Hay algo especial al entrar en una casa donde vive la música. Frente a Plaza Irlanda, en una cuadra tranquila de Caballito, se esconde Los Días Perfectos, el estudio que Mariano Otero construyó dentro de su hogar. Ahí, rodeado de instrumentos y consolas, tuvo lugar un encuentro íntimo: la primera escucha de Para quien trabajas, el nuevo disco de Marilina Bertoldi.
El grupo era reducido: periodistas invitados a compartir no solo canciones, sino un momento de vulnerabilidad y honestidad. Marilina, con la energía inquieta de quien está a punto de mostrar algo muy propio por primera vez, caminaba de un lado a otro, contando detalles de la grabación, explicando el contexto, la intención. “Me pone contenta que haya tantas periodistas mujeres acá”, dijo en voz alta. Y aunque aclaró con una sonrisa que no era un comentario contra los hombres, fue claro que ese detalle le importaba.
Durante los 29 minutos que dura el álbum -diez canciones con nervio, con peso y sangre rockera-, se hizo un silencio respetuoso. Marilina escuchaba también, por primera vez, junto a otros. Al terminar, confesó que se sentía feliz, que había algo muy reparador en ese momento compartido de rock directo y visceral, con guiños claros a obras nacionales de otras épocas, pero con la fuerza de alguien que está mirando de frente al presente.
A pesar de los años de carrera, Marilina Bertoldi todavía se emociona al compartir sus canciones. En ese clima íntimo, sin pretensiones, donde la música hablaba más fuerte que cualquier artificio, nos sentamos a charlar sobre el disco, sobre el país, sobre el arte, sobre todo.
Dijiste que siempre estuviste muy influenciada por bandas de afuera, porque es la música que escuchás. Pero este disco tiene muchas referencias al rock de acá, ¿cómo llegó lo nacional a meterse tan fuerte?
- Era algo que tarde o temprano me iba a pasar. Yo crecí escuchando música de afuera, como mucha gente. Rock internacional. En mi casa, más allá de que estaban los clásicos argentinos, mi oreja siempre se fue para otro lado. Elegía otras cosas, muchas mujeres también. Alanis Morissette, por ejemplo. Yo venía de sacar Mojigata (2022), y después intenté entrar en esta nueva lógica de lanzar singles. Pero no me gustó para nada. En ese mismo recorrido que hice, me di cuenta que un rockero yanqui jamás va a poder decir algo que me represente tanto como algunos artistas de acá. Este disco habla de un momento muy difícil, muy argentino, y era obvio que iba a salir de esta manera.
Hace unos años aseguraste que una de las razones por las que no escuchabas tanto rock argentino era porque no sentías que hubiera exponentes nuevos haciendo cosas copadas. ¿Te cambió esa percepción?
- Sí, cambió un montón. Ahora hay una escena espectacular. El punk está haciendo cosas increíbles en Buenos Aires. Bandas como Dum Chica, Blanco Teta y muchas más. Hay una escena tremenda y un público bárbaro. Esa es la resistencia que hacía falta. Antes incluso de que pasara, en varias notas expresé esta necesidad de que, frente a toda esta cosa del mercado, de las marcas, de idealizar vidas desde el capitalismo, la única respuesta posible era un renacer del punk. Y pasó. Ya venía pasando, pero ahora es clarísimo. Estoy contentísima con eso.
MÁS INFO
Marilina Bertoldi y el rock como resistencia
¿Qué opinás del hecho de que tengamos un presidente que ataca a los artistas? Particularmente a mujeres, como el caso de María Becerra y Lali.
- Bueno, primero, cada vez que hace comentarios contra artistas con mucha llegada, especialmente mujeres, genera una indignación enorme. Incluso en gente que no las sigue, pero que ve lo que pasa y dice: "Esto es totalmente injusto". Y esa indignación es tan grande que hace que dejemos de mirar lo que realmente deberíamos estar mirando. Ese es el objetivo principal de esos ataques. Después, si realmente tiene un odio personal contra estas artistas, no lo sé. Pero sí veo una intención clara detrás de esas críticas: colgarse del éxito y la popularidad ajena para generar una distracción. Que todos se indignen con esto, y no con lo que verdaderamente es un desastre. Es desviar la atención.
No sé por qué se ensaña con mujeres tampoco, pero sí sé que hay muchos ataques hacia nosotras y hacia la comunidad homosexual, hacia las personas trans. Es la derecha, el fascismo. Lo que está pasando acá pasa en todo el mundo. Es un plan coordinado y repetido. Me parece que va por ahí. No le veo otro motivo. Y lo que dice, obviamente, es una estupidez.
La cultura está siendo muy golpeada en este momento del país. ¿Cómo ves esta situación?
