseguró: "Mi padre, el Chelo Gallardo, y mi tío, que era el casero de los Guevara Lynch, cada vez que el Che venía por estos lados se reunían con ellos en eventos sociales y en la vida cotidiana del campo", rememoró.
Un pueblo con la huella del Che
Ernesto Guevara nació en Rosario, 14 de junio de 1928. Hijo de una familia pudiente tuvo el privilegio de conocer los campos de Portela desde su niñez, una huella que lo marcó a fuego. En el libro Mi hijo el Che, escrito por Ernesto Guevara Lynch padre, se relata esta historia: "Nuestra vieja casona de Portela fue edificada por mi padre en un campo de propiedad de mi madre y que fuera de sus antepasados. Se comenzó a construir en el año 1910. Era una casa grande, con amplias habitaciones. Tenía capacidad para albergar mucha gente y por tal motivo, durante los meses de verano, se convertía en un verdadero hotel. Mi hijo Ernesto conocía perfectamente toda esa zona".
“En la estanzuela de Portela —muchos años después— mi hijo Ernesto supo cómo las perras daban de mamar a los cachorros, cómo se faeneaba un chancho, cómo se ordeñaba una vaca. Sintió el olor a cuero quemado cuando el hierro al rojo vivo se estampaba en los cuadriles y escuchó el mugido de dolor de la bestia. Allí pudo empaparse en la vida campestre y conocer el alma del paisano adherido a su tierra. Pudo verlo encorvado sobre la mancera del arado o en las tareas rurales, sobre su pingo, atravesar las pampas al tranco o al galope, siempre parco y estoico, pero siempre severo con él mismo, llevando como única bandera su hombría y su honradez”, relata el texto.
“Todo esto tal vez ya está un poco lejos, pero no hay duda que influyó en el carácter del que más adelante fue el «Che Guevara»”, aseguró su padre al reconocer que, sin dudas, Portela fue una gran influencia. Un mural en su memoria fue inaugurado en 2021 en la plaza del pueblo llamada Constancio Vigil, por el escritor. A pesar del homenaje, la placita sufre un sosiego casi de abandono, visitada sólo por unos perros, pero en su estructura se le ve cuidada y delicada en los detalles. La obra de cuatro metros de largo, creada por artistas del programa Arte Deco de la municipalidad de Baradero, descansa en uno de los extremos.
El mural, hecho con arcilla de la zona, se trabajó con la técnica de sustracción para destacar las luces, sombras y medias sombras, explicaron las autoridades. En la inauguración estuvo presente el hermano del Che, Juan Martín Guevara, el intendente de Baradero, el director del museo local, vecinos y curiosos. Todo el pueblo. Pero este sábado de septiembre, la poca gente que puede verse no está ahí, sino al resguardo del sol del mediodía bajo la sombra del enorme galpón ubicado en los terrenos municipales de la estación de tren.
La gigante y oscura estructura, herrumbrada por fuera y alfombrada en su interior por un espectacular piso parquet cubierto de polvo y miérda de paloma, guarda metros y metros de nada; puro aire, un espacio testigo de tiempos mejores donde el tren pasaba y ese galpón se trabajaba. Las personas que aguardan que avance la tarde lo hacen junto a unos parlantes e inflables desinflados para festejar el Día de las Infancias. Ellos pertenecen al partido vecinal Baradero 400 Años, la lista peronista no oficialista que ganó las elecciones para concejales.
¿Qué ofrece el pueblo?
“La capital de la tranquilidad, la educación y el trabajo”, dijo Ramos sobre Ireneo Portela, así como también aseguró que está poco explotado para el turismo. La única actividad social del fin de semana comenzó a las 14, cuando la tranquilidad rompió al ritmo de cumbias viejas y la llegada de unos 30 niños que festejaban su día; que saltaron en los inflables, recibieron alfajores y jugaron a la pelota, vigilados por sus madres que tomaron mate bajo el sol de la tarde.
Si bien se podría incursionar en distintas fantochadas para llamar visitantes, el pueblo hace rendir su capital más preciado; la tranquilidad. Por momentos el silencio es sólo interrumpido por autos casuales, por el canto de los pájaros a todo volumen o por algún jinete, pero no mucho más. A poco menos de dos kilómetros, por un camino de tierra recto que acompaña las vías del tren, se puede visitar el río Arrecifes.
Llegada la tarde, nuevamente en la estación de trenes, la finalización del festejo hizo desaparecer a todos. En el predio no había más niños, ni familias, ni música, ni inflables ni nada, y el pueblo había vuelto a ser un oasis de calma y silencio. Una tierra arcillosa bordea el agua marrón que se mete en el horizonte entre los campos con ganado. “No se ve ningún bicho vivo, como en todo Buenos Aires”, concluyó una de las visitantes y tiene razón; no se vio ningún bicho. Los pálidos pastizales altos, los cañaverales infinitos, las vías muertas del tren con durmientes astillados que atravesaban el agua sobre un puente oxidado y las vacas rumiando un poco más allá, dan una visión melancólica del campo, pero tranquilizadora e íntima. Tranquilidad, todo en Portela es tranquilidad.
Portela funciona como una salida a la locura de las ciudades, un escape de las apariencias y los espejos de colores, y funciona porque es simplemente lo que es y no lo que les gustaría que sea a los paseadores que buscan la cadena de parrillas, alquilar un caballo deslomado y cansado o la granja para niños. Infancia del Che, capital de la tranquilidad, pueblo rural con arquitectura antigua o simplemente Portela, un punto en el mapa de 5 cuadras por 5 cuadras que vale la pena experimentar.