Los astrónomos han descubierto un desajuste cósmico que les ha dejado perplejos: un planeta muy grande orbitando alrededor de una estrella muy pequeña. El descubrimiento desafía los conocimientos actuales sobre la formación de planetas.
La estrella solo tiene una quinta parte de la masa del Sol.
Según las principales teorías sobre la formación de planetas, las estrellas de este tamaño deberían albergar planetas pequeños similares a la Tierra y Marte. Pero el que se ha detectado en órbita alrededor de esta estrella es mucho mayor; de hecho, tan grande como Saturno, el segundo planeta más grande de nuestro sistema solar.
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La estrella, llamada TOI-6894, se encuentra a unos 240 años-luz de la Tierra, en la constelación de Leo. Un año luz es la distancia que recorre la luz en un año: 9,5 billones de kilómetros. Se trata de la estrella más pequeña conocida que alberga un gran planeta, aproximadamente un 40% más pequeña que las que antes se conocían.
El astrónomo Edward Bryant, de la Universidad de Warwick en Inglaterra, autor principal del estudio publicado el miércoles en la revista Nature Astronomy, dice que "este descubrimiento plantea la cuestión de cómo una estrella tan pequeña puede albergar un planeta tan grande, y aún no tenemos respuesta".
Los planetas situados más allá de nuestro sistema solar se denominan exoplanetas. El que orbita TOI-6894 es un gigante gaseoso, como Saturno y Júpiter en nuestro sistema solar, y no un planeta rocoso como la Tierra.
El nacimiento de un sistema planetario comienza con una gran nube de gas y polvo -denominada nube molecular- que colapsa bajo su propia gravedad para formar una estrella central. El material sobrante que gira alrededor de la estrella, en lo que se denomina disco protoplanetario, forma planetas. Las nubes más pequeñas dan lugar a estrellas más pequeñas, y los discos más pequeños contienen menos material para formar planetas.
"En las nubes pequeñas de polvo y gas es difícil construir un planeta gigante", explica Vincent van Eylen, científico especializado en exoplanetas y coautor del estudio, del Laboratorio Mullard de Ciencias Espaciales del University College de Londres.
"Esto se debe a que, para que haya un planeta gigante, es necesario que se forme rápidamente un gran núcleo planetario y, a continuación, acumular rápidamente una gran cantidad de gas en la parte superior de ese núcleo. Pero sólo hay tiempo para hacerlo antes de que la estrella empiece a brillar y el disco desaparezca rápidamente. En las estrellas pequeñas, creemos que simplemente no hay suficiente masa disponible para construir un planeta gigante lo suficientemente rápido antes de que el disco desaparezca", añadió Van Eylen.
Ningún planeta conocido es mayor que su estrella anfitriona, y ése es también el caso aquí, aunque los dos están mucho más cerca en tamaño de lo habitual. Mientras que el diámetro del Sol es 10 veces mayor que el de Júpiter, el planeta más grande de nuestro sistema solar, el diámetro de TOI-6894 es sólo 2,5 veces mayor que el de su único planeta conocido.
La estrella es una enana roja, el tipo más pequeño de estrella regular y el más común en la Vía Láctea.
"Dado que estas estrellas son muy comunes, puede que haya muchos más planetas gigantes en la galaxia de lo que pensábamos", dijo Bryant.
La estrella tiene un 21% de la masa del Sol y es mucho más débil. De hecho, el Sol es unas 250 veces más luminoso que TOI-6894.
"Estos hallazgos sugieren que incluso las estrellas más pequeñas del universo pueden, en algunos casos, formar planetas muy grandes. Esto nos obliga a replantearnos algunos de nuestros modelos de formación de planetas", afirmó Van Eylen.
El planeta se encuentra unas 40 veces más cerca de su estrella que la Tierra del Sol, completando una órbita en aproximadamente tres días. Su proximidad a la estrella significa que la superficie del planeta es bastante caliente, aunque no tanto como la de los gigantes gaseosos denominados "Júpiter calientes" detectados en órbitas similarmente cercanas a estrellas mayores.
Su diámetro es ligeramente mayor que el de Saturno y algo menor que el de Júpiter, aunque es menos denso que ellos. Su masa es un 56% la de Saturno y un 17% la de Júpiter.
Los principales datos utilizados para estudiar el planeta proceden del satélite TESS (Transiting Exoplanet Survey Satellite) de la NASA y del VLT (Very Large Telescope) del Observatorio Europeo Austral, con sede en Chile.
(Reportaje de Will Dunham, edición en español de Natalia Ramos)