El café es, para muchos, un ritual indispensable: la primera taza de la mañana que despierta, la que acompaña la jornada laboral y hasta aquella que ayuda a sobrellevar la tarde. Sin embargo, este hábito puede transformarse en un problema cuando llega la hora de dormir y el descanso se ve interrumpido por la cafeína.
El responsable es claro: la cafeína bloquea la adenosina, un neurotransmisor que induce al sueño. De esta forma, el cuerpo “cree” que todavía tiene energía y retrasa la sensación de cansancio. Aunque el organismo absorbe la cafeína en unos 45 minutos, su eliminación puede tardar mucho más. Según expertos de la Universidad de Nova Southeastern, la vida media de la sustancia varía entre 5 y 6 horas en promedio. Esto significa que una taza tomada al mediodía aún puede estar activa en el cerebro a medianoche.
La buena noticia es que no es necesario renunciar al café. Según Matthew Walker, psicólogo y neurocientífico, el impacto de la cafeína depende de dos factores: la cantidad y el momento en que se consume.
Cuál es el tip para poder dormir habiendo consumido cafeína
La Agencia de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) recomienda no superar los 400 mg de cafeína al día, lo que equivale a unas cuatro o cinco tazas. Beber más puede provocar taquicardia, ansiedad, dolores de cabeza e insomnio.
El tip secreto es simple pero efectivo: evitar el café después del mediodía y no excederse en las dosis diarias. Además, no se recomienda tomarlo con el estómago vacío, ya que potencia los efectos estimulantes y puede alterar aún más el descanso.
Consumido en el momento adecuado, el café no solo no afecta al sueño, sino que aporta múltiples beneficios, desde reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares hasta mejorar el estado de ánimo. La clave está en la moderación y en el horario.