- Hay un nivel de estupidez bastante alto en pensar que el debate está solo en lo económico. Eso de "si no genera plata, no vale", cuando en realidad hay una falta total de lógica sobre lo que la cultura mueve económicamente. Y ni hablar del valor simbólico, emocional, identitario que tiene para nosotros como país. Me parece que hay ciertas indignaciones que se buscan con mucha intención para que hagan tanto ruido que no podamos ver lo que realmente está pasando.
¿Sentís que es parte de una estrategia?
- Sí, es una época muy desconcertante. Pasan tantas cosas a la vez, y creo que ese es el objetivo: bombardearte con noticias y cosas que te indignan, y mañana otra cosa, y pasado otra más. Entonces ya ni sabés por qué estás indignada, solo te levantás angustiada todo el día. Yo siento que cada día es una cachetada.
A los artistas últimamente se les exige mucho: si hablan, si no hablan. ¿Creés que es necesario que se pronuncien?
- Para mí, en el no hablar ya está todo dicho. Es clarísimo. Pero también me lleva a cuestionarme por qué le exigimos a ciertos artistas una opinión. A veces estamos esperando una conciencia social de alguien que, desde siempre, te vendió otra cosa. Ahí hay algo que no está bien. En algún punto, prefiero que no digan nada. Agradezco cuando alguien dice algo, porque llegan a mucha gente joven. Pero es todo muy comercial, son marcas, son empresas, son privados. Y a veces les estamos pidiendo a esos productos que nos digan algo profundo. Estamos confundiendo roles.
Ahora, si alguien usa elementos de, por ejemplo, la comunidad LGBT, y después se queda callado cuando pasan cosas graves, ahí sí me parece problemático. Pero si nunca se expresó sobre nada, no espero una opinión. Y, sinceramente, a veces hasta agradezco que no digan nada, porque ya me imagino qué dirían y prefiero que no lo hagan. No entiendo la indignación hacia esa persona. Me parece que el problema es que se lo están exigiendo a quien no corresponde.
¿Hay miedo a la cancelación?
- Ya llegamos a un punto donde hay "cancelaciones por semana". Antes las cancelaciones surgían desde el feminismo, y venían a reclamar cosas importantes. Era un destape. Pero hoy se desvirtuó todo. Ahora es "no me gustó esto que hiciste, te cancelo" y no todo es cancelable. Hay cosas que simplemente no te gustan y ya. Podemos pensar distinto y aún así que me guste lo que hacés. ¿Dónde quedó eso de tomar lo que a uno le gusta y dejar el resto? Estamos bombardeados de información, no podemos indignarnos por todo con la misma intensidad. Hay cosas verdaderamente graves. A algunas personas sí hay que exigirles una opinión, pero a otras, la verdad, no. No podemos estar una semana hablando de cada nimiedad. Aunque salen buenos memes de todo eso (se ríe).
¿Cómo te llevás con la crítica, con lo que se dice en redes?
- Hoy ya no me afecta. Si alguien se toma el tiempo de perseguirme por algo que dije o hice, la verdad, siempre lo hago desde el humor. Solo antes de que ganara Milei me expresé de forma seria porque estaba muy preocupada. Dije: "Votar a Milei es de antiargentino, misógino, homofóbico". Y después, con el tiempo, vi que era aún peor de lo que imaginaba. Pero más allá de eso, siempre desde el humor. Si alguien se ofende y me quiere perseguir, tengo buenos filtros en Instagram. Si no me seguís, no me podés escribir. En la calle, jamás me pasó. No me afecta. Para mí, no existen.
Volviendo al disco, tiene mucha energía, es muy argentino, pero el cierre es súper oscuro. Monstruos, el último track, es una canción que da escalofríos. ¿Qué podés contar de ella?
- La compuse después de los lesbicidios. Ya veníamos todos muy golpeados, pero eso fue un llamado de atención brutal. Fue hostil, violento, y tuvo muy poca repercusión. Yo sentí que perdí cierta inocencia ahí. Me sentí completamente desprotegida, mareada, como aislada de todo. Entonces hice Monstruos, que es como una ópera digital donde expreso ese cansancio de estar siempre luchando contra monstruos. No poder simplemente existir.
Y el final es tremendo: "El monstruo sos vos".
- Sí, es un reflejo. Cuando te violentan tanto, te volvés una persona llena de odio. En algún punto, me volví punitivista. Pensaba: "Necesito venganza". Y ahí está Monstruos, esa sensación de que te transformaron en lo que odiás. Sacan lo peor de vos.
Con el lanzamiento del disco, ¿Se viene show?
- Vamos a anunciar las fechas en unos días, todavía no está todo cerrado, pero la idea es girar por el interior y hacer algo en capital a fin de año. Tengo banda nueva, estamos adaptando todo el repertorio anterior y las canciones de ahora, que tienen una lógica muy distinta a lo que hacía antes. Ojalá podamos tocar mucho, aunque está todo difícil. Veremos cómo es volver a los escenarios.