Una de las dudas que rondan entre los dueños de mascotas es por qué los gatos suelen vivir más que los perros. Recientemente, un equipo de científicos de la Universidad de Bath, en Inglaterra, llevó a cabo investigaciones que dejaron al descubierto la verdad
Lo cierto es que el cerebro más grande de los felinos y su sistema inmunológico más robusto les confiere una longevidad superior; por su parte, los perros tienen una esperanza de vida promedio de 12 años, los gatos pudieron llegar hasta los 17.
Los hallazgos plantean interrogantes sobre cómo estos factores pueden influir en la salud y longevidad de las mascotas. Con el aumento de la población de gatos y perros en los hogares, los expertos sugieren que entender estas diferencias podría ayudar a mejorar la calidad de vida de ambos. "La investigación es un paso hacia la medicina personalizada en animales", concluyó Padilla-Morales.
Benjamin Padilla-Morales, autor principal del estudio, comentó que “se sabe desde hace tiempo que el tamaño relativo del cerebro está correlacionado con la longevidad: tener un cerebro más grande ofrece ventajas conductuales potenciales”. Esta investigación puso énfasis en el papel fundamental del sistema inmunológico, que no solo combate enfermedades, sino que también contribuye a una vida más prolongada entre los mamíferos.
Los científicos analizaron el potencial máximo de vida de 46 especies de mamíferos y encontraron que aquellas que presentaron mayor longevidad también tuvieron más genes asociados con el sistema inmunológico. “Esto sugiere que este podría ser un mecanismo clave para alargar la vida”, explicó Padilla-Morales. En otras palabras, la combinación de un cerebro más grande y una resistencia inmunológica mejorada favorece la supervivencia en el curso de la evolución.
Los hallazgos de este estudio no solo aportan respuestas sobre la longevidad de los gatos y perros, sino que también abren la puerta a nuevas investigaciones sobre cómo mejorar la salud y vida útil de otras especies. Comprender estos mecanismos podría ser crucial para el desarrollo de tratamientos que promuevan una vida más larga y saludable en los humanos.
La relación entre el cerebro y la longevidad de los animales
Por ejemplo, los delfines y las ballenas, que poseyeron cerebros relativamente grandes, pueden vivir desde 39 hasta 100 años. En contraste, especies con cerebros más pequeños, como los ratones, sobreviven apenas uno o dos años. Sin embargo, existen excepciones, como la rata topo, un pequeño roedor que, a pesar de su diminuto cerebro, puede vivir hasta 20 años.
El caso de los murciélagos resulta singular, ya que tienden a vivir más de lo que su tamaño cerebral podría sugerir. Al investigar sus genomas, se observó un incremento en los genes vinculados al sistema inmunológico, indicando que una mayor defensa contra patógenos podría ser clave para su longevidad..