Luego de que el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) lograra establecer que el cadáver hallado cerca de la casa donde vivió el músico Gustavo Cerati pertenece a Diego Fernández Lima, un joven desaparecido en 1984, se conoció qué dijo uno de los sospechosos del caso. Según el relato de obreros que trabajaron en la zona, el principal apuntado por el crimen deslizó tres teorías distintas cuando se conoció el hecho.
A partir de la declaración de un testigo clave, el fiscal Martín López Perrando apuntó contra Cristian Graf, hoy de 56 años, quien resultó ser un excompañero de colegio de la víctima y el dueño del chalet del barrio porteño de Coghlan donde su cuerpo estuvo enterrado durante más de 40 años.
Según trascendió, Graf se acercó a hablar con los obreros que hallaron los restos óseos y mencionó distintas hipótesis sobre cómo esos huesos habían llegado al jardín. "Estábamos en la puerta todos y empezó a hablar con nosotros, pero bien. Comenzó a dar la hipótesis de que probablemente eso había sido porque antes fue iglesia hace muchos años, que pudo haber sido los restos de no sé si un cura que lo habían enterrado”, comentó Daniel Scarfo, un empleado en Seguridad e Higiene, responsable de una construcción que se realizaba cerca del lugar.
Pero además de esa teoría, este empleado recordó que Graf habló de un posible "establo" y también de "un camión de tierra" que había solicitado para nivelar el terreno y construir una pileta, en el cual habrían llegado esos restos. “Después de ahí yo no tuve más contacto con él. Sí, los trabajadores un par de veces, porque él estaba haciendo unos arreglitos en la casa de la mamá y nos pedía arena o nos pedía cal, cemento o lo que tuviéramos para colaborar con él, pero nada más”, dijo el obrero.
En este contexto, la familia de los Graf está bajo la lupa desde el hallazgo de los restos humanos presentes en su jardín desde los años '70. De todas maneras, en ninguna oportunidad fueron citados a declarar como testigos o imputados por falta de pruebas. Ahora, con la declaración del testigo clave, esto podría cambiar.
Los otros restos hallados
De la tumba improvisada en el fondo de la casa, los peritos lograron rescatar algunos restos que se transformaron en piezas esenciales de la causa. Se trata de un reloj, un corbatín, restos de lo que sería cuero de zapato, un llavero tipo náutico, un botón de un jean y una moneda que se usaba como amuleto. Con estos restos recuperados, al inicio, los investigadores lograron determinar que la muerte se dió entre 1981 y 1991.
Diego tenía tan sólo 16 años cuando desapareció, durante la tarde del 26 de julio de 1984, mientras se dirigía a la casa de un amigo. Esa misma noche, cuando sus padres todavía desconocían su paradero, realizaron la denuncia ante la comisaría y ésta fue rápidamente desestimada por los oficiales.