“Una casa la podés volver a levantar, las herramientas las podés volver a comprar, pero lo que se pierde es toda nuestra historia, más de 40 años, porque yo y mis cuatro hermanas nos criamos todas ahí, en el bosque. Es muy triste que no vuelva a ser nunca más lo que fue”, expresa Lucía sobre lo vivido en las últimas semanas como producto de los incendios en el Bolsón. Como otras 150 familias, perdió casi todo por la voracidad del fuego. “Tuvimos 10 minutos para escapar. Llegamos a cargar algunas cosas, pero no pudimos hacer nada porque teníamos el fuego en la espalda - cuenta la joven que logró resguardar una guitarra, un saxo, y algo de ropa, mientras que su padre solo pudo salvar una motosierra - hice un viaje al auto, y al segundo viaje ya lo que llevaba en la mano lo tuve que tirar para poder correr”, relata.
Lucía Martínez Giacomet (32) es nacida y criada en El Bolsón. Se dedica al proceso de amanse y doma de caballos, pero también da clases de equitación para niños y adultos. Vivía con su padre (56) en una casa ubicada en una chacra de 9 hectáreas, en la costa del Río Azul, a 15 kilómetros del pueblo. Ahí tenían además un jardín, una huerta propia, plantaciones de frutales, una casa para alquilar, y animales. Relata que un día recibe una llamada de su sobrina para avisarle que había un fuego del otro lado del río acercándose a la vivienda y que, a pesar de estar instruidos, no pudieron hacer nada: “Nosotros estábamos bastante preparados. Teníamos todos los equipos, motobomba, y reservorio de agua. Cuando llegué estaba mi papá regando la casa y el bosque. Así que esperamos el fuego que, para ese momento, estaba en la montaña enfrente. Calculábamos que teníamos un poquito de tiempo, pero se prendió un pinar y a los cinco minutos el fuego ya estaba de este lado. No pudimos hacer nada, tuvimos que salir corriendo y escaparnos”.
El fuego arrasó fácilmente con toda la chacra, como si fuera papel, incluso con áreas que habían sido regadas y una parte del jardín que estaba bastante húmeda. Solo quedaron los esqueletos de la casa, y el vidrio y los metales fundidos. “Mis caballos por suerte no estaban ahí. Pero el resto de los animales se quemaron todos, los perros, los gatos, las gallinas, todo. No quedó un solo animal - narra Lucia - mi papá además hace cerveza y destilados, y perdió todos sus talleres”. Ante la pérdida surge una primera sensación de “borrón y cuenta nueva” y luego la pregunta sobre el futuro : “Ahora tendremos que ver qué hacemos, a qué nos dedicamos. Es como que ahora cambia todo el panorama. Más allá de lo que es el bosque, que no va a volver a estar, también es eso, a qué me dedico, te haces un montón de preguntas”.
Sin embargo, antes de deliberar y proyectar, Lucía y su familia siguen colaborando con la comunidad de la zona rural o semi-rural, para tratar de acompañar y salvar las casas que aún están de pie. “Nos mudamos una casa en la ciudad que teníamos para alquilar, pero hay un montón de vecinos que no tienen esa posibilidad y que están en la casa de algún amigo o conocido. Uno puede pensar en cómo volver a arrancar, pero antes hay que pensar en lo que está pasando a nivel general. Nosotros estamos tratando de ayudar a vecinos a quienes todavía no se les quemaron las casas”, menciona. Además, al momento, siguen trabajando en la chacra, sacando escombros, limpiando, rearmando el sistema de riego mientras se vaya enfriando lo que todavía está prendido.
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La situación que se vivió en El Bolsón desde el inicio de los incendios hasta las lluvias del último fin de semana, que trajeron un poco de alivio a la población, fue caótica: “Estamos muy cansados, durmiendo poco, muy estresados, todo el día respirando humo, estás vestido con ropa que no es tuya, que la recibiste de donaciones. Es una situación muy caótica, en estado de alerta todo el tiempo, todo el día aviones, helicópteros, sirenas, o sea, es bastante fea la situación, más el estado de shock y la parte emocional de haber perdido tu casa”, describe.
En ese sentido destaca la solidaridad y voluntad de los vecinos y vecinas que se organizaron rápidamente para enfrentar la situación con los recursos que tenían a disposición: “Los brigadistas están hace mucho tiempo trabajando con muchos incendios en toda la zona en Epuyen, en Bariloche. Por eso es súper importante la ayuda de los vecinos que estamos bastante organizados en brigadas autoconvocadas. Muchos teníamos motobombas, reservorios, otros vecinos que ya están muy capacitados en lo que es el ataque del fuego, tienen herramientas, ropa, conocimiento. Y los que no, se juntan a hacer viandas, colectas de ropa, organizar donaciones. La comunidad es lo que está sosteniendo lo que pasa”.
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Sobre la responsabilidad institucional y el acompañamiento del Estado, Lucia entiende que si bien el fuego es una “cuestión abismal” y difícil de apagar cuando hay tantos frentes simultáneos, hay cuestiones básicas de mantenimiento, control de la infraestructura, y financiamiento que funcionan deficientemente hace años y deberían haberse previsto: “Es algo que nosotros estábamos esperando que suceda hace años porque hay un abandono total, y no se hacen las cosas como se deberían hacer. Por ejemplo, los tendidos eléctricos hacen chispas cada vez que llueve, hay viento, cada vez que hay sol o nieva. Entonces, más allá de este incendio, hay un montón de cosas que hay que arreglar porque puede volver a pasar en cualquier momento”.
La zona del Río Azul, donde se produjeron los incendios, es una de las áreas más concurridas de la Comarca Andina ya que por allí ingresan miles de personas, turistas, y amantes del treking en la zona de refugios de montaña . Sin embargo, advierte la entrevistada, casi no se les brinda información y no hay personal que patrulle: “entra mucha gente a la montaña y no hay control de nada, son todos caminos que tenés que ingresar con 4x4 o a pie. Yo creo que si hubiese habido un poco más de presencia de las instituciones, quizás se podría haber evitado o mitigado, o una base del SPLIF ahí adentro. No hay salida de emergencia, por ejemplo. Es un lugar donde entran dos mil personas por día caminando y no se registran, de hecho se prendió fuego y quedó gente adentro de la montaña sin poder salir”.
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Frente a la catástrofe, y ante el abandono del Estado, los habitantes de la Comarca realizaron diferentes actividades, conformaron las brigadas comunitarias y autoconvocadas, y encabezaron campañas de donación. “Por suerte hay un montón de cuentas para hacer donaciones. Yo creo que lo que más necesitamos hoy es dinero, porque ya nos donaron ropa, calzados. Pero tenemos que empezar comprar herramientas, mangueras, materiales para construir las casas”. Del mismo modo advierte que en estos últimos días se han registrado y denunciado casos de personas robando alias, que se hacen pasar por damnificados, para recibir el dinero que surge de la buena fe de quienes deciden ayudar.
A pedido de la damnificada dejamos información verificada donde pueden realizar donaciones y aportar para la compra del equipamiento.
Cuenta Manuela Boyer
CVU: 0000003100025925468162
Alias: manuela.boyer.mestre
Mercado Pago: casalaspiedras.mp
cuadra.barril.gringo (martinez jacomet rod)
crisolandino (martinez jacomet hernan)