Sufrir un ACV o derrame cerebral es una de las situaciones de emergencia más comunes, ya que tiene síntomas bastantes comunes que las personas suelen detectar para atenderse. Sin embargo, aunque muchos logran atenderse a tiempo, hay un síntoma en particular que genera alerta y muchos pasan por alto aunque podría salvarte la vida.
En general, cuando hablamos de derrames cerebrales, solemos pensar en debilidad en un brazo, dificultad para hablar o pérdida de fuerza. Sin embargo, hay un síntoma mucho menos visible pero igualmente alarmante: un cambio repentino en la visión. Puede manifestarse como visión borrosa, doble o una pérdida inmediata, parcial o total, de la vista en uno o ambos ojos.
Lo más peligroso es que este indicio suele ser breve y pasajero. Mucha gente lo descarta creyendo que fue solo un “malestar ocular”, sin darse cuenta de que puede tratarse de un ataque isquémico transitorio, una señal de advertencia de un derrame cerebral inminente. Este tipo de episodios representan una oportunidad crucial: reconocerlos a tiempo puede permitir una intervención médica que prevenga consecuencias mayores. Pero, ¿por qué la vista? El accidente cerebrovascular afecta las partes del cerebro encargadas de procesar la información visual, como el lóbulo occipital y el tronco encefálico, comprometidas por la falta de suministro sanguíneo. Esto puede resultar en visión borrosa, pérdida parcial del campo visual o visión doble. Precisamente, más del 60 % de quienes sufren un derrame presentan alteraciones visuales.
Dado lo grave que puede ser, es fundamental considerar este síntoma como una alerta médica. Ignorarlo puede resultar en una pérdida valiosa de tiempo antes de que el derrame se concrete. Los especialistas aconsejan: ante cualquier cambio visual repentino, por más breve que sea, buscá atención médica urgente. Es preferible equivocarse y no tener un derrame que subestimar lo que podría haber sido una oportunidad para actuar a tiempo.
Otros síntomas de alerta para detectar un ACV a tiempo
Además de los cambios repentinos en la visión, existen otros signos clave que pueden indicar el inicio de un accidente cerebrovascular. Estar atento a estas señales puede marcar la diferencia en el tratamiento y en la recuperación. Algunos de los síntomas más frecuentes incluyen:
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Entumecimiento o debilidad súbita en la cara, el brazo o la pierna, especialmente de un solo lado del cuerpo.
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Dificultades para hablar o entender lo que otros dicen, incluso si el episodio dura apenas unos segundos.
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Pérdida del equilibrio, mareos o falta de coordinación inesperados.
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Dolor de cabeza intenso y repentino, sin causa aparente.
Ante cualquiera de estos signos, lo más importante es actuar rápido: el tiempo es cerebro. Cuanto antes se reciba atención médica, mayores serán las posibilidades de evitar secuelas graves.
Magnesio: el inesperado aliado para reducir el riesgo de un ACV
El magnesio es un mineral vital para el organismo, ya que desempeña varias funciones importantes, como mantener el funcionamiento de músculos y nervios, brindar soporte al sistema inmunitario, regular los latidos del corazón y mantener los huesos fuertes. Además, también juega un papel en la producción de energía y proteínas, así como en el ajuste de los niveles de glucosa en la sangre y según un estudio, también en la prevención de los ACV.
Un estudio realizado en Estados Unidos reveló que altas concentraciones de magnesio y calcio en el agua potable reducen el riesgo de sufrir accidentes cerebrovasculares en mujeres posmenopáusicas. Los resultados de la investigación, llevada a cabo con la participación de más de 26.000 mujeres, demostraron una asociación significativa entre la presencia de estos minerales en el agua y una menor incidencia de infarto de miocardio y ACV isquémico.