El Mobile World Congress (MWC) de Barcelona, conocido por presentar las últimas innovaciones en celulares y dispositivos tecnológicos, también fue escenario de avances sorprendentes en el campo de la computación. Uno de los desarrollos más llamativos de esta edición es la CL1, la primera computadora biológica disponible comercialmente en algunos países, creada por la empresa australiana de biotecnología Cortical Labs.
La computación biológica es un área que explora cómo aprovechar elementos biológicos para procesar y almacenar información, así como la posibilidad de aplicar principios evolutivos para desarrollar nuevos algoritmos que resuelvan problemas complejos. En lugar de depender únicamente de componentes electrónicos, esta tecnología emplea moléculas como el ADN y proteínas para realizar cálculos y gestionar datos.
Más allá del hardware, la computación biológica también impacta en el ámbito del software, especialmente en el desarrollo de inteligencia artificial (IA). Inspirándose en los procesos naturales de la biología, los científicos buscan nuevas estrategias para abordar los desafíos informáticos actuales.
La CL1 se inscribe en esta línea de investigación y representa un hito en la evolución del hardware biológico. Su desarrollo fue posible gracias a los avances recientes en nanobiotecnología, una disciplina que permite manipular proteínas con precisión para ensamblar estructuras funcionales complejas.
Los primeros experimentos con computadoras biológicas se basaban en la manipulación del ARN de bacterias para realizar cálculos. Esto se logró gracias a la similitud entre las estructuras del ADN y los circuitos digitales, permitiendo implementar operaciones lógicas similares a las de un procesador de silicio.
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Cómo funciona la computadora CL: la primera con tecnología biológica
Tradicionalmente, los investigadores introdujeron circuitos biológicos en bacterias como la Escherichia coli, manipulando su ADN para generar respuestas programadas. Sin embargo, la CL1 opera de un modo distinto: en lugar de bacterias, utiliza neuronas reales cultivadas en un entorno nutritivo sobre un chip de silicio, donde pueden crecer y comunicarse mediante impulsos eléctricos.
El funcionamiento de la CL1 es posible gracias a biOS (Biological Intelligence Operating System), un sistema operativo diseñado por Cortical Labs. Este software interactúa directamente con las neuronas, enviándoles información sobre su entorno y permitiéndoles responder con señales eléctricas. Lo más innovador es que estas neuronas son programables, lo que abre la puerta a aplicaciones avanzadas en el estudio del procesamiento de información biológica.
Si bien la CL1 no está diseñada para un uso doméstico, su potencial en el ámbito científico es enorme. Puede ser utilizada por investigadores para comprender mejor el funcionamiento de las neuronas sin necesidad de experimentación con animales, estudiar el aprendizaje en tiempo real o incluso analizar los mecanismos detrás de enfermedades neurodegenerativas. Además, presenta un consumo energético considerablemente menor que el de las computadoras convencionales, lo que la convierte en una alternativa más eficiente desde el punto de vista energético.
Con desarrollos como la CL1, la computación biológica deja de ser un concepto futurista para convertirse en una realidad tangible, con aplicaciones que podrían transformar la forma en que procesamos la información en el futuro. Aún se desconoce cuándo esta computadora estará a la venta para el público argentino y cuál será su valor.