Luto en la NBA y el básquet: falleció un jugador que brilló en Lakers y fue campeón en Detroit

La NBA despide a Elden Campbell, histórico exjugador de Los Angeles Lakers, cuyo legado en el básquet marcó una era en la máxima competencia.

03 de diciembre, 2025 | 17.23

La NBA atraviesa horas de conmoción tras confirmarse la muerte de Elden Campbell, figura emblemática de Los Angeles Lakers y campeón con Detroit Pistons. El pivote dejó una huella profunda en el básquet estadounidense gracias a su potencia, su conexión con Shaquille O’Neal y su rol decisivo en el título de 2004. El crack de Los Lakers, entre otros grandes atletas, lo despidió en las última shoras.

Este miércoles, la NBA amaneció con una noticia que golpeó de lleno a fanáticos, exjugadores y franquicias: Campbell, uno de los pivotes más respetados de los años 90 y comienzos de los 2000, murió a los 57 años. Su fallecimiento, informado por medios estadounidenses como Los Angeles Times, mantiene aún en reserva las causas, aunque ya provocó un profundo luto en el mundo del básquet.

Campbell no fue una estrella rutilante, pero sí dejó marcada su huella al transformarse en el máximo anotador de los Lakers entre 1990/91 y 1998/99. Su grandeza se forjó en la constancia, la solidez defensiva y una presencia interior que marcó a toda una generación. En tiempos donde la NBA comenzaba su transición hacia el juego más dinámico, él representó el molde clásico del pivote dominante.

Una carrera construida entre los gigantes

Con sus imponentes 2,11 metros, Campbell fue elegido por la franquicia de Los Angeles en la primera ronda del Draft de 1990. Su llegada coincidió con los últimos destellos del Showtime y con el inicio de una etapa turbulenta en la franquicia. Sin embargo, en ese contexto, Elden se consolidó rápidamente como un pilar.

Durante ocho temporadas y media vistió la camiseta púrpura y oro, convirtiéndose en uno de los máximos anotadores del equipo a lo largo de la década. Pero hubo una campaña particular que lo marcó: la 1996/97, cuando compartió la pintura con Shaquille O’Neal. Juntos formaron una dupla que, según rivales de aquella época, era “prácticamente imposible de contener”. Campbell promedió 14,9 puntos y se ganó el respeto absoluto del vestuario.

Tras su salida de Los Ángeles en 1999, continuó su recorrido por los Charlotte Hornets, Seattle Supersonics y New Jersey Nets. En cada franquicia dejó la misma estampa: profesionalismo, solidez y un carácter tranquilo que le valió el apodo “Easy E”.

Detroit Pistons, el lugar donde alcanzó la gloria

El capítulo más recordado de su carrera llegó en la temporada 2003/04, cuando desembarcó en los Detroit Pistons. Allí, bajo la conducción de Larry Brown, Campbell se convirtió en pieza clave del sistema defensivo.

El destino quiso que las Finales de 2004 enfrentaran a Detroit con los Lakers de O’Neal, su antiguo socio. Y, paradójicamente, Campbell terminó siendo uno de los encargados de frenar al propio Shaq en la pintura. Su experiencia, lectura de juego y capacidad para proteger el aro fueron determinantes en la sorprendente consagración de los Pistons.

Ese título, uno de los más inesperados en la historia reciente de la NBA, quedó grabado como el momento cúlmine de una carrera de 15 años en la liga.

El legado más allá de los números

Campbell disputó más de 1.000 partidos, acumuló más de 69 millones de dólares en su trayectoria y cerró sus promedios con 10,3 puntos y 5,9 rebotes. Pero quienes compartieron vestuario con él recuerdan otra faceta: la humana.

Byron Scott, uno de sus entrenadores en los Lakers, lo despidió con enorme emoción: “Era tan tranquilo que lo apodamos Easy E. Nada lo alteraba. Era un gran tipo”, expresó. Y agregó: “Tenía talento de sobra, pero él solo quería jugar. No buscaba ser el mejor”.

Su excompañero Cedric Ceballos, por su parte, también compartió un mensaje cargado de dolor: “Me dolió muchísimo. Crecimos juntos de niños”, escribió en redes sociales.