En las sierras de Córdoba, muy cerca de San Marcos Sierras, existió durante décadas el pueblo de las canteras del Quilpo, levantado junto al río que le dio nombre. Su origen, oficialmente inaugurado 1940, estuvo ligado a la explotación de piedra caliza y granito, actividad que atrajo a trabajadores de distintas partes del país y dio vida a una comunidad con casas, escuela, capilla y espacios de encuentro.
Durante gran parte del siglo XX, el ritmo del pueblo estuvo marcado por el trabajo en la cantera. Los obreros extraían material que luego abastecía a la construcción en Córdoba y otras provincias. De esta manera, el pueblo se convirtió en un apéndice de la actividad minera, logrando que las familias de los obreros se asentaran en la zona para garantizar cercanía a la fuente de trabajo. Pero lamentablemente, el final no fue el mejor para esta pequeña comunidad.
Con el paso del tiempo, la actividad perdió fuerza. La empresa CEFAS, última en explotar la cantera, cerró definitivamente en 2017 y despidió a los últimos trabajadores, causando un éxodo forzoso: la fuente de trabajo ya no estaba cerca. Ese mismo año comenzó la demolición progresiva de las viviendas y construcciones, ya que pertenecían a la compañía. El proceso incluyó casas, dependencias y edificios comunitarios que habían sido el corazón de la vida social.
Qué pasa con el pueblo de las Canteras de Quilpo en la actualidad
Hoy, Quilpo es un recuerdo. Apenas quedan vestigios y algunas pocas familias que resistieron en medio de las ruinas. El pueblo se transformó en un símbolo de la fragilidad de las comunidades obreras frente al abandono y la pérdida de su fuente de trabajo.
Lo que alguna vez fue un enclave pujante en medio de las sierras, ahora vive en la memoria de quienes lo habitaron y en los relatos que buscan mantener viva la historia de un lugar que ya no existe como tal.