Un reciente estudio reveló que parte de un importante país podría desaparecer en los próximos 30 años luego de la llegada de un intenso tsunami. Esta gran cantidad de agua generaría que una buena porción del país desaparezca en cuestión de horas, y lo peor de todo es que las chances de revertirlo son muy bajas.
Precisamente, según reveló un nuevo estudio de la UNESCO existe una probabilidad cercana al 100% de que se produzca un tsunami de al menos un metro de altura en el mar Mediterráneo durante los próximos 30 años. Este fenómeno amenaza directamente a varios países costeros, pero uno de los más expuestos es España, donde la densidad poblacional y la infraestructura turística suman riesgo al desafío natural.
En particular, la falla de Averroes, ubicada en el mar de Alborán frente a la costa andaluza, ha sido identificada por expertos como la fuente de un posible tsunami que podría generar olas de hasta 6 metros. Con un tiempo estimado menor a los 40 minutos desde el terremoto hasta el impacto, la vulnerabilidad es alta y los pueblos costeros tendrían apenas minutos para reaccionar. A este se le suma que el mayor foco de actividad podría estar desde Valencia hasta Málaga, incluyendo las Islas Baleares.
Aunque el análisis abarca toda la cuenca mediterránea, que incluye otros países como Grecia, Francia e Italia, España es el país con mayor área amenazada, ya que su extensa costa atrapa buena parte de los efectos de potencia variable en un corredor densamente habitado. En consecuencia, se considera que, sin inversiones en alertas tempranas, educación y defensas costeras, podría ser “el país que quede bajo el agua” en escenarios extremos dentro de tres décadas.
¿Estamos a tiempo de revertir esta situación?
Aunque las chances son bajas, todavía hay alguna posibilidad de que la situación llegue a revertirse. Precisamente, la Comisión Oceanográfica de UNESCO puso manos a la obra e impulsó el programa “Tsunami Ready”, que busca certificar zonas costeras de 21 países, incluida España, para que estén equipadas y alertas. Esto incluye la instalación de sistemas de detección temprana, simulacros de evacuación y señalización adecuada, con el objetivo de reducir drásticamente el impacto humano. Si no se adoptan estas medidas, regiones costeras con alta densidad urbana, como ciertas zonas de España, podrían enfrentar el riesgo real de quedar sumergidas en caso de que ocurra un tsunami de gran magnitud en las próximas tres décadas.